OPERACIÓN VIDA
Los avances
científicos siempre suelen plantear más preguntas que respuestas. Y, como
ahora, cuando se ha podido sintetizar el primer cromosoma, no es tampoco una
excepción, sino todo lo contrario: ¿podría enviarse un genoma de un planeta a
otro para que surja allí la vida?.. ¿apareció así la vida en La Tierra?.. ¿es
la vida un código binario, como un programa de ordenador?.. ¿y si así fuera,
entonces la naturaleza es el programa o el ordenador?.. ¿y el programador?..
¿podemos reconstruir especies pasadas?.. ¿y nuestra propia especie?.. ¿somos
semidioses?.. ¿o, si somos criaturas creadas, hay otros dioses?..
Ningún científico va a contestar
a estas preguntas. Ni lo admitirán siquiera. Pero, no lo duden, están pensando
en ello. Lo que a la gente no se le pasa por el caletre, los investigadores
hacen lustros que le dan vueltas. Y no existe un solo biólogo molecular,
créanme, que no esté experimentando tales posibilidades. Craig Venter,
Chandrasegaran, Luís Serrano, aquí, en España… llevan décadas sopando en este
caldo. Y desde los 90 se ha sintetizado un micoplasma, organismo unicelular
básico y autónomo, creado de productos químicos “de bote”. Es el principio
mismo de la vida artificial tal cual, que no necesita, como los virus
naturales, infectar una célula para reproducirse. Lo hacen ellos solicos, por
sí mismos..
Añada a este descubrimiento el
vertiginoso avance en las técnicas de secuenciación de ADN, y lo que tenemos
ante las narices es la posibilidad de crear cualquier tipo de organismo vivo.
Sin límites. Estamos a las puertas – si no lo estamos haciendo ya - de crear,
casi de la nada, bacterias, hongos, medicinas, fueles, carburantes, de obtener
la capacidad de retrotraer efectos degenerativos naturales… o de provocarlos. E
incluso convertirnos en modernos frankesteines sin necesidad de cadáver alguno.
Partiendo de la nada.
Pero
es que Venter aún va más allá. Un poco, o un mucho, más allá. Asegura que la
biología sintética del futuro inmediato ni siquiera necesitará esos productos
elementales “de bote”. Que se logrará a base de códigos binarios, como los
programas informáticos. Esto es, combinaciones ilimitadas de ceros y unos. ¿Somos
matemáticas en esencia?.. Por lo que se adivina, así es, lo somos. Y no es tan
disparatado, si lo pensamos con cierto sentido común de la más dura lógica. El
universo, por ejemplo, es pura aritmética hecha geometría.
Y nuestro cuerpo es pura materia. La materia
no es más que energía condensada. La condensación de la energía es una gama de
graduaciones de distintas longitudes de onda. Las graduaciones de onda son
diferentes combinaciones numéricas… Al final, somos el resultado de una
inteligente combinación matemática de energía primordial. Sí, efectivamente,
aquella misma que hace poco descubrió Higgs con su famoso bossón, o, como
recordarán, la que recientemente descubrieron en las secuencias iniciales (y
creadoras) del Bing Bang, la explosión inicial de Hawking…
Asombroso,
¿no?.. Mas no me tomen por ningún experto loco. Tan solo soy un humilde
aficionado. A lo máximo que podría acercarme es a aspirante a saber, a poder
explicar, a nivel de calle, estas grandiosas evidencias de las ciencias. Algo
así como la receta del pudding universal a nivel de cocina casera… ¡Joer..!,
brindo la idea al periódico por si se le remueven las entrañas, a ver si los
intereso en algo, leches… Pero miren, dejo constancia, aquí y ahora, que no
exagero un solo y jodido punto en los supuestos que aquí expongo. Lo juro por
Tutatis, ñoras, ñores y ñoros…
Lo
que pasa es que, dicho todo lo dicho, observen mis conspicuos lectores que la
enormidad de tales posibilidades a las que aludo se refiere a la física, pura y
dura, que tampoco es poco. Pero, si lo piensan bien pensadico, observarán que
en el ser humano, y en los animales en menor grado, existe un elemento
diferenciador más sutil y más allá del principio meramente vital: la capacidad
de saber que se es. O sea, la facultad de pensar, de discernir, de elegir, de
aprender, de evolucionar… o involucionar, por nosotros mismos. Lo que hace humano al ser. El albedrío de
convertirnos en ángeles o demonios. Algo que nos deja ser hacedores, o
deshacedores, de nuestra propia y jodida obra. Y ahora resulta que hemos
empezado a descubrirnos a nosotros mismos. Al final de todo acabaremos por descubrir
también el principio de ese mismo todo. Acojonante, ¿no?.. Posesomesmo.
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