SERÉIS como DIOSES
Es con lo que el demonio, versus culebra, tienta al ser humano en el Génesis: “seréis como dioses”, dice… No dice “seréis como Dios”, si no como dioses (como los dioses que os crearon) que es lo que se sobrentiende, puesto que Elohim es plural, dioses, no singular. Vale… Pero esto que parece algo maldito desde el principio, que arrastra un anatema bíblico, muy posteriormente, San Juan, en 10:34 (también en el Salmo 88:6) lo que hace es atestiguarlo sin paliativos: “vosotros sois dioses”… Si es verdad, entonces lo que la jodida serpiente susurró a Evita era verdad, y no engañaba al género humano.
El recorrido experimentado por la humanidad desde que Yahvé los conminaba a que, si no le obedecían, “mi cólera se encenderá contra vosotros, y se cerrará el cielo y no habrá más lluvia, y la tierra no dará más sus frutos, y desapareceréis presto de la buena tierra que os doy” (Deuteronomio 11:13-17), hasta la actualidad, en que sus científicos e investigadores, gracias a insecticidas y fertilizantes de laboratorio, a plantas genéticamente manipuladas – transgénicas – y a su tecnología, con la que han construido la mayor desalinizadora europea en la costa mediterránea, en el estado de Israel, así como ser punteros en investigación solar, ya no les/nos falta agua, ni tierra, ni medios para sobrevivir. Este ejemplo es lo suficientemente ilustrativo como para ver que algo hemos aprendido de nuestros dioses en propio beneficio…
Del Homo Erectus, cuya más destacada creación fueron las armas y herramientas de sílex, al Homo Sapiens, que produce naves espaciales, ordenadores, armas de destrucción masiva y medios de salvamento masivo, sin pestañear, existe un salto cualitativo lo suficientemente importante como para no poner en duda el mensaje de la guardesa del manzano: que somos dioses en potencia, y que evolucionamos como tales… Otra cosa es que nos comportemos también como tales. La investigación genética y la biotecnología impulsará a este Homo Sapiens a otro homo superior… si no la jodemos antes, naturalmente.
Imagínense ustedes un tiempo en que el ser humano podrá mantener su organismo invariablemente joven mediante dispositivos no orgánicos, o sea, biónicos, como recambios, desde una célula a cualquier órgano, pasando por todos los tejidos de nuestro cuerpo… Pero no solo eso, imaginen también millones de nanorobots circulando por nuestro torrente sanguíneo, encargados de diagnosticar cualquier disfunción o enfermedad y repararlas sobre la marcha, y que igual nos mantegan invariablemente sanos. Supónganlo… Salvo accidente o ejecución seríamos prácticamente inmortales, como nuestros dioses de la antigüedad, o algo muy parecido…
Se me contestará a esto que eso es imposible. Y nos equivocaríamos de todas, todas, porque eso es perfectamente posible. Todas las ciencias y las técnicas que esa utopía la hacen posible, existen en la actualidad en un grado muy avanzado de desarrollo: la ingeniería genética, la biotecnología, la nanorobótica, la cibernética, e inclusive la biogenética (ya hemos empezado a alimentarnos con carne artificial en filetes salidos por una impresora 3D). Todo eso, y más, ya está aquí… Faltan las condiciones en que puedan ser implantadas en beneficio general de la humanidad, que eso es lo que nos resulta más difícil. Nos cuesta más trabajo implementarlo que inventarlo.
Así que hagan un cálculo ustedes mismos: Si este mundo creado tiene una edad de 14.000 millones de años, y el jodido piojo humano apareció en él hace apenas 250.000 años, o sea, apenas un 0,00002% de la existencia del mundo… esto es: comparado con un anciano de mil años, él estaría en el primer mes del embarazo; hemos de reconocer que le ha cundido cosa mala la carrera para convertirse en dioses… De apenas manufacturarse su chapucero taparrabos que le ocultase su pudibunda fotocopiadora orgánica, a la capacidad de crear la inmortalidad o de destruir todo el universo si se le cruzan los cables, es un salto cualitativo y cuantitativo importante. De ser un creado por los dioses a crear como los dioses… incluso a volver a re-crearse a sí mismo hasta que se aburra de hacerlo.
Y en esta misma fase estamos, lo crean ustedes o no lo crean. Yo no me beneficiaré de ella, pero los que nazcan en este siglo recién empezado, sí puede que lo hagan. Los de mi generación, la inmortalidad habremos de verla desde el otro lado del espejo, si no rompemos también el cristal de ese espejo… Y esto nos pasa por tener tanta prisa en nacer.
MIGUEL GALINDO SÁNCHEZ / https://miguel2448.wixsite.com/escriburgo / viernes 10,30 h. http://www.radiotorrepacheco.es/radioonline.php
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