FIESTAS
Me pide el
cuerpo escribir sobre las llamadas fiestas populares, pero escribir sobre ellas
casi que significa escribir contra ellas, y eso me supone un pequeño trauma, y
que me llamen aguafiestas, y agonías, y muchas cosas peores, todos los que aún
no se han enterado que solo el mal tiempo puede aguar unas fiestas. Es un
desahogo contra el que va a la contra. Porque nunca, jamás, ningún antifiesta –
que sería el calificativo correcto – tiene poder para ello, puesto que con no
hacernos puto caso, asunto concluido… Pero sí, me apetecería escribir sobre
tales fiestas de los sanotes y aguerridos pueblos de aqueste reyno, sobre todas
las siempre nobles y muy leales villas de la España mesetaria, montaraz o
costera, que aún piensan, sueñan y creen que sus fiestas, patronales y
benditas, populares y cainitas, siguen siendo el sol que los calienta y la sal
que los alimenta…
…Y quisiera escribir sobre
cabras descalabradas desde campanarios altivos, de toros picados, alanceados,
embolados, ensogados, despeñados, cegados, quemados vivos y torturados hasta la
más soez y cruel saciedad… pero no me atrevo, y me dá cosa, no sea que me
acusen de traidor a la tradición. Que tal falta, Dios mío, es de gravedad
manifiesta. O de ser un hipócrita, ñoño y tontiblando, que mira con asco esa
barbarie, mientras se zampa un chuletón entre agradecidos eructos de bien
sentar y mejor sentir… o que sea un antiespañol y antipatriota, enemigo de los
valores señeros…
Me gustaría escribir algo sobre
cómo un amable, gracioso y festivo grupo de personas, con mucho alcohol y algo
más en las venas, en las tripas y en los sesos, con la capacidad pulmonar de un
par de docenas de asnos, se apropia de cuanto espacio público le apetece, y
anteponiendo su propio desbarre a cualquier otro derecho ajeno, y arrogándose
la encarnación del espíritu de la fiesta, berrean, burrean y hacen cuanto le
dicta su santa y real gana… pero, por otro lado, se me hace muy cuesta arriba,
porque temo que me llamen dictador, tirano, y hasta antidemócrata… y eso sí que
no, antidemócrata no…
Me encantaría escribir un
poquico sobre la intimidación a los débiles, a los más tímidos, a los ancianos,
a los simplemente educados, sobre el abuso a las chicas, la violencia y las
humillaciones que los borrachos y los chulos ejercen al amparo de toda fiesta
santopatrónica, y que suelen ser silenciados, si no justificados, ante la
jarana propiciatoria en la que la alegre muchachada se desfoga sanamente. Cosas
de chicos, ya se sabe, la juventud… Pero no lo voy a hacer. Y no lo voy a hacer
porque no quiero que me llamen reprimido, puritano, y puede que hasta mojigato
sexual, si no algo peor…
Escribiría también sobre los
atentados sonoros y visuales de mal o peor gusto, de charangas, verbenas,
discomóviles o discofijos, y que las comisiones de festejos y ayuntamientos
consideran que a toda pastilla y a máximo volumen es sinónimo de apto para
todos los públicos. Y sobre todo, ese binomio ruido igual a fiesta, que se
impone porque sí, porque el concepto de que lo ruidoso, cutre y machacón tenga que oírse hasta el último confín del
universo-pueblo, ahora significa cultura, cuando es todo lo contrario… pero me
dá apuro, no sea que me llamen snob, o elitista, o superio, o directamente
gilipollas…
…E igual quisiera escribir un
algo sobre cómo muchos municipios con las arcas vacías, de cuentas ruinosas y
desastrosa tesorería, que a duras penas si pueden mantener los servicios
públicos más básicos y elementales, ningún año restan de sus gloriosas fiestas
patronales un solo acto, un solo cohete, no sea que les canten que los mozos
del pueblo, riau, riau, s´han cabreau… pero tampoco lo voy a hacer para que no
me acusen de populista, o demagogo, o me sienta herido con un algo insultante…
Así que para que no me tachen de
hipócrita, ni de sátrapa, ni de antipatriota, ni de elitista, ni de puritano,
ni de demagogo, ni de represor ni reprimido… este año no voy a escribir sobre
las fiestas, por mucho que me apetezca hacerlo… ¡¡ Hala..!!
Comentarios
Publicar un comentario