SER o ESTAR

Se cuenta en el libro del Éxodo, que cuando Moisés perdió una cabra y subió al monte Nebo (algo así como nuestro Cabezo Gordo, no más) a por ella… pues dicen las lenguas de doble filo que si le faltaba un solo bicho del hato su suegro no le dejaba mojar pan con Déborah, que se acojonó vivo cuando oyó que algo o alguien lo llamaba por su nombre desde un matojo que ardía sin llegar a quemarse del todo… Yo me pongo en su lugar y me rilo túnica abajo, háganse ustedes cargo… Pues que narran las crónicas, digo, que, echándole un par al giñe, le preguntó a aquello que qué o quién era, contestando el fenómeno lo de “Yo soy el que soy”… Naturalmente, con voz grave y majestuosa, como tienen que ser estas cosas. 


                Fíjense bien que no le dijo al acojonado Moisés “Yo soy LO que soy”, si no EL que soy, o, al menos, así lo escribieron en su tiempo, o lo tradujeron después, que tampoco sabemos fijo por cuantas manos e interpretaciones pasó esto. Es que, si hubiera sido LO, se hubiese entendido como una sustancia, pero con ÉL apunta inequívocamente a una entidad. Para que no haya dudas… En realidad, yo creo que los primeros amanuenses judíos le añadieron el vocablo Él por algo muy simple: porque es la raíz semítica de Dios, al igual que AL es la raíz ismaelítica del mismo Dios (Alá). De hecho, los nombres de los arcángeles y la propia raíz angélica es EL. Mi propio nombre significa “como Él”, y esto lo digo como puro ejemplo y curiosidad, no me vengan con otras jorobiendas…

                ¿Entonces?.. Entonces, creo yo, y es una opinión personal, claro, que lo que se dijo fue tan solo algo así como “Yo soy”. Y punto pelota. Nada más que eso. Alguien cercano me apunta que igual pudo decir también “Yo estoy”, pero como que no me parece a mí… Y no me parece porque no se puede estar sin antes ser. Estar implica lugar, ubicuación, pero ser implica esencia y presencia. No, no es lo mismo. No es igual en modo alguno…

                …Pero, bueno, a estas alturas del escrito se preguntarán los que lleguen hasta aquí que a qué viene esta tabarra que se me ha agarrado hoy. Pues es que me ha venido a la cabeza haciendo un paralelismo con los partidos políticos que nos piden el voto desde su zarza ardiente, fíjense qué tontería más tonta… Lo que pasa es que, al revés que en el Nebo, al contrario que con Moisés, ellos nos dicen “yo estoy”, pero ninguno nos dice “yo soy”. Y eso es así porque todos están ahí, sí, pero ninguno es nada… Están esperando que nosotros les demos entidad con nuestro voto, que les otorguemos poder, se disputan los despojos de lo que les echamos en la urna entre ellos, nos piden, nos exigen, nos suplican, llegando casi que al chantaje del miedo, nuestra confianza hecha voto. Pero ninguno dice lo que es en realidad, pues todos mienten en el fondo. Ninguno “es” la solución, ninguno “es” entregado ni desinteresado, ninguno “es” sensible a las necesidades del pueblo…

                …Porque el pueblo habló, y dijo: entenderse, y ellos no escucharon y solo buscaron su propio interés, su propia estancia. Y el pueblo les volvió a gritar a través de la urna ardiendo y les repitió otra vez: ponerse de acuerdo, y ellos volverán a oír sin escuchar la llamada, y a enzarzarse (de zarza, casualmente) en sus discusiones y excusas falsas y vanas. Y es que no son nadie, no son nada, simplemente están, ahí, esperando a Moisés, pero no saben ser sin Moisés… O es que no quieren ser y que Moisés no se dé cuenta de que es manejado por nadas.

                Y el caso es que los ciudadanos estamos que nos agarramos a una zarza ardiendo de verdad. Se nos han perdido todas las cabras, mejor dicho, los cabrones nos han robado las cabras, y hemos puesto un anuncio en el Nebo de “se busca pastor honrado”, pero nos hemos echado al monte sin encontrar ninguno. Ninguno. Todos son unos charlatanes de feria que nos quieren vender su propio egoísmo. En este Nebo, en este circo, hay muchas zarzas parlantes que se denostan entre ellas y se desgañitan gritándole a Moisés lo de yo soy la verdadera y las demás las falsas, pero lo cierto es que son todas falsas y no hay ninguna auténtica… Todas están ahí, llamándonos por nuestro nombre, pero no saben contestar lo que son, ni quiénes son…


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