EUTANASIA
Alguien muy Alguien dijo que “no
existe mayor gesto de amor que dar la vida por los demás”, y yo no voy a
tocar una sola tilde de esa magnífica frase. Tan cierta es. Pero si nos fijamos
en aquella persona que es capaz de eso, y por exactamente el mismo motivo (el
amor) se ve forzada a hacer lo contrario – quitar la vida a la persona por la
que daría gustoso la suya – no es menos cierto que su gesto de amor iguala, si
no supera, el hecho primero. Porque si es capaz de dar la vida por no soportar la
existencia sin la persona por la que se da, cuánto mayor sacrificio es soportar
tal existencia por acabar con el sufrimiento inútil (y digo inútil al ser el de
una agonía tan interminable como irremediable) de la persona a la que se ama
por encima de la propia vida…
Abro
este comentario porque deseo hacerlo en memoria de Mª José Carrasco, y porque
deseo enaltecer el acto valiente y generoso de su esposo, Ángel Hernández, por
su gesto dictado por el amor, más allá del amor mismo. Solo aquellos que han padecido
la agonía de un ser querido sabe de lo que estoy escribiendo hoy aquí, en estas
líneas semanales. Es una reflexión, a la vez que un homenaje, si me lo permiten
ustedes. Y es porque resulta una crueldad inaudita que, por amor, por
compasión, por dignidad, incluso por justicia, dejar en manos de las personas
más próximas y afectados, en todo su dolor y soledad, el tener que afrontar los
riesgos médicos, mediáticos y penales cuya responsabilidad debería corresponder
a toda la sociedad en su conjunto, como tal sociedad avanzada. Y miren lo que
digo. Me voy a arriesgar a decir incluso éticamente avanzada, evitando
enfatizar la moral, puesto que la primera no siempre forma parte de la segunda,
ya que la segunda no siempre cuenta con la primera, y ustedes me sepan
disculpar, pero así es…
Hay
incluso morales contrarias a la ética. El bien morir debería ser asemejado al
bien vivir. De hecho, lo uno forma parte de lo otro. El principio de “dejarlo
en manos de Dios” resulta un tanto corto y escaso cuando Dios ha dejado en
manos de los hombres tantas cosas… Si interferimos con un Jehová que deja morir
a sus fieles por negarles un avance médico que les salva literalmente la vida,
y ponemos los motivos científicos y humanos por encima de los religiosos en
este caso, ¿qué nos impide poner en manos de la misma ciencia una muerte digna
a una muerte que, por irreversible, ya ha sido reclamada por Dios?..
Perdónenme, pero Dios ha dejado en manos humanas la teología e interpretaciones
del mismo Dios, por lo que el decir “es la voluntad de Dios” no es más que un
sofisma inventado por el mismo hombre. Hipócritamente cedemos a Dios su
voluntad cuando y donde ya no alcanza la nuestra. Por no poder, o por no
querer. Y eso, cuando menos, es un flagrante contrasentido.
Así
que si queremos poner sentido a tal contrasentido, es necesaria una ley, cabal
y formal, de la eutanasia. Desde el respeto a la creencias religiosas que
también respeten, claro. Una eutanasia voluntaria y no impuesta, donde se ponga
fin al sufrimiento innecesario y soez de una vida que ya ha llegado a su fin,
no solo es un acto civilizado y de dignidad humana, también es un acto de
caridad… es llevar la compasión al estatus de derecho. Para cualquier persona,
duele más el sufrimiento inútil de los que amamos que su propia muerte
liberadora. Y eso es de toda lógica y sentido común. Que cada cual, en
conciencia, rechace lo que no considere para sí, pero respete la libertad de
aceptarlo.
Seamos
razonables. La palabra Eutanasia, afortunadamente, y sensiblemente también, ha
ido perdiendo connotaciones negativas en el tiempo, y adquiriendo connotaciones
compasivas. Hace décadas, eutanasia era casi que sinónimo de asesinato. Los
sínodos católicos nos atemorizaban con que abrir tal camino legal era autorizar
a gobiernos sin alma a quitarse de en medio a la ciudadanía improductiva,
ocultando que los gobiernos sin alma, como las fés sin alma, no necesitan ley
alguna para asesinar y matar. Un horrible ejemplo, si bien que descriptivo, es
el genocidio nazi, por cierto que permitido en el silencio de un pío Pio… Ahora
la eutanasia se entiende y se define como un concepto de respeto a la libertad
y a la humanidad de las personas, donde el amor y el dolor han de dirimir sus
diferencias y sus coincidencias, donde una vida digna ha de ser equiparable a
una muerte igual de digna.
La
ciudadanía ya es mayoritariamente favorable a ella. Se está pidiendo desde
todas las instancias. Lo incomprensible, lo absurdamente incomprensible, es que
los políticos de este país, timoratos y cobardes, aún no respondan, a estas
alturas, a las demandas de sus ciudadanos… ¿A qué, o a quiénes, se sienten
sujetos?... ¿a los que votan o a los que los atan?.. Si es a los primeros, que
actúen en consecuencia, de una vez por todas, y si es a los segundos, que rompan
platos, hatos y concordatos. Ya esté bien,
joer… que parece que aún gobierna Fernando VII…
MIGUEL GALINDO SÁNCHEZ / El Mirador / www.escriburgo.com / viernes 10,30 h.
http://www.radiotorrepacheco.es/radioonline.php
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