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TORRE-PACHECO, MURCIA, Spain
Escribidor, más que escritor, empresario, Juez de Paz de mi pueblo, colaborador de la fundación Entorno Slow, certificado por Global Reporting Initiative como técnico para sellos RSC - Responsabilidad Social Corporativa -, vicepresidente de COEC (Confederación Comarcal de Organizaciones Empresariales) y presidente local, tonto útil, etc...

lunes, 20 de enero de 2014

VIOLENCIA(S)

Me restriegan por los morros mis nobles críticos que me estoy cambiando el chaleco de censurar las manifestaciones violentas a justificarlas. Pues no. Jamás. Nunca. Si se molestan en repasar mi hemeroteca verán que siempre, siempre, he criticado esa violencia en cualquier manifestación. Y no encontrarán ni una sola justificación. Ni una. Lo que pasa es que tengo mucho cuidado en separar la una (violencia) de la otra (manifa) y de rechazar la mezcla de la una con la otra. Como también siempre he dicho que sería muy bueno desarrollar estrategias urbanas para dejar con el culo al aire a los violentos tan pronto empiezan a actuar. Me niego a creer que es imposible desimplicar lo uno de lo otro. ¿Porqué en las manis contra la privatización de la sanidad madrileña, por ejemplo, no se dá ese fenómeno?.. Piensen un poco.
  
              En las últimas de las reflejas en Madrid por lo de Gamonal, se dio un hecho tan curioso como clarificador. Sale la manifestación de ciudadanos, pacífica y reivindicativa, seria, sosegada y tranquila, con personas de todos los tipos y edades… llegan al lugar previsto y proceden a disolverse y marcharse a casa, y, de pronto, aparece una cabecera totalmente distinta, un público absolutamente diferente, jóvenes tapados, emboscados y amenazantes, terroristas urbanos y violentos. Y siguen hacia la calle Génova donde, ¡oh casualidad!, los esperaban las fuerzas policiales, y empieza el baile. ¿Sospechoso, no..?. Me cuesta mucho creer que las fuerzas del órden no sepan nunca quienes son esos reventadores callejeros, esa escoria urbana que se vende al mejor postor – no seamos tan inocentes – para convertir una pacífica manifestación en una batalla campal. Los conocen de sobra, y están fichados. Son los mismos que se alquilan a los sindicatos en las huelgas… cuando no propios infiltrados.
                Pero como me hablan de justificar violencias, pues hablemos de violencias. Violencia es el frio espantoso, el asma y la bronquitis que están padeciendo niños pequeños y ancianos por no poder pagar el abusivo recibo de la luz. Violencia es que seis millones de familias dependan de comedores sociales y contenedores de la basura. Violencia es reducirles la paga a los jubilados hasta extremos inhumanos. Violencia es la existencia de 4 millones de niños infralimentados en las escuelas. Violencia es robar a los contribuyentes para entregárselo a los bancos. Violencia es gravar los vales de transporte, comida, ropa o guardería de las nóminas con impuestos. Violencia es poner el mismo Iva al lujo que a la comida. Violencia es una ley de seguridad ciudadana que ataca al ciudadano. Violencia es el abuso recaudativo de los ayuntamientos. Violencia es la corrupción del poderoso a costa del débil. Violencia es…
                Que la violencia, lamentablemente, genera violencia, es algo sabido. Aún y así no soy partidario de la misma en ningún caso. Sin embargo, permítanme saber distinguir entre la violencia causante y la violencia generada. La primera causa la hartura de la ciudadanía, la desesperación y la desesperanza, y se tiran a la calle a protestar. ¡Qué menos..!. y la gente está cada día más harta. Y más cabreada. Y les sobra razón. Y la violencia de los violentos callejeros es un arma de doble filo, y un caballo de Troya. Y es tan inadmisible que solo se arresten a jóvenes exaltados vecinos, y no a los inductores profesionales de altercados, como que nuestros jóvenes hijos, pobres cretinos, trabajen para el enemigo.

                Tarados, necios, cortomentales y tontos útiles siempre los habrá. Y sinvergüenzas maniqueos dispuestos a utilizarlos, también. Yo solo digo que hay que conocer esto y saber contrarrestarlo… Y que no regalemos trabucos a los ladrones.

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