TENER EL MUNDO SIN SER DEL MUNDO


El pasado año por estas mismas fechas y en estas mismas páginas, escribía con pelos y señales cómo la Iglesia estaba aumentando su patrimonio en toda España con las inmatriculaciones. Se estaban registrando como propios toda clase de bienes muebles e inmuebles, fincas rústicas y urbanas que mantenían los municipios sin estar inscritas a nombre de nadie, al amparo de una ley franquista, arbitraria y trasnochada que equipara a los obispos con los fedatarios públicos. Como los prelados no están sujetos a rendir cuentas a los poderes públicos, incomprensiblemente, muchos ayuntamientos se encontraron que habían perdido lo que siempre habían mantenido por la creencia de que pertenecía al pueblo. Ley que, por cierto, y al igual que el concordato, sigue sin derogarse…
                   De esta forma – califíquenla como quieran – no solo templos y catedrales, si no también palacios, cementerios, casas, huertos, solares, plazas públicas, locales comerciales, pisos, fincas, tierras de cultivo, edificios históricos y no históricos, protegidos o no protegidos, bienes de interés cultural o no… cientos de ellos, habían pasado a sumar el ya inmenso e incalculable patrimonio del mejor negocio del mundo: la Iglesia. Algo así como la famosa falsificación histórica del Acta de Donación de Constantino, por la que la católica se hizo rica y poderosa.
                   Ahora resulta que, no solo se los han apropiado subrepticiamente y a escondidas, como el buen ¿o mal? Ladrón, sino que además, quieren que los sigan manteniendo los edilatos y tampoco quieren pagar el correspondiente Ibi. Ha sido el ayuntamiento de Zamora el que ha destapado el tarro de las santas esencias, que, en tiempos de penuria, ha separado la tasa de retirada de residuos urbanos de la del impuesto de bienes inmuebles, que allí andaban juntos, para, al menos, poderle cobrar la recogida de basuras a los que tampoco querían pagarlas al negarse a pagar el Ibi. No al contrario. Lo que pasa es que la mecha, una vez prendida, se ha extendido y entendido al revés.
                   Y la gente común no orientada por párroco, y los medios de comunicación, y los de organizaciones laicas que ha presentado más de 30.000 firmas en el Congreso (se han esforzado poco, a fé mía), y una oposición que no hizo nada de esto cuando gobernó, andan pidiendo el fin de una exención que, en el fondo, no es más que un flagrante y sangrante agravio comparativo, por no llamarlo una sinvergonzonería, indecencia e injusticia manifiesta, más aún en los tiempos que corren, donde el erario no tiene ni para encargar unas misas en sufragio de sus perras. Máxime cuando es el único país de Europa, creo que exceptuando Polonia, claro, que aún mantiene una circunstancia heredada de  un nacionalcatolicismo arcáico, y no libre de execrables crímenes, dicho sea de paso…
                   Pero la jerarquía dice que nonis. Que los ampara los Acuerdos de la Santa Sede de 1.979, que los bienes por los que cobran alquiler no están sujetos porque el alquiler no es una actividad económica – no sé entonces lo que es -, que si están exentos por la ley del mecenazgo… enfín. Conozco entes y fundaciones adscritas a tal ley que pagan religiosamente tales impuestos, pero bueno, si ellos lo dicen… Lo cierto es que la Iglesia quiere perpetuar sus privilegios de clase imponiendo sus prerrogativas. Y, sin ser de este mundo, acaparan los bienes de este mundo a saco…
                   Lo que ya no tiene perdón de Dios – del mío, claro, no del suyo – es que el presidente de la Conferencia Episcopal Española, el Sr. Rouco Varela, amenace  con que si se les obliga a pagar el Ibi de sus cuantiosas posesiones, el servicio de Cáritas se verá afectado. Otra vez el chantaje moral, de nuevo la manipulación de conciencia de la que son maestros consumados. Todos sabemos que Cáritas es mantenida por ajenos bolsillos a los de la iglesia en una enorme proporción, y que sus servicios son prestados por bienintencionados y esforzados seglares, voluntarios y voluntariosos, creyentes o no. Y que la aportación crematística de la iglesia es mínima, señor cardenal… Más les vale que lo que su IOR y su banca Vaticana blanquean de dinero lo destinasen a estos menesteres en vez de a mantener una curia principesca de una muy mal llamada iglesia pobre. Y solo estoy aplicando el estricto sentido evangélico, monseñor mío…
                   Así que paguen el IBI, y compartan con los demás su aportación por sus inmensas propiedades, como cada quisque, que ustedes también hacen uso de las prestaciones sociales, aunque consideren que no son de este mundo… Por favor.

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