BOTELLONES, JERINGUILLONES, CONDONES...
… Mamones… Yo no sé lo que ustedes pensarán, pero yo creo que lo
estamos haciendo mal. Muy mal. Rematadamente mal. Aquí tenemos un par de
cuestiones en conflicto: Por un lado están los derechos y libertades
individuales, y por el otro el costo social que lleva y conlleva su mal uso y
abuso… ¿Se debe regularizar el juego, la droga, la prostitución, el bebercio,
la financiación de los partidos… y perdonen que la cuele aquí..?. Pues mi
opinión es que sí, en tanto en cuanto que se cumplan dos requisitos esenciales:
Primero, que no afecte a terceros, si no a uno mismo, y segundo, que las
consecuencias de ese ejercicio de libertades personales la pague cada cual de
su bolsillo, y no a cargo de la comunidad.
Un ejemplo. El
botellón. Hay que pasar factura vía administrativa, ejecutiva y/o judicial al
usuario de las intervenciones sanitarias, con todas las consecuencias. Si se es
mayor de edad, contra él mismo o incluso sus futuros haberes cuando los
hubiere, y si es menor de edad, contra los que ejercen la responsabilidad de su
tutoría legal y hacen dejación de ella. Sin contemplaciones. Embargándoles
hasta el aire si necesario fuere. Eso, y no lo otro, es verdadera justicia
social. Lo otro, ya digo, es una injusticia y una manifiesta irresponsabilidad
para con el resto de la sociedad. Miren ustedes… si yo exijo mi derecho a
mamarme, debo asumir las consecuencias de ese derecho, y no cargárselas a una
sociedad a la que molesto, de la que abuso, y, encima, me aprovecho de ella. Es
así de simple. Es así de sencillo. Porque si no lo hago así, estoy diciendo que
no tengo derecho a exigir la parte de libertad de la que no soy capaz de asumir
bajo mi personal responsabilidad, y por lo tanto, he de dejar que los que luego
me atienden sean los que marquen las normas que yo no soy capaz de asumir.
Y lo mismo para
con todo lo demás. Si soy un fumador consciente, habré de ser consciente
también que tendré que costearme lo que yo, y solo yo, me provoco
voluntariamente. Igual si consumo drogas, alcohol o lo que fuere… Como si soy
adicto a tirarme por un campanario, que aquí también meto, naturalmente, a los
balconings y todo deporte de riesgo o estúpido festejo de ídem, incluído
imbéciles concursos y demás toriles… Y si he metido, y pido disculpas por ello,
lo de la financiación de los partidos junto a chutes, putas y mamonadas, no es
por nada, aunque a algunos pueda parecerlo, si no porque obedece al mismo
principio. Lo que se declara legal, se controla, y lo que se controla se hace
responsable, y lo que se hace responsable paga impuestos, y si los paga, se
convierte en comercio transparente. A nadie le cabe en la cabeza que los
partidos se mantengan de las cuotas de sus asociados, aparte de que yo puedo
regalar mi dinero a quien quiera, qué leches… Lo que hay que hacer es
declararlo, tanto el que lo dá como el que lo recibe. Y que se conozcan
públicamente las fuentes. Se evitarían todas estas barcianas mierderías.
Hablamos y
hablamos de la madurez de la sociedad, pero es falso. Es mentira. A la vista
está que no somos una sociedad madura. O bien presumimos de conceder libertades
individuales a quienes no están dispuestos a asumir sus consecuencias, o bien,
en nombre de lo segundo, las recortamos cómicamente, patéticamente… o hacemos
gala de ambas cosas a la vez en una idiota ceremonia de confusión… Mientras
tanto, unos se suicidan poco a poco y otros les pagamos el suicidio y el
entierro.
Es obvio que no
podemos poner un guardia tras cada ciudadano. No es de recibo un mundo
orweliano a estas alturas del circo. El estado, entonces, se arrogaría hasta el
derecho de dictarnos lo que comer, beber, cómo, cuándo y a quién jo…robar, e
incluso lo que pensar, a fín de “salvarnos de nosotros mismos” y, de paso,
suplantar los derechos individuales de las personas. Solo queda un solo y único
camino: la libertad responsable. Pero no que sea responsable la sociedad de lo
que es responsabilidad personal mía, ni hablar… Que sea responsable cada uno,
individualmente, de su propia parcela. Y si no sabemos serlo, o no queremos
hacerlo, óiganme, pues entonces sí, atengámonos a las consecuencias. Es que,
cualquier otra conducta, joer, es hipócrita, injusta, y si me apuran, hasta
inmoral… ¿Qué no..?.. Pues, a ver, razónemelo…
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