ELLOS Y YO
Dicen que
cualquier tiempo pasado fue mejor. Es una frase hecha, claro… Pero yo creo solo
que cualquier tiempo pasado fue distinto. Diferente. Pero mejor en algunas
cosas y peor en otras, si lo comparamos con éste… Y no lo podemos comparar con
otro, pues solo tenemos estos dos. Cada cual tiene su pasado, y todos
compartimos el presente. Y eso es lo que hay…
Lo que resulta admirable es que
personas como Iñaki Gabilondo, por ejemplo, aún metido en labores de periodismo
e investigación a pesar de sus 75 tacos, se preocupe del futuro. No mucho
futuro nos queda a los de la septena prodigiosa, pero este hombre mantiene en
la Ser un programa divulgativo de enorme nivel, con un título muy ilustrativo: “Cuando yo no esté…”. Su gran curiosidad
lo mantiene alerta y expectante oteando por la ventana de un futuro en el que
sabe que no estará. Y eso, dice, le mantiene vivo en su presente.
Yo me hago eco de él en la columna
de esta semana porque me ocurre un poco lo mismo, salvando, por supuesto, la
brutal diferencia entre ambos. Pero tenemos un pequeño algo en común, que yo
comparto, y es satisfacer el ansia, la sed, la avaricia si quieren, de saber… Y
como el pasado se dá por sabido, y el presente es consecuencia de ese pasado,
ya tan solo nos queda por saber algo de nuestro muy escaso futuro.
Y a eso vamos. En una entrevista
dice que una de sus grandes curiosidades es la ciencia, porque ese futuro
inmediato está cada vez más en sus manos. También es mi humilde hobby, y me
meto entre sien y sien cuanto me es permitido meterme, que es bien poco, por
cierto. Pero ahí estamos. El más inmediato mañana se verá inundado por la
robótica, la genética, la astrofísica, la inteligencia artificial y la física
quántica, y harán irreconocible el actual presente. Por eso ha traído a su
programa figuras como Foster, o Juval Noah, el autor de Sapiens, el libro más
revolucionario para saber lo que está pasando… o a Nicolás Negroponte, uno de
los más reconocidos analistas a nivel mundial. Y todos coinciden en que la
ciencia solucionará (casi) todos los problemas del ser humano, pero lo triste
es que la relación humana entre los hombres será peor. Seremos (serán) seres
muy técnicos pero muy mal educados, usuarios de ciencias avanzadas, pero muy
ignorantes.
Afirma Noah Hariri, que termina
la era del homo sapiens y comienza la
del homo deus. O sea, dejará de ser
sabio para empezar a creerse Dios, por los enormes medios a su alcance. Y a la
pregunta a Negroponte sobre cómo será el mundo dentro de 20 años, responde con
ironía: “…si aún existe entonces.”. Y
es que se presenta halagüeño, pero con serias reservas. El cambio climático y
sus consecuencias. La crisis de los refugiados y sus consecuencias. El ascenso
de los fascipopulismos y sus consecuencias. La globalización financiera y sus consecuencias.
Las sangrantes desigualdades y sus consecuencias… No queremos darnos cuenta de
que la sociedad, el mundo, se va haciendo de consecuencias. A unas causas,
siempre, siempre, corresponden unos efectos. Y hay que afrontarlos, puesto que
no podemos eliminarlos.
Este bis a bis entre periodista
consumado y el más reconocido apóstol del futuro, lleva a un recorrido por
espacios geográficos, por continentes, por áreas de influencia económica, por
países… Y cuando llega a España, resulta un tanto inquietante ver que está “desaparecida”
con respecto a lo que está sucediendo, a los cambios, a lo “por llegar”, y que
no destaca en nada y para nada… Una España apagada, desconectada, se me ocurre
como adjetivos. Se estudia poco, dice, y se reducen los presupuestos en
investigación, innovación, educación, ciencia, cultura… y eso es, añade,
jugarse el futuro. Sorprende tan clarividente respuesta: España será la barra
de Europa. Bar España, rezará un cartel en los Pirineos…
Y va a ser verdad. Este cansino
y humilde servidor lo viene diciendo desde largo atrás: somos los camareros del
continente, y aquí solo se invierte en fiestas, y que ha ido desapareciendo
gradualmente todo el tejido industrial… pero los demás me creen, y acabo
creyéndome a mí mismo, gilipollas… Bueno, pues con Iñaki, y con Nicholas, ya
somos tres. Ellos, gilipollas de pata negra, y yo, gilipollas de codillo.
Ellos, ilustres gilipollas, y éste que lo es, gilipollas de monte… pero
gilipollas. Y así me vá hasta con los míos. Mejor me hubiese ido poniendo un chiringuito
de paella y palmeo fino en un rincón pijo de este cortijo…
MIGUEL GALINDO SÁNCHEZ / El Mirador / www.escriburgo.com / viernes 10,30 h. http://www.radiotorrepacheco.es/radioonline.php
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