EN CLAVE ECONÓMICA
Queridos amigos:
esta semana os voy a contar el cuento de Mariqui Pimiento, que se fue a por mil
y se le quedó en ciento…
Y es que, una vez había un mundo
mundial de cuyos movimientos de los capitales que generaba, apartaba una
minúscula tasa para financiar proyectos de interés social y promotores de
empleo en todas las naciones que albergaba su inmenso pellejo. Y ese flujo lo
inyectaba a los pueblos a través de sus gobiernos respectivos, como es lógico y
natural… Mas llegó un momento en que ese mundo mundial empezó a darse cuenta
que las estructuras administrativas de esos gobiernos – en unos más que en
otros – eran lentas, contradictorias, farragosas y paquidérmicas. Y que esos
gobiernos utilizaban cualquier cosa, cualquiera (también estas ayudas) para
zancadillearse y usarlas en guerras partidistas. Y que los sistemas de
concesión de obras públicas eran inadecuados, amiguistas y corruptos. Y que el
mantenimiento y explotación de los proyectos a través de sus sistemas
funcionariales resultaban enormemente caros, insostenibles, ruinosos y nada
competitivos. Y que, al final, se perdía más del 70%, empleando apenas la
tercera o la cuarta parte de lo librado. Y que… enfín, qué quieres que te
cuente y te cante, morena, que tú no sepas…
Así que ese mundo mundial
decidió probar otros caminos, intentar otras vías por las que inyectar esos
flujos de inversiones sociales a las comunidades humanas de los pueblos.
Fórmulas más ágiles, más directas, más reales y equilibradas… Y pensando,
pensando, pensó en probar a través de las empresas, como impulsoras naturales,
al fin y al cabo, de las sociedades humanas. Y, aunque no es un elemento libre
de tentaciones, se dijo, siempre será más fácil de controlar y de investigar en
su caso, que a gobiernos tramposos y embarullados donde existe mucha mayor
disposición de evaporación de caudales, llegando exhaustas disponibilidades en
comparación con las emitidas.
Y el mundo mundial discurrió que
si a una empresa le respetas y garantizas su legítima ganancia, y le reconoces
su derecho a la obtención de beneficios, esa empresa no tiene porqué buscar el
recurso de la corruptela para enriquecerse indebidamente. Tan solo hay que
buscar solvencia y honradez en ella. Al fin y a la postre es la empresa la que
dinamiza el mercado de trabajo, la que promociona el consumo, la que crea
riqueza, la que paga impuestos, y la que mantiene el estamento público… y no al
revés. E igual pensó que, aún arriesgando con un porcentaje razonable de
posibles fallidos, el cálculo de rentabilidad se invertiría, siendo la
proporción mucho mayor que los costos asumidos a través de una administración
funcionarial y cegata.
Así que este mundo mundial,
discretamente, en paralelo, sin mucho ruido pero con mucho cuidado y tiento,
empezó a entornar algunas puertas, desatrancar algunas gateras, abrir algunos
grifos… Y algunas macetas comenzaron a regarse, y algunos jardines secos y
marchitos a florecer, y algunos proyectos mediáticos, dormidos y sobados años y
años por la inefabilidad de unos políticos inútiles y mediocres, a despertar y
a ver la solución práctica por medio de la participación empresarial, a través
de la iniciativa privada…
… Y colorín colorado, este
cuento no ha acabado porque apenas si ha
empezado… y no ha
de parar lo que apenas si ha comenzado… ¿Qué esto es – parafraseando a Calderón
– y los cuentos, como los sueños,
cuentos y sueños son?.. Bueno, yo no diré nada más, si no es en presencia de mi
abogado, ya me entienden… Pero el que quiera saber, que me pregunte.-
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