RECORDEMOS LA HISTORIA
Alguien dijo en algún momento que
ignorar la historia es la manera más inculta de suicidarse. Y si sabemos –
deberíamos saberlo, al menos – que el hedonismo está casado con la ignorancia,
y ambos son padres del desconocimiento y abuelos de la incultura, no se nos
debería pasar por alto lo que hoy está ocurriendo en todo el mundo en general y
en nuestro propio país en particular.
En
1.924 se presentó por primera vez a unas elecciones democráticas en Alemania,
el partido responsable directo de la II Guerra Mundial, y de la mayor mortandad
habida en el mundo, no tanto por los sacrificados en la propia guerra como por
la más salvaje explosión de xenofobia asesina en los campos de exterminio
nazis. El partido de Hitler, entonces apenas sacó un 6% de los votos, y siguió
bajando en todos los comicios hasta llegar a un ridículo 2,5% en las
legislativas de 1.928. Nada preocupante. Pero en las elecciones de 1.930, los
nacionalsocialistas obtuvieron casi el 20% de los votos, convirtiéndose en la
segunda fuerza política alemana… ¿Qué es lo que había pasado en ese corto
espacio de tiempo?. El Crash, la Gran Depresión, la crisis de 1.929, que afectó
principalmente a Alemania y les obligó a sufrir una brutal inflación, a pagar
salarios miserables, a instalarse unas desigualdades económicas insultantes, y
abocar al país a una enorme pobreza. Esa, y no otra, es la historia, causa y
motivo de lo que vino después.
Hace
diez años que la caída de Hermann Brothers propició nuestra más actual gran
crisis económica de toda esta misma historia moderna. Una enorme recesión donde
las empresas cerraban en cadena, el desempleo subía a cotas insostenibles, la
prima de riesgo nos comía a dentelladas, la clase media caía y se empobrecía a
ojos vistas, y los desahucios inauguraban una época de terror que aún no ha
terminado. Una época de la que hemos heredado (a pesar del espejismo de volver
a ver los restaurantes llenos y las fiestas a rebosar) un alto paro encubierto,
unos sueldos de auténtica miseria – más del 20% de los españoles no llegan a
los 700 euros de media, según el propio Ine – un riesgo de pobreza que supera
el 15% de la población, la segunda mayor tasa de desigualdad de toda Europa, un
sistema de pensiones en quiebra técnica declarada, y unas prestaciones sociales
paupérrimas aún expuestas en el escaparate triunfalista del ayer, pero que cada
vez se reconocen y se corresponden menos con la realidad de hoy.
En
el mundo, a resultas del estallido del pelotazo, solo el 1% de la población
detenta cerca del 50% de la riqueza, 14 puntos más que en 2.008. Muy
significativo, por cierto. Existen analistas que aventuran que la crisis fue
provocada precisamente para eso, y los economistas anuncian que, al igual que
las réplicas en los terremotos, el riesgo de otras explosiones de crisis existe,
y es alto. En realidad, y aun sabiendo que todo fue provocado por los sistemas
financieros a través de la banca, lo cierto es que los mismos sinvergüenzas,
criminales y canallas responsables de ello, aún siguen impunes, sentados en sus
poltronas, desde las que siguen manipulando, enriqueciéndose y comprando
voluntades en políticos y gobiernos a los que ponen al mando. La crisis última
fue dejando a los ciudadanos de todo el mundo (si bien a unos más que a otros)
una sensación de abuso e impunidad latente y palpable. Tanto, que eso ha
producido el fenómeno subsiguiente…
…Y
es que, igual que hace noventa años sucedió en Alemania, el mundo está
asistiendo a un auge – yo diría animal, más que brutal – de la demagogia
ultraderechista, de los neofascismos y nacionalismos fanáticos, de una
siniestra xenofobia que igual enarbolan extremistas de izquierdas que de
derechas (de hecho, ambos extremos se retroalimentan y se mimifican en sus métodos).
Desde Norteamérica a Europa nacen, como la mala hierba, pequeños Hitlers que
están utilizando los sistemas de las viejas democracias igual que entonces,
para subirse al poder… EE.UU., Polonia, Hungría, Austria, Finlandia, Italia,
Países Bajos... Políticos fascistoides en los gobiernos de Inglaterra, Bélgica,
Dinamarca, Francia, Alemania… También aquí, en España, ha renacido la semilla
del fascismo en sus herederos, en los nacionalistas fundamentalistas, en el auge
repentino de Vox, en las neoizquierdas de origen burgués preñadas de
privilegios…
Y
no es pesimismo, no… es tan solo que puro y duro realismo. El realismo que la
propia Historia se esfuerza por transmitir, y que nosotros parecemos no querer
ver en nuestra autoinducida ceguera. Pero ese mismo realismo nos dice también
que, al igual que por las urnas se entronizó el mal hace ochenta años,
secuestrando las libertades y usurpando los derechos humanos, por esas mismas
urnas podemos desterrarlos del mapa. Aún estamos a tiempo (y esto no es
pesimismo, si no esperanza). Solo de nosotros depende, antes de que ya sea
demasiado tarde… “El mal no reside en
quienes lo hacen, si no en quienes lo permiten” /Hanna Ahrent/.
MIGUEL GALINDO SÁNCHEZ / El Mirador / www.escriburgo.com / viernes 10,30 h.
http://www.radiotorrepacheco.es/radioonline.php
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