NO ES LO QUE PARECE
Como declaración de principios,
estoy absolutamente a favor de la libertad de expresión (de la libertad más que
de la expresión, ya me entienden ustedes), a favor del derecho a la
información, y respeto a los que son fieles a su línea editorial si ellos respetan
a los contrarios, y todo eso. Que conste en aquesta acta y acto. Unos medios
privados de libertad y de derechos, que solo obedecen al pensamiento único, sin
pluralidad en ellos mismos y entre los que son acogidos en sus páginas y/o en
sus pantallas, es debido a que viven de paniaguados de un régimen dictatorial,
o a que se desenvuelven en una falsa (o semi) democracia. Solo los que
ostentan, aún con todas sus imperfecciones, tales premisas, pueden considerarse
dignos medios de comunicación. A lo que hay que aspirar es a que tales
imperfecciones no sean endémicas.
Hace
algunas décadas, cuando militaba en la guerra de las galaxias empresariales, ya
saben, defendiendo estos y aquellos intereses en relevantes puestos a costa de
los míos – no culpo de ello a nadie, tan solo a mí mismo – se produjo una
escaramuza con las Cámaras de Comercio como telón de fondo. En función a mi
vicecargo en la Coec, me llamaron de un periódico (que aclaro que no es este
periódico) para hacerme una entrevista telefónica a tal respecto. Media hora de
amena charla y tal y cual. Cuando salieron mis declaraciones impresas, aquello
se parecía a lo que yo había dicho como un jarrón de la dinastía Ming a un
boniato de la factoría Potatos. Habían cogido un algo de aquí, se había prescindido
de lo de en medio, se había añadido otro poco de allá, otra omisión flagrante,
un fuera de contexto como un piano… et
voilá, un pan como unas hostias. Quise poner una querella, por la
trascendencia del caso, si bien el “agraviado” me lo quitó de la cabeza. Mira –
me dijo – cuánto más jaleo armes, más durará esta merder, y eso mismo es lo que quieren. Es su estrategia.
Efectivamente, aquel pudding se desinfló en cuatro días. Son prácticas
amarillistas, claramente…
Años
más tarde, cuando en El Egido ocurrieron unas desgraciadas y luctuosas
circunstancias con la inmigración como decorado de fondo, una vez que aquello
declinó, de inmediato toda la atención se volcó aquí, en mi pueblo, donde,
afortunadamente, nada había pasado. Lo más granado del sector impreso y
audiovisual andaba por aquí, tirando de cámaras y buitreando los problemas…
Como Juez de Paz, me ofrecí a ciertas cadenas para dar mi versión ponderada de
la situación. Ni qué decir tiene que eso no era lo que buscaban. Tan solo la
versión conflictiva, que es la que más interesa a la audiencia por su
naturaleza venática. El gobierno municipal movió sus hilos a niveles superiores
y los hizo regresar a medio camino de vuelta a casa. Habían de tomar la versión
oficial de entidades sociales y responsables políticos. Nos citaron, hicieron
un paripé, regresaron a sus cadenas, y ocultaron absolutamente toda esa parte.
¿Tendencioso?.. Juzguen ustedes mismos. También en esos mismos hechos (quede
también claro que tampoco este periódico), pero sí ese otro del caso de las
Cámaras, sacó en primera página una fotografía del Concejal de Interior y de
este Juez de Paz con un inmigrante en la plaza del pueblo, con un comentario y
pié de foto sin contrastar con los allí aparecido. No puso lo que se trataba,
si no lo que quiso inventarse…
Recientemente,
hace poco, con motivo de que Vox fue la fuerza más votada en las generales, y
por la misma causa de fondo (inmigración) que lo del anterior párrafo, nada
menos que la propia televisión estatal y para uno de sus más prestigiosos
programas informativos semanales, se pusieron en contacto conmigo para analizar
los porqués y la relación de ambos fenómenos en esta zona. Inclusive me
hicieron involucrar al equipo de La Pinza, pues deseaban llegar hasta el fondo
de la cuestión, en lo posible. Un trabajo concienzudo. Durante 40 minutos nos
sacaron hasta los higadillos afanándonos en desmenuzar los motivos, como ellos
querían. Guay… pues apenas 40 segundos, y con el comentario inicial más
superficial de todos. Todo lo trascendente, borrado, suprimido, obviado… El
resto del programa se limitó a exponer y fijar una visión ya preconcebida y
precocinada de antemano, reiterar el tópico típico intrascendente olvidando el
análisis de los porqués. Quieren saber lo que no desean decir, o sea,
administran la información pero no la respetan. Esto es: libertad para
desinformar.
Y
esto ocurre. No con todos. No con todo. Pero está pasando. Y debe saberse,
porque el columnista tiene tanto derecho a informar como el periodista. Como igual
debe saberse que no deben pagar justos por pecadores, porque no todos son así
ni funcionan así. Eso tampoco. Mas la gente ha de tomar conciencia de ello, y
saber contrastar y evaluar lo que le llega. Sobre todo, y muy especialmente,
cuando una noticia se convierte en noticia mediáticamente manipulable. Mucho
cuidado.
MIGUEL GALINDO SÁNCHEZ / El Mirador / www.escriburgo.com / viernes 10,30 h.
http://www.radiotorrepacheco.es/radioonline.php
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