EL AGUA
Me van a
permitir que esta semana les escriba sobre un tema que, por su enorme
importancia, nos afecta y nos interesa a todos. Y del que hemos de
concienciarnos profunda y personalmente, porque la necesitamos a nivel vital.
Se trata del agua. De la que estamos hechos y de la que dependemos. Nos estamos
quedando sin agua. Los recursos naturales y las fuentes de agua dulce del
planeta se están agotando. Y nosotros mismos nos estamos secando. La Nasa ha
descubierto que de los 37 principales acuíferos del mundo, 9 están
absolutamente agotados y 21 alarmantemente degradados. Todo ha ocurrido en poco
más de medio siglo. Y podemos sobrevivir a cualquier escasez de cualquier tipo,
menos a una: a la del agua.
Y esto ocurre por un motivo
principal: porque se está privatizando lo que debe ser un patrimonio de la
humanidad. Porque se está comercializando con ello. El agua debe pertenecer a
su entorno y al ser humano que lo habita, no a ninguna compañía que la explote.
En los ochenta, el Tratado de Libre Comercio entre Canadá y EE.UU. (Nafta)
convirtió cualquier forma de agua: lluvia, nieve, hielo… en mercancía, y
Thatcher, en Inglaterra, fue la primera en privatizar el agua. Europa está
inmersa en un acuerdo comercial con EE.UU., el TTIP, en que la incluye… Incluso
el FMI presiona a los países pobres para que privaticen sus reservas de agua
como condición fiadora (aval) para liberar los créditos de ayuda. Una
monstruosidad que permite a empresas extranjeras usar, comprar, utilizar,
vender, explotar, contaminar y agotar su agua sin límite ni control,
permitiendo que gran parte de sus habitantes mueran de sed…
Incluso el negocio de los
biocombustibles, con los que nos camelan y nos los venden como ecológicos, son
todo lo opuesto y contrario al ecologismo, pues para fabricar un litro de
etanol del maíz se necesitan 1.700 litros de agua, o si es de caña de azúcar,
2.200 litros de agua por un solo litro de combustible. Todo es un inmenso
negocio porque se ha privatizado lo que es un recurso natural de todos. En Canadá,
una papelera demandó al propio estado a través del mecanismo oficial ISDS
porque, tras arruinar los acuíferos de una población a la que enfermó de
disentería, su ayuntamiento le exigió compensaciones… Ni qué decir tiene que
ganaron los intereses de la empresa sobre los intereses públicos. O en
Karnakaka, India, que se está construyendo una Silicon Valley dejando morir a
gente por falta de agua para abastecer a tales empresas… La ONU reconoce el
derecho humano al agua por un lado, pero actúa débilmente frente a los
gobiernos que no protegen con leyes duras e inequívocas lo que debe ser un bien
público, no privado. El talón de Aquiles está en que cada vez más de esos
gobiernos están vendidos a las oligarquías financieras y económicas.
Aquí, en España, el agua se
dedica en gran parte a mantener los sectores turístico y de explotación
agrícola, si bien ya va teniendo parte del agua pública privatizada: existe
compraventa entre agricultores, o empresas de frácking, que utilizan grandes
recursos para extraer gases de la tierra mediante agua a presión, etc… y si no
se toman severas medidas para proteger nuestras cada vez menores reservas
podemos vernos en unos años en graves, gravísimos, problemas. Uno de los
enormes errores son las compañías privadas de abastecimientos de aguas, en
lugar de los servicios públicos municipales. Mire usted sus recibos.
Los ciudadanos tenemos un par de
armas en nuestras manos para combatir esto. Una es presionar a los regidores
locales a retomar el control y suministro público del agua. Y la otra, beber
agua del grifo y no embotellada. Las empresas embotelladoras explotan los
acuíferos hasta agotarlos en detrimento del propio abastecimiento de las
poblaciones vecinas, aparte de que, curiosamente y como ejemplo tremendamente
gráfico, para fabricar una sola botella de plástico se necesita mucha,
muchísima más agua de la que luego coge en su interior. Una burrada, un
despilfarro que, no solo pagamos a precio de oro, sino que también pagamos con
nuestra propia salud y la salud del entorno.
Dicen que las personas somos
agua en un 75% de nuestros cuerpos. Bueno… pues pronto seremos propiedad de
alguna empresa, de alguna compañía privada de aguas. Luego, se privatizará el
sol – ya se está en camino de ello – y luego, el aire que respiramos… Todo se
andará. Pero, de momento, con el agua aún podemos oponer cierta resistencia
personal y social. Pues bien, hagamos de esto una consigna… Pásalo.
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Datos sacados de Manda Barlow, Toronto, una de las primeras autoridades
mundiales en la materia.
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