MIXTIFICACIONES

Si nos fijamos bien, y a poco que analicemos la historia desde el advenimiento de la democracia acá, habremos de darnos cuenta que, tanto la definición derecha como la de izquierda, ha perdido parte de sus respectivos significados, aún andando ambas en direcciones opuestas a fín de (no) encontrarse en un centroalgo que las dos ambicionan al mismo tiempo que rechazan cada cual en su contrario. Y digo en direcciones opuestas porque si la izquierda ha hecho un viaje hacia la derecha, ha sido centrífugo, mientras el viaje de la derecha a la izquierda es más bien centrípeto. O sea, la izquierda ha mudado muchos planteamientos interiores, si bien que procurando conservar siempre la fachada, al contrario que la derecha, que se ha esforzado mucho en conservar su núcleo ideológico, cambiando mucho la fachada. 


                Me explico. La izquierda ha ido aceptando cada vez más ciertos principios liberales que les eran ajenos hasta tener que comulgar con las ruedas de molino de un capital que ha demostrado su auténtica cara en las últimas décadas, pero eso sí, su discurso nunca ha abandonado las consignas sociales e intelectualoides, más que intelectuales, en el que apoyar su marchamo, cada vez más acomodada y mejor instalada en el segmento más privilegiado de la sociedad, pero que cada vez también se revela más fachada que otra cosa. Por el contrario, la derecha ha conservado su núcleo interno casi intacto de alianza con los poderes fácticos, iglesia, riqueza, con la ortodoxia en definitiva, si bien realiza contínuos esfuerzos, mejor o peor disimulados, eso sí, para poder dar una imagen avanzada de preocupación social. Pero es solo eso, un disimulo necesario para ganarse el centro. Solo hay que ver la actuación, por mal ejemplo, de la alcaldesa de Madrid, vendiendo cientos de viviendas sociales a fondos buitre que están tirando a las familias a la calle, para darse cuenta de su auténtica filosofía.

                Lo que pasa es que ambas cada vez más falseadas ideologías – aunque una más que otra – están siendo absorbidas y manejadas por los poderes financieros, bancarios y especulativos. Para ellos es como comprar dos marcas aparentemente distintas que se reparten el mercado de las ideologías y hacerlas fabricar al mismo chino para seguir vendiéndolas por separado. La clientela ya está domesticada por la costumbre y cree comprar lo de siempre sin ser consciente que ya no es lo mismo. De una tiene que cambiarle el motor y dejarle la carcasa, y de la otra, al revés, cambiarle la carcasa y dejarle el motor. Los votantes… perdón, los comprantes, son lerdos y tardos en darse cuenta de su manipulada ceguera.

                Por eso mismo, ambas fuerzas reaccionan exactamente igual la una que la otra cuando ven que esos votantes tontos empiezan a darse cuenta de la mixtificación y se agarran a un flotador no controlado… de momento, al menos. Y se unen para ir contra esos flotadores al unísono y por separado. Y actúan igual porque son lo mismo. Cometen el error, como Rajoy, de decir que Podemos y Ciudadanos son iguales, es tal su histérico análisis que no sabe ya ni distinguir, o no le interesa. Pero son casi opuestos, así como el PP y PSOE son casi iguales. Y asistimos a una campaña electoral donde ambos partidos, el del gobierno y el de la oposición, les ocupa el mismo discurso: atacar al enemigo común. Se están dejando de sutilezas y se les están descascarillando la pintura de las fachadas. A poco veremos que el color original de ambas se parecen mucho. No me extrañaría nada… es más, estoy casi seguro, que en la trastienda del guiñol, estén diseñando la escenificación de una posible coalición para el caso de que se cumplan los peores vaticinios de las encuestas.

De ahí su ensañamiento con Syriza, el alineamiento con las naves capitanas europeas del poder económico, toda la parafernalia alarmista de que aquí pase como en Grecia, las advertencias, chantajes y amenazas… Tanto desde la derecha como desde lo que parecía izquierda. Todos a una, como en Fuenteovejuna, que no se diga… Pero todo es una gran mixtificación. La izquierda no está donde se creía y la derecha sigue camuflándose de un centro que nunca fue. A los emergentes los han convertido en dianas al gusto de cada uno de los tiradores… éste es de extrema izquierda, aquél es de derechas… Son como los muñecos de las barracas de feria a los que cada cual pone el mote que quiere y le tira a dar. Pero solo son hartos, desencantados, estafados… hijos de su propio mal hacer.


Como dice un conocido y reconocido filósofo contemporáneo: ya no existen derechas e izquierdas, tan solo existen ricos y pobres. Los primeros cada vez más ricos y los segundos cada vez más pobres… Pues quizá sea por eso mismo, maestro…

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