BORREGOS Y CORDEROS

No. No son lo mismo. Los primeros son aquellos que imitan la tendencia marcada, los gregarios,  los que no se cuestionan nada, los que no piensan, los que siguen la huella de los de delante… Los segundos son los conformistas, los entregados, los derrotados, los resignados, los mansos, los silenciosos… No, no es igual un borrego que un cordero. El primero hace o que ve, y el segundo ve lo que hacen los demás. Uno se deja hacer, el otro no hace nada. El primero no ve, y el segundo no quiere ver.

                España es un país abundoso en ambas especies. La tribu de acogedores de hombres y la de los encogedores de hombros. En tiempos de pre-elecciones, como los que vivimos, es cuando más se nota este fenómeno urbano. Estamos en un período interelectoral, entre dos urnajes, y este desalentador efecto se hace notar demasiado mucho en una ciudadanía, cansada, sí, defraudada, también, pero políticamente inculta, socialmente ignorante. Y el desencanto se nota en un par de cosas: en el deshilachamiento de la costura política – 39 opciones concurrieron en las recientes europeas – y en la elevada abstención registrada. El primer dato demuestra una desmesurada oferta deseosa de captar desencantados, y el segundo dato responde al primero que ni siquiera así, chato…


                Pero la peor gangrena que puede darse es cuando te encuentras con los cada vez más “pá qué cambiar, si tós son iguales…”, porque esa afirmación lleva consigo el germen destructivo de la condena al no cambio, al no mejorar, a seguir igual, con las mismas corrupciones, con los mismos abusos, los mismos tics y podridos privilegios. Es una renuncia tácita a ejercer de ciudadanos libres, un tirar por el váter la responsabilidad personal, un “haced conmigo lo que queráis que yo aguanto lo que venga”… Y un pueblo de tristes muertos es el mejor caramelo para los malos políticos.

                Sin embargo, esa derrotista creencia es totalmente falsa. Quieren que creamos que es verdad, pero no lo es en absoluto. No es cierta. Lo que pasa es que nos mantienen aburridos y dormidos, profundamente dormidos, en un sopor emborrachante, porque el político de medro le tiene miedo, mucho miedo, a un pueblo despierto. Y nos inyectan sueños mediáticos, festivos y competitivos, de artificiales patrioterismos y artificiosos ídolos, con que mantener la modorra social. Y nos mantienen atontados y divididos con manipuladas y trasnochadas ideologías y partidismos de chicha y nabo. Porque temen el despertar de la gente, que el personal abra los ojos y vea que, concienciado y unido, es capaz de cambiar cualquier cosa que se proponga. Sin grandes esfuerzos, sin violencias, sin revoluciones ni algaradas. Solo que actuando juntos, coordinados en una sola y única conciencia social objetiva.

                ¡Qué fácil es decir eso, macho..!, soltaréis muchos. Pues es tan fácil hacerlo como decirlo, solo hay que creerlo y quererlo. Tan solo hay que actuar sin miedo… Eso es imposible, se argumentará… Pues si creemos que es imposible, lo será. Pero exactamente por el mismo principio, si creemos que es posible, también lo será. Seguro. Lo que pasa es que los que no les conviene el cambio son especialistas en esparcir el miedo. Con sutileza y eficacia. Porque saben que el miedo paraliza, y las personas caemos en la trampa de matar lo que nos causa miedo, pero no acertamos a matar el propio miedo.

                Un golpe de mano en las urnas es brutal, sí, pero imaginarse como ejemplo el método UNDIASIN. Un día, un solo día, sin que nadie, nadie, eche gasolina al coche. Un día de gasolineras vacías… Un día, un solo día, sin gastar electricidad. Un día de apagos y desenchufes… Un día, un solo día, sin comprar medicinas… Un día sin consumir ningún tipo de gas… Un día sin hacer un solo ingreso bancario y en que solo se saque… Un día sin… rellene los puntos suspensivos usted mismo.

                En Irlanda, millones de personas se han negado a pagar determinados impuestos, mientras los bancos no devuelvan el dinero público embolsado. Las amenazas de multas, de apremios y embargos no hacen nada. El gobierno está en estado de shock. No pueden judicializar a millones de familias. No pueden sancionar ni expedientar a millones de ciudadanos. Sería un colapso administrativo general… La sociedad ha plantado cara al estado.


                Lo único que cada uno tiene que preguntarse, mirándose al espejo, es: ¿qué soy, borrego o cordero?.. Usted mismo, amigo mío, usted mismo…

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