MEDITACIONES
Me entretengo
dándole vueltas a una frase de Julián Barbour, en su obra El Final del Tiempo…
Dice así: “Si no sucediera nada, si nada
cambiase, el tiempo se detendría. Porque el tiempo no es más que cambio, y es
precisamente el cambio lo que nosotros percibimos, no el tiempo. De hecho, el
tiempo no existe”. La verdad es que, reléalo usted, pero esto tiene migas.
Si no fuera el pensamiento de un filósofo, diría que el axioma es el de un
científico. Concretamente de Einstein. Prácticamente es pura física quántica,
pero en fin… Soy consciente de que los artículos a los que se les empieza a ver
el plumero, como éste, resultan un poco áridos… aunque yo diría más bien,
incómodos, al menos para algunas ciertas personas. Y eso que intento vulgarizar
estos temas, pero es más cómodo no entender que esforzarse en entenderlos. Y no
crean que no lo comprendo. Lo comprendo perfectamente bien.
Solo existe un problema. Un
jodido problema. Y es que a mí me atraen cosa mala, y eso me autoriza a meter
alguno que otro de vez en cuando. Ustedes disimulen, porfa… Pero, piénsenlo
bien, please. No existe el tiempo, si
no lo que transcurre a través del tiempo. Es otra forma más corta de decir lo
que Barbour. Porque lo que ocurre, es verdad, son los cambios de las cosas y
los casos, solo cambios, una sucesión de cambios, de mudanzas… no sé si para
bien o para mal, pero se sucede un cambio tras otro. Bien, vale… Pero, ¿eso qué
significa?, ¿para qué sirven tales cambios?.. Me imagino que son para adquirir
experiencia. Bueno, de acuerdo, y esa experiencia, ¿por qué y para qué?.. Y me
sigo imaginando que es para evolucionar… por algún motivo y razón estamos
metido en algún tipo de evolución. La consecuencia, por lo tanto, es que si no
produjéramos esos cambios continuos, si no necesitáramos esas experiencias, el
tiempo, al no existir, cesaría de manifestarse, o, mejor dicho, dejaríamos de
sentirlo. Ahora bien, ¿puede haber una existencia sin tiempo..?.
Los pocos que se hayan atrevido
a seguirme hasta aquí, ya se estarán ciscando en los calostros que mamé…
Tampoco se lo reprocho. Pero ya que han llegado conmigo, siguiendo la línea de
mi pensamiento, hasta este punto, jodido punto, si es que pueden intentar
concebir tal cosa, una existencia sin tiempo, sin duda pensarán que eso es Dios.
Quizá otros dirán que eso es la muerte, lo que pasa es que entonces se
incurriría en una contradicción, por otro lado muy normal en mucha gente, que
es achacar a la muerte una no-existencia, y entonces eso sería un contrasentido
en sí mismo. Así que mejor vamos a largárselo a Dios, que para eso está. ¿no?..
Al fin y al cabo Ël es donde siempre acudimos para explicar lo para nosotros
inexplicable. Cada vez que un razonamiento nos lleva a un aparente callejón sin
salida, usamos una de las millones de ideas disponibles y posibles de Dios.
Dios es cojonudo. Dios es la respuesta a todas las incógnitas, y es el órden en
todos los cajones de sastre del desastre humano. Como diría un amigo mío, de
sabio colofón, “…joer, pá eso es Dios,
¿no..?”. Pues eso.
Vale entonces. Sigamos con lo
que sabemos hasta ahora. Hubo una existencia sin tiempo que algo o alguien puso
en movimiento. San Juan habla del Verbo, del hágase, de la palabra creadora…
Stephen Hawkings habla de la gran explosión inicial, del Bing-Bang… Fuese como
fuese, el caso es que a partir de ese momento, empezaron a suceder cosas y a
sucederse cambios. Tic-tac, tic-tac… y algunos algos, luego devenidos en
algunos alguienes, empezamos a experimentar algo que vinimos en llamar tiempo…
o la ilusión del tiempo, porque si el tiempo no existe, y, desde luego para
Dios no existe, solo está por necesidad para nosotros, y solo mientras lo
necesitemos…
Quiere decir entonces que
vivimos un sueño temporal. Mejor dicho quizá, vivimos EN un sueño. Algo así como
EN el sueño de Dios, o lo que Dios fuera. Y si para Él no existe ese jodido
tiempo, todo lo que para nosotros es presente, pasado o futuro, esa
pre-Existencia ya lo sabe, puesto que conoce el final de todo de antemano, así
como las consecuencias pre-establecidas desde el principio por nosotros mismos,
por nuestro libre albedrío o lo que sea. Hagamos lo que hagamos, sabe lo que
vamos a hacer porque ya está hecho desde que empezó este lío. La ley de las
causas y los efectos es nuestra herramienta, no la de Dios, que ya sabe el
desenlace de lo que no tiene desenlace posible… ¿Me siguen?..
O sea, que lo que decía al
principio de esta broma del tiempo. Dios se lo está pasando bomba, pero
nosotros vamos como pajaricos sin niar. Así que miren… no hagamos nada,
quedémonos quietos, paraos tós… entonces se acabará este puñetero mundo y
volveremos a la casa del Padre, de donde, por otro lado, tampoco nunca llegamos
a salir… ¿Cómo se les ha quedado el cuerpo?.. Naturalmente.
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