PERIÓDICOS DE PAPEL
Hace décadas
corría una leyenda urbana que perseguía demonizar a los que leemos “periódicos de quiosco”. Preveían la desaparición
de la prensa impresa porque iba a ser la responsable (íbamos a ser / yo me
incluyo como consumido consumidor) de la deforestación del planeta, de los
verdes pulmones de la humanidad. Y hasta teníamos cierta mala conciencia los
que nos gusta buscar la noticia desenramando las hojas. Pero no ha sido así. Ni
mucho menos. Los periódicos aún viven estoicamente y heroicamente en el papel
de su cuerpo y la sangre de su tinta, y utiliza un papel ecológico que ahuyenta
viejos fantasmas. Ya no es/somos reos de culpa. Es más, desde que los tapones
de las botellas empezaron a fabricarse de corcho sintético, los alcornoques, al
contrario de lo que se preveía, luchan por sobrevivir. Es la vieja economía de
la oferta y la demanda, tan humana como cruel. ¿Para qué dejar que vivan, si ya
no se necesitan?.. ¿si ya no son económicamente rentables?.. Por eso creo que
las inmensos choperales de las riberas de los grandes ríos también tienen los
días contados. ¿Para qué plantarlos y dejarlos crecer, si ya no van a
servir..?.
No. Las personas ya no leen la
prensa de papel, al igual que tampoco el libro. Primero, porque ya casi no se
lee, y segundo, por pura comodidad, por simple hedonismo… Pero no por ecología.
Eso nunca jamás. Es una excusa imbécil. Daña infinitamente más a la naturaleza
un coche, o un aire acondicionado, y a su propia vista el ozono de las
pantallas, que el periódico de cada día, dánoslo hoy, como el pan nuestro. Ni
siquiera puede alegarse la economía, aún con toda su importancia, que sin duda
la tiene. No. Es otra cosa. Son otras causas… Otras razones.
Aún somos una reserva de muchos
seres humanos pacientes y valientes, y quizá hasta extravagantes, si bien cada
día más residuales, que nos gusta sentir el palpitar del mundo, del país, de
nuestra ciudad, en las manos, entre los dedos, bajo el brazo, en el deshojeo
diario de sus páginas. Es un vicio leve, incluso para algunos ya difícil de
mantener en su costo… Pero es una resistencia casi numantina, aún sabiendo que
la batalla está más perdida que ganada. La desaparición de la prensa escrita,
dicen los apocalípticos, es un hecho sin marcha atrás. El periódico, reinciden,
o será digital, o no será… Pues será, mas yo solo espero que tarde aún lo
suficiente como para que este servidor ya no esté a este lado del espejo. Hay
profecías que, sin dejar de cumplirse, se están cumpliendo toda la vida, porque
nunca terminan de cumplirse del todo. Y es posible, ojalá, que aquí ocurra lo
mismo. Que siempre queden algunos supervivientes, resistentes, algunos
advenedizos, que vayan contracorriente, porque siempre existan los suficientes,
aún en minoría, seres extraños y estrafalarios que les guste leer sobre papel,
pensar desde el papel, sentir con el papel…
Ya… ya sé. Los nostálgicos no
mueven el mundo, se me dirá. Y llevarán razón. Pero yo, como muchísimos aún, no
quiero mover el mundo. Solo lo miro hacia donde se mueve. Y no me gusta mucho
por donde se mueve. Ni cómo se mueve, tampoco. Yo tan solo reivindico el
derecho al placer de los periódicos de papel, aunque estén destinados a
escribirse en ellos su propia esquela, su propia tragedia griega. Aunque, al
final, sean víctimas de la última hoguera de la última dictadura. Nada más que
eso.
La más encendida defensa de la
prensa escrita me la dio un motero cascabelero que, encima, no lee, o lee bien
poco. “No existe en el mundo, ni ha
existido nunca, mejor aislante del frío que un periódico bien sujeto sobre la
piel, bajo la ropa…”. Y eso me arranca recuerdos infantiles que dan fé de
tal verdad. Es ciencia cierta esa, que de niño mi padre me arropaba del frío
con periódicos en el pecho. Yo creía que eran escaseces de posguerra, pero veo
que aún es el mejor remedio para los que conocen su virtud. Pero también
calienta otras cosas más sutiles e importantes, además del cuerpo. Como no
calienta ni calentará jamás una Tablet, por muy superchupiguay que sea, bajo la
chupa. Siempre será más fácil, cómodo, entrañable, económico, útil y formativo
mantener en solfa el periódico escrito. Que muy bien puede ser leído, tras
haber sido sudado…
Comentarios
Publicar un comentario