IMPERIOS
Un imperio no es
lo que pensamos, no es lo que nos hacen creer los que escriben la historia
falseada según intereses. La sociedad, el mundo, la civilización, viene de
minúsculos reinos, ciudades-estado, pequeñísimos imperios, que se ha ido fusionando
por la fuerza de la sangre, la economía, o las armas. Pero un imperio es
imperio cuando una cultura acaba colonizando otras culturas. Cuando el
conquistador se transforma en conquistado y el conquistado se convierte en
conquistador. Y la mayoría de las veces, casi siempre, ese fenómeno se produce
sin darnos cuenta, con el correr del tiempo.
Hace 2.150 años, Roma dominaba
todo el Mediterráneo. Pero en la cuenca ibera había un asentamiento, Numancia,
que no se sometía. Mantenía su dialecto y costumbres celtas, luchaba por su
libertad, y derrotaba a una legión tras otra. Al senado romano se le acabó la
paciencia, así que envió nada menos que al conquistador de Carthago, Escipión,
con un ejército de 30.000 hombres. Éste, sabedor de cómo se las gastaban
aquellos cerriles, se limitó a rodearlos y sitiarlos con un terrible cerco de
medios, hambre y sed. Ya saben la historia, los numantinos incendiaron su
ciudad y se pasaron a cuchillo a sí mismos antes que someterse a Roma.- España,
ya se sabe, hizo un símbolo nacionalista de Numancia. De la resistencia
numantina se construyó un heroico carácter español falsamente genético. En las
escuelas se ensalzaba la gesta atribuyéndola, claro, al conjunto del estado y
la ciudadanía. Las ruinas de Numancia se declararon Monumento de Interés
Histórico, y un lugar de peregrinaje y veneración para jóvenes e inflamados
jabatos. Todo esto es perfectamente normal. Es natural que se aprovechen tales
señas para fabricar banderas identitarias. Todos los países lo hacen…
Pero los poetas y autores
escribieron sus himnos y loas en castellano, lengua romance del latín
conquistador, no en la lengua celta conquistada. Cervantes escribió El Cerco de
Numancia, según el mejor estilo y tradición grecolatina (los numantinos no
apreciaban el teatro); los más fieles defensores del numancismo han sido y son
fervorosos seguidores de una iglesia católica, apostólica y… romana, cuyos
rituales eran en ¡latín!.. Los políticos que presumían/presumen del espíritu
numantino, legislan y mandan según el Derecho Romano; y toda la cultura
nacional que se mira en la gesta numantina tiene infinitamente más de romano –
de los conquistadores – que de la resistencia a ser conquistado. De hecho,
Numancia fue conquistada mucho antes de su caída, y los cantos a su triunfo es
un reconocimiento de derrota anticipada.
Pero exactamente igual que
ocurre así, también ocurre en sentido contrario, que los vencidos se
transforman – si no hacen lo que los numantinos – en parte del imperio que los
conquista. Siguiendo con el ejemplo romano, sus más ilustres linajes procedían
de tribus oscas, sabinas, francas, iberas… El emperador Septimio Severo era
libio, Heliogábalo, sirio, Filipo, árabe. ..Al final del asimilamiento de un
pueblo siempre ocurre lo mismo, que nunca hay ganadores ni vencidos, pues los
sometidos se convierten en el imperio mismo… Y eso ocurrió y ocurre con todos
los imperios de la historia de la humanidad habidos y por haber…
Ocurrió con Roma, como ocurrió
con las dinastías chinas, o con el imperio persa, o con Carthago, o con el
Islam, y como está ocurriendo, y ocurrirá, con el imperialismo europeo, llegado
el caso. Es un ciclo de media docena de pasos: un grupo domina un pequeño
imperio, luego se forja una cultura de ese imperio común, después esos pueblos
sometidos adoptan la cultura imperial, sigue que esos pueblos reclaman un
estatus igualitario en nombre de tales valores culturales, y más tarde, los
fundadores de ese imperio pierden sus dominancias para, al final, esa cultura
siga desarrollándose, prosperando y progresando, y formando parte de lo que
pueda venir después…
Lo que ya no entiendo es cómo en
esa imparable ley puedan darse casos que parecen contravenir la regla. Cómo los
nacionalismos separatistas, por ejemplo, aparentan marchar al revés, hacía
atrás, en contra de la Historia. Son como involuciones de la propia evolución,
pues no pueden frenar la dinámica histórica. Venimos de miles de reinos,
ciudades-estado y pequeños imperios, a pasar a cientos, luego a unas pocas
docenas, y ahora vivir en un estadio donde apenas existen cuatro conglomerados
de naciones, cada vez más interdependientes unas de otras, y que están
conformando una sola y única cultura común. Todo apunta a ello. A un solo
imperio. Y no se trata de una guerra global, sino de una asimilación cultural –
globalización, internet, etc. – que nos llevará a una nueva forma de manejarnos
y entendernos.
Otra cosa es querer ser
europeos, por mal ejemplo, sin aceptar ser lo que son, porque no se puede ser
lo uno sin lo otro. Y es que, la fusión de la cultura también trae mucha
incultura. Muchísima…
MIGUEL GALINDO SÁNCHEZ / www.escriburgo.com – Viernes, 10,30 h. en http://www.radiotorrepacheco.es/radioonline.php
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