...Y SEGUIRÉ DENUNCIÁNDOLO
Mi artículo de hace unas
semanas – Ignorancias – pasó entre la indiferencia de casi todo el mundo, el
silencio de los responsables, que no se dieron por aludidos, y la reacción de
unos pocos… mejor dicho, de unos muy pocos, a fuer de ser sincero. Apenas tres
o cuatro, ni siquiera media docena. Y esa es exactamente la medida de lo que yo
denunciaba en esa columna. Esos, y no otros, son los mimbres. Eso es justo lo
que da la mata. Eso es lo que yo decía…
Nuestro problema,
el de este pueblo, esta región, este país, cuando comentaba el informe donde se
demostraba que los españoles no leen, con las consecuencias que eso conlleva, y
con los datos concretos de nuestras querencias, apegos y aficiones, es que se
ve con absoluta claridad que aquí usamos la pseudocultura, o cultura de la
incultura. Amamos todos los placebos sociales que convierten a la sociedad en
narcisista: fiestas, hedonismo, espectáculos de masas, cultivo de ídolos
mediáticos, de tradiciones deformadas y de ignorancias cultivadas, deseducación
en valores… Pero nada de esfuerzo, nada de formación, nada de compromisos, nada
de conocimientos… Nos guste o no, lo reconozcamos o no, la verdad, la realidad,
lo único cierto, es que rendimos culto a la incultura.
Incluso esos pocos,
poquísimos, interesados a los que aludo al principio, se muestran casi más
inquietos por un foro de opinión que por uno de formación. Y no es que eso sea
malo, ni mucho menos, todo lo contrario. Lo segundo llega a través de lo
primero. De hecho, los foros de opinión pueden llegar a ser incluso foros de
presión. E influir en la toma de decisiones de la administración sobre cuanto
afecte a la ciudadanía. Incluso en los propios políticos. Y hasta formar parte
activa, consultiva o deliberativa dentro de la propia sociedad y sus
administradores. Pero no nos engañemos. En los países centroeuropeos estos
foros se convierten en actores determinantes de influencia directa, eso es
cierto. Sin embargo, aquí, en España, apenas si un par de foros están
implantados, y eso solo por una sola y única razón: porque su existencia es
directamente proporcional a la cultura de esos pueblos…. Y esto, precisamente,
era lo que yo ponía en cuestión en ese artículo anterior de referencia. Ese
mismo, del que digo que pasó entre la indiferencia general, el silencio de los
responsables, y la tímida reacción en tan escasas personas.
Personas, eso sí,
que me animan a intentar algo, reconozcámoslo… Pero dudo, y desconfío. Y lo
hago porque mi edad y mi dilatada experiencia de tonto útil institucional, me
ha enseñado a que el tira tú p´alante que
yo te sigo vale menos que nada, y el dame
la mano y vamos juntos… escasea tanto que no se ve por ningún sitio, no sé
si me explico… Pero, sí, creo que me entienden. En estos casos, no se necesitan
grandes medios ni grandes alardes. Solo un par de cosas: interés y
responsabilidad. Lo primero, puede que exista en cierta forma, aún larvada. Lo
segundo es más raro, aunque nunca se debe negar el voto de confianza. Pero hay
una tercera que suele anular las dos primeras: la comodidad.
Nuestra inercia
es nuestro peor enemigo. Una persona que no se molesta en leer, tampoco se
molesta en intentar coas más comprometidas… intelectualmente hablando, claro.
Volvemos al punto de partida. A lo mismo de siempre. No obstante, entiéndanme,
yo siempre estaré dispuesto a hablar, a informar, a charlar sobre el tema,
alrededor de un humeante café… Y a seguir denunciando lo que somos, una, y
otra, y otra vez…
MIGUEL GALINDO SÁNCHEZ / El Mirador – los viernes a las 10,30 h. en: http://www.radiotorrepacheco.es/radioonline.php
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