PARALELISMOS
El organismo humano es un mecanismo extraordinariamente complejo. Y, a
la vez, cuanto más complejo y evolucionado en su estructura, más expuesto a
romperse y más delicado en su funcionamiento. Casi podríamos decir que a mayor
perfección, mayor riesgo. El de los seres humanos, por ejemplo, está sujeto a
mil factores: alimentación, hábitos, medioambientales, mentales, culturales,
sociales, económicos incluso… que lo limitan, lo condicionan o lo enferman, y
que son factores que, en teoría al menos, escapan a su control. Y digo en
teoría, porque, en realidad, es el propio hombre el que influye y modifica
directamente esos factores para bien o para mal. Resulta paradójico, pero realmente
es así. Nosotros mismos nos construimos o destruimos nuestra propia salud
viviendo como vivimos. Lo que pasa es que igual que tenemos capacidad para
arruinar el medio natural y nuestro propio organismo en el mismo kit, igual
desarrollamos la misma capacidad para recomponernos en parchearnos sobre la
marcha a través de la medicina, esto es, la farmacia, y la cirugía, que, en
definitiva, no son más que la química y la mecánica del organismo. Yo mismo
tiro de mi salud con media docena de reparaciones de taller a base de ocho
pastillas diarias, que es el aporte químico que necesita mi cuerpo para
funcionar…
Porque si
examinamos de cerca las democracias europeas, y especialmente la española,
están enfermas… la nuestra, seriamente enferma. Los organismos pluricelulares
tienden a ser más complejos, completos y perfectos, uniéndose y multiplicándose
formando uno solo de muchos, fuerte y compacto. Europa no termina de
conseguirlo. Está estancada, en un intento donde la insolidaridad y los
egoísmos intercelulares boicotean el resultado óptimo. Pero es que España anda
una senda contraria, una disolución celular, un cáncer con un par de nódulos
(País Vasco y Cataluña) que se retroalimentan y amenazan con producir
metástasis en una democracia a medio camino aún entre esa misma democracia y la
dictadura de la que proviene, y con una incultura democrática en todas sus
células muy preocupante…
La conclusión es
muy simple, tanto en la salud física de nuestros miserables cuerpos, como en la
salud democrática de nuestra patética sociedad: o cambiamos radicalmente de
forma de pensar y la manera de actuar, o nos vamos a la puñetera mierda…
Nosotros mismos.
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