¿DEMOCRACIA, DICE..?
¿Alguien se
acuerda de la Transición Democrática en España?.. ¿No..?. Pues no hace tanto
tiempo, joer… Yo recuerdo muy bien los gestos, los discursos, las razones y
argumentos de los políticos de entonces, cuando optaron por nuestro sistema
electoral, porque cualquier otro, decían, habría dejado sin representación a
las minorías, con quienes no se había consultado durante los 40 años de
dictadura franquista… ¿toma, ni con las mayorías!.. Y creo recordar que se
adujo que, al principio, había que hacerlo así para fortalecer a unos partidos
políticos inexistentes e inoperantes durante casi medio siglo, para,
posteriormente, llegada la madurez de funcionamiento democrático, devolver al
pueblo el poder electivo que le pertenece, restándoselo a los partidos. Una
medida temporal y de circunstancias, dadas las de la época.
Pero no fue así. Una vez
obtenido y catado el poder hegemónico que dan las listas blindadas a las
formaciones políticas, lo prometido fue olvidado y archivado, y la auténtica
esencia, secuestrada. Con el tiempo, más de tres décadas ya, los partidos se
han convertido en oligarquías políticas y nepotismo de clase. ¿Alguien duda
acaso que la corrupción, el amiguismo y la descomposición política de hoy es el
resultado directo de ello?.. Los aparatos de los partidos ya no buscan el buen
gobierno del pueblo, su no sus propias supervivencias, y mantener sus cuotas de
poder, personal o grupal. Las nuevas generaciones ya no saben que, un día más
bien cercano en la historia, por una estrategia quizá entonces aconsejable, se
le quitó poder a la ciudadanía a la hora de elegir a sus representantes, pero
ya no se le devolvió… Vivimos creyendo que ejercemos una democracia real e
integral, cuando solo es parcial y relativa.
Es cierto que ningún sistema
electoral está libre de la manipulación y distorsión provocadas por los
intereses partidistas y sus líderes sin escrúpulos en los aparatos legislativos
de las naciones. Es verdad. Pero los hay mejores, como los hay menos malos. Mas
pocos hay peores, yo no conozco casi ninguno, que el nuestro, donde los
ciudadanos votamos siglas en vez de personas. Listas cerradas, bloqueadas,
impuestas. La gente al servicio de la ideología, la ideología al servicio del
partido, el partido al servicio de sus políticos, por lo tanto, la gente al
servicio de los políticos. Ésta, y no otra, es la ecuación… ¿Y luego se quejan
del desencanto del personal con la política?.. En este tipo de secuestros, al
final, no funciona el síndrome de Estocolmo. .No… Al final, la gente se harta,
y dice, hasta aquí hemos llegado, esto es el colmo…
Y termina entendiendo, aún más
tarde que pronto, que a la democracia acaban matándola los falsos demócratas
emboscados tras unas siglas. Precisamente los que dicen representarla y defenderla.
Son los falsificadores y suplantadores de la auténtica democracia. Porque la
gente piensa: yo elegí unas ideas, no a estos ineptos, irresponsables y
sinvergüenzas que solo miran por sí mismos… Y es verdad. Es rigurosamente
cierto. Si hubiéramos tenido la opción, la mínima oportunidad, de elegirlos
directamente, al menos tendríamos la opción de avergonzarnos… Pero es que se han elegido ellos a sí mismos, en nuestro
nombre, pero en su interés. No nosotros.
En Alemania, por ejemplo, al
menos la fórmula es mixta. Allí concurre el principio decisorio de elección
mayoritaria con el modelo representativo de elección proporcional. O sea, cada
elector dispone de dos votos: uno para la elección directa de un escaño en las
circunscripciones por mayoría relativa, y un segundo voto a lista cerrada a
escala nacional. Este sistema permite combinar el favorecer lo atractivo del
carisma y valía personal de los candidatos con el fortalecimiento de los
partidos políticos. Al menos, creo yo, si tampoco es el sistema democrático
ideal y definitivo, sí que, al menos, es mucho más justo.
Hay que abrir lo que hoy está
cerrado y encerrado en sí mismo. Hay que romper los monopolios políticos que
ejercen las burocracias internas de los partidos. Los ciudadanos deben recuperar
su derecho de ser ellos mismos, y no las cúpulas políticas exclusivas, los que
elijan a sus representantes. Eso debería ser irrenunciable. Y no me vengan con
el cuento de que las primarias son eso mismo. El espectáculo que suele darse en
ellas lo único que pone de manifiesto, con sus enjuagues y luchas intestinas
para obtener el poder, es todo lo contrario… Todos sabemos ya lo que es un
placebo. Ahora, por favor, queremos la medicina auténtica, antes de que el
enfermo, con todas sus liendres, piojos y parásitos, la espiche y se vaya a
criar acelgas al campo.
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