BUSCAD Y HALLARÉIS
Antes, como mis
posibilidades pecuniarias eran bastante menos estrechas, y mi ritmo de lectura
alto, me acoquinaba un libro por semana así, como si tal cosa. Y nuevos de
trinca, además. Como Dios manda. Pero hoy, como mis facultades económicas
menguan a la vez que mis facultades físicas, y ya no puedo mantener ese ritmo de
superdotado para el que, aún y así, ya no tengo posibilidades ni disponibilidades,
pues me aplico a la relectura de los más pretéritos y olvidados. Es un recurso
amable y agradable a la vez. Ahora, entre col y col de reciente hechura, me
rebusco un par de lechugas viejas con que reverdecer antiguos sabores y
saberes. Y vuelvo a recordar lo que un día aprendí. Y vuelvo a aprender lo que nunca
debí olvidar. Y es un tesoro cuyas monedas recuento como un avaro, porque
muchos de los textos, de añejos conocimientos, han sido borrados del mapa de su
existencia editorial. Y ya no solo no se encuentran publicados, si no que ni
siquiera subsisten en los fondos reconvertidos en digitales. Como si nunca
hubieran existido. Como si jamás hubiesen estado ahí. Nada… Ignoro si se debe a
algún tipo de “Farenhéit”, de medida estrategia, de exterminio por ocultación.
No lo sé. Pero lo que sí sé es que son joyas en las que me revivo a mí mismo.
Y, entre ellas, re-encuentro una
por la que puedo contarles a ustedes la secuencia de un camino que seguro
conocerán por la repercusión que, en su día, tuvo el famoso best seller El
Código da Vinci. En aquel día lejano, ya publiqué en este mismo espacio y
lugar, que Dan Brown había basado su exitoso libro en una parte de una obra de
documentación realizada por tres investigadores británicos, casi cuarenta años
antes, y que se titula(ba) El Enigma Sagrado. Brown montó un relato novelesco y
novelado sobre un segmento de investigación de tal libro, asegurándose con ello
un éxito sin precedentes y citándolos a modo de consulta para evitarse demandas
judiciales… Pues bien, en esa repesca a lo que ahora me dedico de tochos ya
leídos sine díe, resulta que
encuentro uno muy anterior, escrito por uno de tales investigadores, Michael
Baigent, y cuyo contenido, unido al de los otros dos autores, Henry Lincoln y
Richard Leight, dio lugar posteriormente al tal del Enigma Sagrado. Acojonante,
¿verdad?.. El tal libro se llama Las Cartas Privadas de Jesús. Y, fíjense,
provocó uno más completo, que, a su vez, re/provocó el del ya famoso y conocido
Código… ¡Qué cosas..!.
…En fin, a lo que iba y que
deseaba compartir con todos ustedes. Que esas investigaciones y documentos, sí,
documentos digo, reveladores sobre la muerte de Cristo, provocan preguntas
cuyas respuestas podrían hacer cambiar todo aquello en lo que se ha creído tan
firmemente durante un par de milenios. Yo no voy a tratar sobre nada de eso,
aunque podría. Primero, porque se llevaría un espacio de incontables artículos
como éste; segundo, porque nadie me lo ha pedido, ni creo que nadie me lo vaya
a pedir; y tercero, porque la gente no quiere saber lo que le da miedo saber.
Pero sí que quedan en el aire las siguientes preguntas:
¿Y si todo cuanto nos han
contado acerca de los orígenes del cristianismo no fuese verdad, si no una
impostura puesta e impuesta desde el Concilio de Nicea?.. ¿Y si un pequeño
grupo de personas siempre hubiese sabido esa verdad, y la hubiese mantenido
oculta… hasta esta época?.. ¿Con qué fin?.. ¿Y si existiese una prueba
irrefutable de que Jesucristo sobrevivió a la crucifixión?.. ¿Cuáles fueron, en
realidad, los sucesos sociales, históricos y políticos más relevantes en la
época de Jesús?.. ¿Quién y porqué podría haber ayudado y empujado a Jesús?..
¿Dónde pudo huir tras ser crucificado?.. ¿Cuál es la verdad que se esconde tras
la creación del Nuevo Testamento?.. ¿Quiénes han querido mantener tal verdad oculta,
y por qué causa y motivo?.. ¿Qué revelaban las dos cartas que Jesús escribió en
su defensa ante el Sanedrín que lo juzgó?..
Quién no desee saberlo es mejor
que no busque. Así no encontrará. Que cada cual se quede con las respuestas que
le sirvan y valgan. Aunque la humanidad, las personas, tenemos derecho a buscar
para poder hallar… Lo otro… bueno, lo otro ya es otra cosa.
MIGUEL GALINDO SÁNCHEZ / El Mirador / www.escriburgo.com / viernes 10,30 h. http://www.radiotorrepacheco.es/radioonline.php
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