Datos personales

Mi foto
TORRE-PACHECO, MURCIA, Spain
Escribidor, más que escritor, empresario, Juez de Paz de mi pueblo, colaborador de la fundación Entorno Slow, certificado por Global Reporting Initiative como técnico para sellos RSC - Responsabilidad Social Corporativa -, vicepresidente de COEC (Confederación Comarcal de Organizaciones Empresariales) y presidente local, tonto útil, etc...

miércoles, 5 de abril de 2017

CAPIROTES


                Es inevitable. El pasado se filtra por los resquicios del presente. Sobre todo cuando el presente está construido con un pasado del que se ha mantenido la forma exterior como un escenario, el decorado de un pingüe negocio: la Semana Santa. Lo único que ha cambiado es la truculencia de su oscurantismo original por la rentabilidad de su exhibicionismo actual, naturalmente… Pero el escaparate es idéntico. El escenario se conserva intacto, y toda la parafernalia se repite, año tras año, como un auto de fé congelado en el tiempo de la historia, si bien hoy, destinado únicamente a consumo autoturístico, a que cumpla su función ordeñadora reponiendo la función teatral evocadora. Y lo que yo evoco resulta tan castrante y frustrante que me pregunto qué semana era  la verdadera, si aquella o ésta, aunque ambas sean idénticas en las maneras, en la cáscara, y me contesto a mí mismo que ninguna es verdaderamente auténtica. Que ambas son falsas. Por lo que tampoco nada se ha perdido como tampoco nada se ha recuperado, tan solo que el foco de la película se ha trasladado… de sitio, y ahora se ve desde la perspectiva del negocio.

                Mi infancia vivió unas semana santas opresivas y represivas. A la escenificación escalofriante de procesiones de encapuchados kukuxclanescos, penitentes, como los actuales autoflagelantes shiíes del profeta, se añadía el ominoso culto a la sangre derramada, las ceñudas y oscuras damas de mirada acusadoras y escrutadora tras sus velos y mantillas, que escupían a la vida durante esa semana… - Nene, no se puede cantar… - Niño, no silbes… - No se puede jugar… - No puedes reír, crío del demonio… - ¿Cómo te atreves a estar contento?, tienes que estar triste… ¿Por qué..?, preguntaba el más osado, o el más infeliz… No se puede cantar, ni silbar, ni jugar, ni reír, ni estar alegres, porque se ha muerto el Señor, y estos son días de luto, tristeza y rechinar de dientes… era lo que te contestaban con severa admonición y casi que con odio, bajo los ropajes y crespones negros de aquellos días.

                …Menos mal, menos mal que aquella censura inquisitorial nos dejaba, al menos, las películas de romanos, casi como un clavo de espinas al que agarrarse para sobrevivir a aquellas semanas santas. Luego supe que su cerrazón mental, su obtuso pensamiento religioso, las permitían porque, al fin y al cabo, aquellos pecholatas eran parte de la escenificación de aquellos días. Algo así como la ubicación histórica de los hechos pasionales. Leches fritas… Era cine de aventuras donde mismo se prohibían otras aventuras de cine, otras películas iguales, al fin y al cabo. Quo Vadis?, Ben-Hur, La Túnica Sagrada, Rey de Reyes, Barrabás, Espartaco, La Caída del Imperio Romano… Para mí era glorioso cine bélico, a la postre, de casco y espada en vez de sombrero y colt, pero a caballo igualmente. Y mucho más lucidas y espectaculares que los western´s, dónde va a parar. Porque hasta los dramas de “a moco tendido”, típicos de una época en que se tapaban desgracias reales con desgracias ficticias, se consideraban obscenas en Semana Santa… Y pecaminosas, por lo inadecuado del calendario, ¡…falta de respeto, joer!. Eran tan inaceptables como inaceptable era vivir un poco contento.
        
Y resulta curioso que hoy, en la actualidad, bastante más de medio siglo después, las cadenas de televisión sigan abonadas a tal absurdo. No sé si es por falta de imaginación, o por el deseo de recrear aquella atmósfera idiota y asfixiante, o qué motivo les mueve a recurrir a los mismos subterfugios cansinos y burdos. Ya no creo que esté el censor de las 4R con reparos tocándoles a la puerta cada Semana Santa de cada año, ¿verdad?.. Aunque tampoco me extrañaría demasiado que este gobierno, confesional y monaguillo, enviara ovejunos consejos a los medios. Pero no creo, pues esto también ha pasado con gobiernos de pundonoroso socialismo…

                Yo creo que España ya lleva el capirotazo inserto en su Adn. Lo llevamos los españoles de épocas atrás en nuestros genes como una marca de fuego, luto y sangre, que los más fundamentalistas intentan transmitir en los suyos a los suyos. Así que, aún aparentemente, nos flagelamos con ellos en primavera lo mismo que luego nos bañamos en verano. Y carnavaleamos a nuestras imágenes, y las sacamos a la calle en interminable procesioneo, entre lujos y presunciones vanas, entre una fé torcida y enfermiza y un espectáculo formal y productivo. Y en los entreactos del teatro, mientras se cuentan ases y sextercios que han caído en las mesas de los comerciantes y cambistas, seguimos poniendo y re-poniendo, por pura costumbre y tradición, películas de romanos… A mí, fíjense, ya me resultan entrañables, y me produce hasta cierta ternura verlas… Pero, por favor, váyanse a hacer gargarismos los capirotes mismos.- Ándele, ándele…
               

MIGUEL GALINDO SÁNCHEZ / El Mirador / www.escriburgo.com / viernes 10,30 h. http://www.radiotorrepacheco.es/radioonline.php

No hay comentarios:

Publicar un comentario