LA FÉ Y LA RAZÓN

 


Alejamos ya a Mayo de nosotros… Y con flores a María, que Madre nuestra es. Pero eso casi quedó ya en “el florido pensil” de aquellas escuelas de separación de sexos (aunque volverán aquellas oscuras golondrinas, ya lo pinparentaverán ustedes) de aquella laaaarga posguerra. En ese sentido, hasta anteayer mismo prácticamente, no crean… Lo que ha quedado, y en auge, son las Primeras Comuniones. Eso sí que no decae como decayó la práctica aquella del rosario escolapio y mayero, junto al misalito como obligado complemento del traje de novia o marinero, que no misionero…

 Un reconocimiento científico es que en el ser humano, sobre los siete años de edad aproximadamente, se hace patente un acontecimiento biológico-evolutivo, y es que la inteligencia y el albedrío se empiezan a instalar en el biocórtex cerebral de los sindividuos… En muchas sociedades tribales se celebran los primeros rituales de iniciación, y en la nuestra (no muy allá de la tribu tampoco) la Iglesia Católica introduce el rito de la Primera Comunión… O sea, el bautismo que les encasquetamos sin su propio albedrío, para que éste sea ya con su supuesto albedrío, y que luego venga la confirmación de todo esto con un albedrío más que supuesto…

 Así que todos los niños y niñas de familias creyentes (no sé en qué, pero creyentes) recién llegado el uso de la semirazón – que, por cierto, cada día se retrasa más – se disfrazan de princesas y caballeros, y sus padres tiran parte de la casa por la ventana, y se lanzan a celebrar que sus nenes y nenas reciben a Dios (un Dios al que ya recibieron al nacer a la vida, si o sí, lo maticen o no) y que cada vez es más un cuento que sirve para vaciar los bolsillos, llenar las barrigas, y compartir con el siempre hambriento sector hostelero…

 El Papa de Roma, desde su vaticana soledad, ha advertido recientemente que aún estamos en pandemia, que se afile la prudencia y la distancia, que no armemos follones familiares más que los justos y en lo justo; que no hagamos el gilipollas, y… ¡ah!, que no dejemos de vacunarnos… Y que recordemos que Comunión es todo lo contrario a lo que, por lo general, solemos hacer y celebrar, (vano empeño, santidad)…

 …Porque esa es otra, amigos míos: Francisco ha dicho, muy solemnemente además, que todos los cristianos, o los que así se consideren, tienen la obligación moral y humana de vacunarse… De hecho, este año, la vacunación es una especie de comunión laica, una eucaristía civil, un sacramento social… Lo ha dicho el mismísimo Pontífice: “el no vacunarse es como atentar contra la vida de nuestros prójimos”. Ahí es nada. Dígaselo su eminentísima a cuánto insolidario medroso y a cuanto negacionista catolicapostolicoromano hay por ahí…

 Yo, de momento, esta semana (si nuestra voluble sanidad no lo cambia) voy a recibir mi segunda inyección de comunión, pero no voy a repartir recordatorios con que hacer caja para pagarme la celebración. Será algo comunal y discreto, entre mi mujer, que también se vacunioniza, y yo, en plan íntimo compartido con nuestros convecinos prójimos… como dice querer este Papa. A lo mejor luego, me hago un chocolate con pastas a modo de revival de lo que me montaron hace 67 años… Y me doy cuenta que, para recibir esta vacunión no he recibido otra catequesis que un año de matraca mediática y alienante – parecido en forma, si no en fondo – a la otra…

Ya sé, me van a replicar los puristas, que no es lo mismo arrodillarse, cerrar los ojos y abrir la boca sacando la lengua, que arremangarse, o abrir la camisa sacando el brazo, cerrando, o no, los ojos, para recibir el santo pinchazo… Vale, sí, de acuerdo, pero en ambos casos es un inmunitorio lo que se recibe con toda veneración, ¿no?.. Contra el pecado o contra el Cóvid, que son dos virus distintos, pero con la esperanza de que actúe… Antes, con ir en ayunas y confesado, se podía comulgar (a mí no me dejaron tomar ni agua), pero para ir a vacunarme de la viruela ya daba igual, no había contraindicaciones, y si las había, que sí que las había, o no se sabían o no se decían…

 Pero con las dudas, miedos, inseguridades y precauciones que tanto nos tomamos hoy, los mayores que sean practicantes deberían de enterarse antes si pueden vacunarse después de haber comulgado, no sea el demonio que causen trombos… Miren, yo apuesto el poder de la fe sumado al de la razón, no al de la lucha entre la fé y la razón. Pero si alguien prefiere lo segundo, y no quiere ser asistido por la sagrada lógica, pues que me anatemice y me condene a la hoguera. Pá eso estamos.

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