SEXO E IGLESIA

El obispo de Valladolid se ha apoyado en el Código Canónico para des-recomendar que el pregón de Semana Santa sea efectuado por Soraya Sáenz Santamaría, como lo había propuesto la alcaldía de la ciudad – seguimos sin saber si la santa semana es política, religiosa o turística – por el hecho de que está casada por lo civil, y eso no es santo matrimonio ni es ná… (pues que se lo apliquen como legítima soltería, como hicieron con doña Letizia, digo yo…). Pero aquí el Código se aplica según el Derecho de cada cual… o cada cuala. Y ni por su sagrado segundo apellido siquiera… Pero es que también han echado un rapa/polvos a doña Dolores de Cospedal, por ser madre soltera, érase que se era… y no máter inmaculata. Y es que les escuece cosa mala que los que tienen por de los suyos se descarríen de forma y manera tan coloraota… Que luego a luego, que lo haga el catolicísimo Bono, como es sociata, posyasesabe… Pero los del propio banderín, jode un montón. Si bien también se sabe que la cosa de la piiiiiiib no tiene enmienda, y que hasta a Piiiiiiib le gusta el pringue. Así que tome buena nota la vicejefa de parecerse a aquella muchachita de Valladolid de flagelante cirio y semana santa blanquinegra, pura novia pura de cualquier Alberto Closas, que eso sí que mola al báculo, y no estas moderneces libertarias…
        A la Iglesia siempre le han salido ronchas con el sexo ajeno no controlado. Ya don Emilio Castelar criticaba “el empeño de los obispos por meterse en la cama de los españoles”. Lo soltó tras promover en las cortes una ley de libertad religiosa con matrimonio civil incluído en el lote, hace 145 años nada menos, aprovechando que los mitrados estaban de Concilio Vaticano I, así que se vinieron a sotana remangá y montaron oficios expiatorios en toda parroquia, hicieron que su prensa saliese impresa con luto de bordes negros en todas sus páginas y forzaron al clero a abjurar de la Constitución de 1869. Proclamaban, y es textual, que “España había instaurado el Concubinato Universal”. Y es que – y en esto la católica aún está como estaba entonces – las normas por las que rige el santo matrimonio vienen del Concilio de Trento (s.XVI), y quieren hacer creer que el matrimonio no ha existido mas que desde la fundación del cristianismo… Bueno, de “su” cristianismo.
        Pero es algo que no pueden con esto. Lo de la relación entre personas de igual sexo, alegan, es lo peor que ha ocurrido en dos mil años. Pues, pederastias aparte y disculpen, o no saben mucho de historia, o no quieren saber, o lo que quieren es escribir la historia ellos, pero esto, como el juntarse y el separarse, ha existido desde que el mundo es mundo, fray Facundo… Ni siquiera en la iglesia fundada por Jesús existían tales preocupaciones condenatorias. Fue desde San Agustín, que incluyó en la teología su visión enfermiza del hombre condenado por culpa de la mujer, diablesa sexuada, tentadora y amoral, súcubos del demonio enviados para hacer pecar al virtuoso varón hecho a imagen y semejanza de Dios, cuando se condenó más a la castaña que al castaño ad dívinis, per sécula seculorum.

        Y como de aquestas agustinianas cuitas vienen estos porrompomperos, el actual obispo de Córdoba, Mons. Demetrio Fernández, clama en su última pastoral en letras de fuego y sangre: “Huid de la fornicación”. Y acusa a la televisión, al cine, la radio, e incluso a toda escuela no religiosa, de “incitar a la fornicación”. No sabe el buen prelado que el cine, la tele o la “aradio” no son ni buenas ni malas en sí mismas, y que los padres de familia y los botones interruptores de aparato tienen su función en estas aleluyas, y es tan sencillo como saber ejercerlas con responsabilité.

        Mas enfín… Lo cierto es que hacía mucho, mucho tiempo que no había leído la palabra fornicar. Desde que era un zagalico, o sea, un púber con perdón. Y la verdad es que me hace gracia, qué quieren que les diga… Fornicare viene de la raíz latina que significa horno. Muy apropiada la relación buscada: agujero, oscuridad, calor, luego fuego, infierno… Me recuerda a aquella estampa ejemplar del esposo puro, sin mácula, embutido en largo sayal, arrodillado sobre el tálamo, ante su virgen tapada por inmaculada sábana con discreta abertura a la altura, a filtiré bordada si posible fuera… ojos en blanco, brazos en ofrenda, en recogida recitación de sublime y divina jaculatora: “Ofrezco este fornicio / No por lascivo vicio / Si no a modo de sacrificio / Y para dar a la Iglesia el beneficio / De procrear en sagrado oficio”. ¿Se imaginan la escenita..?. Pues vayan preparándose sus aliados, que a poco doren píldora a la santa madre, veremos si solo los eunucos irán al cielo… En esto nos ganan los que al llegar allí  destinan un par de huríes pá  cá uno, Unamuno…

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