YO NO CREO
Y a ha pasado el festurreo navideño, a Dios gracias, y a la parte que puede tener el diablo. Nos hemos querido, abrazado, sonreído y felicitado, y cantado el zum-zum-zum en el Belén más próximo, y nos hemos comido las uvas como aquel rey Luís francés mandó, y otra vez nos hemos amado, abrazado y felicitado en un mimético, explosivo, campanudo y achampanado talán, talán… con el deseo de ser todos mejores para hacer un nuevo año mejor que el que hemos enterrado, aún sabiendo – porque lo sabemos, aunque lo disimulemos – que eso es una mentira como una catedral gótica. Pero, enfin, que cada uno piense lo que quiera y haga lo que pueda… Yo he recibido de estos preclaros y enjundiosos fastos el peor regalo que podía esperar del año que recién ha dimitido y de los Reyes recién llegados: Al Aquarius le han quitado la bandera bajo la cual navegaba, para que no pueda seguir salvando vidas humanas. Era demasiado incómodo, a pesar de haber sido utilizado por Sánchez, nad