ESCANDALIZAR




Hacía años que no veía a ese amigo mío que, de vez en cuando, aparece, se toma un café conmigo, y se marcha hasta Dios sabe cuándo. En muy contadas ocasiones pasó por aquí de nuevo, nos vimos, charlamos un rato… y adiós, hasta la próxima, como él siempre dice, “en cualquier momento, lugar o estado”. Este ejemplar magnífico de persona, del que no tengo el más elemental contacto, ni dirección, ni teléfono, ni e.mal – es él quien me encuentra -  me enriquece con nuestros breves diálogos esporádicos, y dispersos en el tiempo, desde hace… ¿cuarenta años?, y que me autoriza a escribir sobre el contenido de los mismos, si bien no sobre él, del que solo sé que compartimos nombre, aunque ni eso sea relevante en este caso. Pero eso no importa nada. Lo que importa es la profundidad de lo que conversamos, aunque solo de unas pocas cosas estoy en disposición de contarlo… Solo, a veces, surgen casos irrelevantes, como una gota que salpica un estanque y altera su aparente calma, y que quizá sea bueno compartirlo por lo que pueda tener de didáctico. El otro día, por ejemplo, salió a colación el concepto de escándalo. Y me decía que el escándalo como tal, en realidad no existe por sí mismo, sino que es una reacción provocada por nosotros mismos, y está muy unido a la noción del pecado que la Iglesia ha fabricado para protegerse. Me recordó que el mismo Cristo nos aleccionó sobre que el escándalo no nos entra de fuera, si no que habita dentro de nosotros. Por eso mismo no escandaliza quien quiere, si no quien puede , porque levanta ese escándalo que está pronto a alzarse gritando dentro de nosotros…
               
                Por ejemplo (me cuenta) tengo un pariente lejano que es drag-queen. Si lo tratas, verás que es una persona perfectamente normal, incluso bastante ilustrado, y buena persona. Si te ganas su confianza, comprobarás que los drags-queen, al igual que otros, solo tratan de llamar la atención, de sobresalir, de romper, de epatar, incluso de… escandalizar. Pero no para mofarse de lo que se disfrazan, no, si no para reírse de los que se escandalizan por ello. No ponen en escarnio la creencia, si no al propio ser en el que anida el escándalo. En política siempre hay un partido que intenta escandalizar a los que se escandalizan, y llamar con eso la atención de la gente (no puedo evitar acordarme de Podemos). No te metas, por otro ejemplo, con un Club de Fútbol, pues sus fanáticos se sentirán escandalizados. O con los seguidores practicantes de una determinada tradición, pues los escandalizarás. Un fundamentalista islámico siempre está escandalizado. Las tradiciones se utilizan para justificar nuestro escándalo interior cuando son atacadas. Sea un festejo, una costumbre, un uso social o religioso – es lo mismo – o lo que siempre guardamos bajo llave de una palabra: moral.

                Los grandes creadores de materia escandalizante en la historia – proseguimos – han sido las patrias, las banderías, las religiones, los grandes movimientos de masas… Si nos fijamos, las han utilizado para usarlas como estopa para encender guerras justas, santas cruzadas, todas para ganar poder, alimentar conflictos interesados, conquistar pueblos, y extender influencias… Si la lógica del escándalo fuera moral, el tristemente famoso Cristo de Borja, pienso, hubiera supuesto piedra de escándalo. Sin embargo, la congregación, la iglesia, lo está utilizando para hacer negocio, aunque los que paguen lo hagan para reírse y hacerse un selfie con la… digamos sagrada, imagen… Exacto, me contesta, según el interés que prive en cada momento, se activa y/o desactiva el escándalo correspondiente, ¿acaso no lo ves?.. ¿Dónde está la diferencia entre el espantajo que hace un drag-queen con el creado a través del Cristo de Borja?.. Medítalo.

                La verdad, pensémoslo juntos, es que todos, en mayor o menor grado, estamos predispuestos a escandalizarnos por algo. Y eso es cierto. Quizá por ello siempre existen, y existirán, gentes dispuestas a escandalizarse por cualquier cosa… Pienso en voz alta, y le digo a mi amigo que si no existiéramos los escandalizados, tampoco existiría el escándalo, y en tal caso, los escandalizadores se extinguirían por sí solos, pues sin consecuencias no habría causas, y la razón del escándalo desaparecería por sí misma…Y viviríamos en un mundo mejor, me susurra, sonriente, como el que sabe que una utopía es la realidad imposible de un mañana posible. Imagínate una sociedad de seres humanos sin escándalos, ni escandalizadores ni escandalizados, tan solo porque tal concepto no exista en los sentimientos de las personas. Un mundo de tolerancia, en definitiva. Si acaso, solo el daño inflingido: violación, pobreza, asesinato, racismo o nazismo, o cualquier tipo de violencia ejercido… digo. Pero el ataque a una creencia no es un ataque a la integridad de las personas, me contesta, solo a la vanidad interna de esas personas… Cierto, pero la vida sí que tiene que ser respetada… Po supuesto, naturalmente, mas piensa que ese orgullo mancillado es la causa de la mayoría de las muertes de nuestros prójimos. Busca los motivos de una guerra, de las peleas, de las refriegas, de los ataques físicos entre personas. Es la vieja historia de Caín y Abel. Si no existiera la vieja idea del escándalo no nos agrediríamos entre nosotros. El escándalo es el peor consejero del ser humano… ¡Ah! – me suelta para despedirse – el escándalo es un invento del demonio, y me guiña un ojo… Y con una amistosa palmada, vuelve a marcharse…  

MIGUEL GALINDO SÁNCHEZ / El Mirador / www.escriburgo.com / viernes 10,30 h. http://www.radiotorrepacheco.es/radioonline.php

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