DOLOR MORADO



Este viernes pasado, 14 de Abril, no solo fue Viernes Santo, sino que también fue el aniversario de la República. Curiosa coincidencia. Extrañas matemáticas las que manejan los ángeles para encajar en una misma fecha dos eventos tan distintos como distantes entre sí y en sus diferentes significados. Aunque comparten detalles y destellos, conceptos como la sangre derramada, el drama y la muerte. En la Pasión ya se sabe, el sacrificio del inocente, de la víctima propiciatoria, del cordero. En la República, los prolegomenos de una guerra civil y fratricida, con más drama, y muerte, y sangre derramada. También comparten el morado como color emblemático. La Semana Santa en sus túnicas y sus paños, como símbolo de sufrimiento. La República, en su bandera, como símbolo quizá de lo mismo... Hay hilos ocultos que saben lo que tejen más y mejor que nosotros interpretamos lo que vemos.

La vieja mujer y el creyente sincero lloraron, y sintieron, seguro, una punzada de dolor, mientras los impostores de tapa y birra entre paso y paso, entre misa y misa, se rasgaron sus vestiduras, moradas, claro, y recompusieron de fingida seriedad su semblante, mientras repetían las torrijas. Es la tradición, se dirían a sí mismos, y se justificaron con eso. También los ya escasos supervivientes de la historia, que aún llevan en sus rostros y en sus almas las profundas arrugas talladas a bayoneta, recordaron con sufrimiento las vidas humanas que se cobró aquella locura, mientras los nuevos republicanos tricoloristas, jóvenes, privilegiados y burgueses, juegan a poses, selfies y postureo, se descorbatan y se empuñetan, y se comportan como los críos maleducados que en realidad son.

Días de luto, días de muerte... Carmen Chacón, socialista de las buenas, casi seguro que buena republicana, también tenía su cruz marcada en el calendario un día de esta Semana Santa. Precisamente. Casualmente. Acabó su procesión demasiado temprano, demasiado pronto, demasiado poco recorrido... qué pena. Igual que lo de los días de Pasión, reunió en sus exequias a compañeros y camaradas que la lloraron sinceramente, con sentimiento, con reconocimiento y sentido de pérdida. Y como en esos días también, llevó en su cortejo penitentes cosidos a su palabrería vacía, a sus gestos postizos de dolor, a sus estudiadas rasgaduras de calculadas vestiduras... Y a ver qué pasa ahora, y a ver quién ocupa su hueco en el escalofón... El privilegio de servir o el privilegio del poder. Antes, como ahora. Poder servir, o servirse del poder... ¿Quién sirve y quiénes se sirven?.. Desde la República acá todo ha sido un inacabable viernes santo. Dolor, sacrificio, luto, puestos para servir y ser vistos, lugares de penitencia y de presunción... O la presunción de la penitencia... Provecho y confusión...

José Antonio, enfermo terminal de Ela, también ha rondado con la procesión de su proceso su semana de pasión, para acabar muriendo solo. Como el crucificado. En la más espantosa soledad porque no quiso implicar con la ley a los suyos en una muerte buscada. O mejor dicho, adelantada, por su propia mano. Hay muchas cruces de las que colgarse y muchas cruces de las que ser colgado. Y hay algunas, como en estos casos, a las que uno se acerca voluntariamente tras haber sido condenado previamente a ella... Hay que ser muy de izquierdas, y muy publicano, para pasarse por los forros uno de los más acendrados valores de una moral equivocada. Y tener mucho valor, y serenidad, y amor, y capacidad de entrega, y sentido de la justicia, como el del Gólgota, al que pasean cada viernes santo bajo el común luto de color morado...

Pero no se puede morir sin haber vivido antes. Eso es un imposible. Como tampoco se puede vivir sin morir, que esto vino a decirnos Aquel que resucitó. Por eso, casi estoy seguro, que Él bromeó con la muerte, como todo el mundo alguna vez, o aún mejor que todo el mundo. Y cuando cató el buen caldo de Canaán, tuvo que decir - o pensar - este vino está de muerte... O cuando se le ocurrió hacer coincidir a dos mil años vista una República izquierdosa con lo que sabía íbamos a convertir su sacrificio, tuvo que decirse a sí mismo, "jó... para morirse de risa".


MIGUEL GALINDO SÁNCHEZ / El Mirador / www.escriburgo.com / viernes 10,30 h. http://www.radiotorrepacheco.es/radioonline.php

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