¿PAROT O NO PAROT..?
No creo que diga ningún
disparate ni ofenda a nadie si declaro que el concepto de justicia es, si no
una entelequia, sí que una abstracción. Siempre habrá tantas formas de
interpretarla como seres humanos haya en el mundo. O, al menos y como mínimo,
un par de grandes grupos: los agraviados y los agraviadores. Y las leyes son
apenas unas herramientas más o menos afinadas según para qué casos, o desde
según qué puntos de vista, o desde qué tipo de intereses más o menos ocultos,
más o menos ignorantes, o según les convenga silenciarla, jalearla o
manipularla. Lo del fallo sobre la – ya desvirtuada por no menos esperada –
aplicación de la doctrina Parot, ha roto todos los diques emocionales, humanos,
sociales y políticos. Pero lo cierto es que desde hace décadas, desde el
principio de toda esta deformada historia, se sabía lo que iba a pasar, y que
iba a suceder así.
Y los principios vienen nada menos que de 1.937, año
en que Franco dictaminó la redención de penas a los prisioneros rojos mediante
trabajos (más o menos forzados), y que, tras ganar la guerra, ya en 1.944,
legisló para encarcelados por cualquier circunstancia delictiva. Pasa el
tiempo, y en 1.973 ya se vió la necesidad de cambiarla, pues las condenas por
terrorismo, con la reclusión máxima en cárcel de 30 años, los terroristas se
beneficiaban de estas reducciones de penas, saliendo a los 20 años. Pero aún
con la alarma social que destapó, no se movió un solo dedo… Pasamos a 1.980, y
la UCD intentó derogar ese artículo 100 de la norma franquista que propiciaba
tal desafuero, pero se quedó en un borrador que se encargó de liquidar la
oposición, Psoe y Ap, en la fase de enmiendas. Ya en 1.983, el Consejo General
del Poder Judicial planteó a Felipe González la ineludible necesidad de
eliminar la tronera por la que se beneficiaban los etarras, pero el gobierno
socialista de entonces desoyó el consejo y mantuvo la situación heredada de
cuando el caudillo.
Solo a partir de 1.995, el gobierno de Zapatero
corrigió tal cuestión con el nuevo Código Penal de ese año. Pero, claro, de ahí
para atrás, todos los presos terroristas fueron juzgados con la base jurídica
de la ley franquista del 44. La chapuza se hizo en el 2.006 con Henry Parot, al aplicar la ley
del 95 con efectos retroactivos en cuanto a la eliminación de esas
circunstancias redentoras… incluso a sabiendas de que cualquier alto Tribunal
de Derechos Humanos iba a tirar por tierra tal pegote. La cosa es muy simple:
no se puede juzgar a nadie con una ley y luego aplicarle otra posterior con
efectos retroactivos. Basta con que un solo preso – Inés del Río, fue la
primera – recurra, y el parche salta por los aires. La culpa no es de la ley, si no de los que la
aplican mal a sabiendas, y/o tardan décadas y décadas en hacer lo que deben
hacer, mientras aguardan a que el borrón cuele. Pero esperar a actualizar una
ley desde 1.944 a 1.995, y no hacerlo por dividendos y enjuagues políticos, es
por lo que los ciudadanos deberían sacudirse su ignorancia y exigir
explicaciones a todos los partidos.
Pero, claro, ahora es más fácil matar al mensajero. Y
hacer lo de Pilatos, y echar la culpa a Estrasburgo. No hay derecho. Nos tienen
manía. Es una flagrante injusticia… Y todo eso. No nos damos cuenta que es el
mismo Tribunal que está amparando los derechos de los deshauciados que aquí,
nuestras leyes, no amparan, y el que vá a anular el arbitrario céntimo
sanitario que gravan los combustibles, por no sujetarse a derecho comunitario,
y que nuestras comunidades nos han impuesto saltándoselo con normas abusivas. Y
el que nos protege de los que nos malgobiernan.
La cuestión está en el manejo político que se hace de
todo esto. Es puro maniqueísmo. Yo tengo la parte de culpa que tengo, y que
comparto con los que me antecedieron, pero a todos nos interesa echarle los
perros al que no la tiene: Europa. Es más conveniente así, mientras podamos
manejar el lógico dolor de un pueblo que no sabe, no entiende, ni tampoco le
apetece mucho querer saber y entender. Pero lo cierto, la verdad, es lo que es.
Pura y dura historia. Medio siglo de desidia legislativa. Y de abandono y
dejadez. Aún andamos en España con el horario nazi que Hitler impuso a los
países del Eje. Y no pasa nada. Es un solo y único ejemplo. Pero muy
significativo. Y clarificador. Y que ilustra lo que quiero decir. Pero, claro,
solo para los que quieran ver.
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