DESDE MI HOMBRO HACIA ATRÁS
En el año que ha
pasado, 2.016, murieron una parte de unos cuantos, o de unos muchos, según se
mire, claro… Marcharon al otro barrio personas y personajes como Prince, Fidel
Castro, Umberto Eco, Bowie, Leonard Cohen, George Mitchell, Leslie Caron,
Carrie Fisher … Esta última, la verdad es que solo los adictos y adeptos
a las Guerras Galácticas la conocían, puesto que solo allí adquirió fama como
la princesa Leia, por eso yo creo que fue más exitosa que famosa. Además, a mí
me ocurre con la saga esta de la fuerza que acompaña como con la mitad de los
desaparecidos en combate que he citado… que unos me caen tan cerca de mi tiempo
que me son lejanos, y solo los que comparten lejanía conmigo me son cercanos.
Debe ser cosa de la edad que uno va soportando. Cosa del tiempo que nos va
pasando por los ijares…
Pero es que es jodidamente
cierto. Cuando miro por encima de mi hombro, echando un vistazo atrás, veo un
reguero de familia, de amigos, autores y actores, que me han acompañado en la
ficción de mi realidad- antes, el cine y la lectura era una parte ineludible de
ti mismo, como la dosis necesaria de fantasía imprescindible para vivir – tan
largo y extenso, que siento una tristeza profunda, una pena insondable, un
miedo de mí mismo… Y me pregunto cuántas referencias humanas he perdido, y
cuántas me restan aún en la faltriquera de la existencia. Y las cuento. Y
compruebo, horrorizado, que son muchas más las pasadas que las pocas que me
quedan. Tanto en familiares, como en amigos, como en escritores y actores que
nos influyeron, y de alguna forma nos formaron. Yo los llamo
acompañantes/preceptores. Y son ya tan escasos los que aún retienen su vida… o
que la vida los retiene a ellos, no sé, pero ya tan pocos y contados, que cada
día que pasa me voy sintiendo más y más huérfano.
Entiéndanme… Intento encontrarme
hoy en lo que queda. Y me busco, sí, y es verdad que me veo aquí, interactuando
con unos y con otros, cada vez con menos, pero son gentes de generaciones cada
vez más ajenas a la mía, son eslabones adelantados de una cadena que tira de
mí, pero de la que yo ya no tiro de casi nadie… ni de casi nada. Y esto es así,
y nos pasa a todos en menor o mayor medida, eso es muy cierto. Y nos vamos
dejando cosas, una tras otra, como despojos de un proyecto que ya no tiene
cabida en tus planes, o tus aficiones, o tus querencias, o tu pasar, porque los
responsables de darte la cobertura que crees que se te debe,(pero que ni mucho
menos es así) ni piensan, ni sienten, ni valoran lo que tú crees que vale. Y
ves que tú no has sabido aprovecharte de ti, aunque otros si lo hicieron. Y así
te vas quedando solo en ti mismo, de ti mismo y por ti mismo.
No existe nada más patético que
mendigar tu propia dignidad, y sin embargo eso es mucho más digno que
adocenarse en la mediocridad del rebaño. Aunque el entorno te empuje a lo
segundo, aunque el aparato (stablishment) te propicie al borreguismo, aunque
todos critiquen tu inadaptación al gregarismo, aunque seas condenado por querer
no querer, por no someterte a la realidad que han preparado para ti y tus
residuales. Confórmate, estate quieto, no participes, cállate… tranquilo, ya
tienes tu camino andado, no te muevas más y déjate mover. Tan solo sírvete tu
propia ración de pienso del abrevadero que te hemos dispuesto. Pero apártate, y
no estorbes… Mas yo no lo veo así, y no lo contemplo, y no lo quiero. Miro los
apeaderos de los de mi tomo de registro civil, de los que se van y de los que
llegan, y me deprimen absolutamente. No sé cómo explicarlo, ni como expresarlo,
ni como decirlo ni transmitirlo a quienes quieren escucharme, si alguien me
escucha, pero, para que me entiendan, es como un sentimiento de no pertenencia.
La tal Carrie Fisher, princesa
Leia de Star Wars, a la que aludía al principio del presente rollete, estrella
en solitario de una sola obra, padeció de sí misma en una vida marcada por el
fracaso personal. En sus matrimonios, en las relaciones con su madre, adicta a
todo tipo de sustancias, depresiva, con trastorno bipolar, decía de su propia
persona: “Recibo todo tipo de premios
ahora que soy una enferma mental. Por lo visto soy muy buena en esto… Es todo
un honor”. Como verán, un enorme contraste con el resto de ilustres
desaparecidos que la acompañaron en su viaje. Reconocía tanto lo que era como
lo que los demás creían que era. Y no coincidía con las valoraciones de sus
fans. Son tan opuestas que no parecen pertenecer a la misma vida. Vida que,
como las buenas novelas, ignoramos su sentido hasta el punto final de la última
palabra de la última frase de la última línea de su último párrafo.
MIGUEL GALINDO SÁNCHEZ / El Mirador / www.escriburgo.com / viernes 10,30 h. http://www.radiotorrepacheco.es/radioonline.php
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