EMPRESARIOS AUTÓNOMOS
Semanas atrás, en el espacio radiofónico de LA PINZA,
tratamos del Asociacionismo Empresarial, invitando a un prestigioso empresario,
Franco Cerdán, y al Presidente de la Coec, P.Pablo Hernández, obligada
presencia puesto que en este 2019 se cumplen 40 años del nacimiento de la
Confederación Empresarial Comarcal del Campo de Cartagena. Y fue como una
especie de breve, y cálido, reencuentro, puesto que, de esos cuarenta años, al
menos treinta, me los pasé en su construcción y levantamiento, del brazo de
aquel, cuasi mítico, Pérez de Lema, principalmente. Hacía siete que, jubilado
de profesión y cargos anejos, incluso ajenos, no tomaba contacto con temas ni
asuntos que tuvieron en mí tan preferente dedicación en su día… y tan
trepidante experiencia también. Por eso ese programa fue para mí tan familiar
como cercano, y próximo, muy próximo…
La Coec,
como su hermana Mayor Croem, aglutinan todo tipo de empresas, diversas tanto en
su naturaleza como en su tamaño, pequeñas, medianas, grandes, cada cual
encuadrada en su gremio de actividad. Pero si en la Confederación abunda en
número un determinado tipo de empresas son las pequeñas, sobretodo en el sector
servicios, que son las que en estos tiempos de crisis han capeado el temporal
entre la apertura y el cierre, y han sostenido la vela al pairo para evitar el
vuelco de su reducido barco. Muchos se habrán ido a pique, a pesar de que las
asociaciones empresariales les hayan brindado un relativamente seguro puerto de
amparo, como las confederaciones a la que serví, y a las cuales cito. Se
hicieron para eso. Para reservar a los pequeños un lugar bajo dársena segura y
techo sólido en la estructura institucional nacional.
Pero
quizá se debió añadir algo más, aparte de dar cobijo y servicios, que tampoco
es poco, al empresariado menudo que forma su más tupida red, formada de
esforzados y casi desamparados autónomos, que son los que mueven la economía
básica de cualquier espacio y lugar. Y es que las organizaciones empresariales
de base, COEC lo es, establecieran y desarrollaran un segundo espacio dedicado
a la cooperación empresarial, a la formación de centrales de compras, al
asesoramiento sobre centrales de ventas, a formarlos, ayudarlos y convencerlos (lo
último casi que importa más que los primeros), en armar plataformas conjuntas
para la fidelización de la clientela expuesta a un modelo alarmantemente
desprotegido frente a la diáspora voraz hacia las grandes superficies y áreas
comerciales; a educarlos en técnicas para poner en valor sus ventajas de
servicio y cercanía, a interasociarlos, a establecer estrategias colaborativas;
en demostrarles que otro pequeño de su ramo no es su competidor, si no su
socio, su colaborador, y que a su verdadera competencia, Goliath, solo lo vence
la unidad de muchos David unidos…
Y de
esto se habló también un poco en ese programa de video-radio al que aludo. Una
buena parte de mis 30 años me los pasé, infructuosamente por cierto, intentando
implantar fórmulas de cooperación interempresarial que hubieran rendido
excelentes frutos – estoy seguro de ello -, y que ahora se necesitan más que
entonces, por cierto. Diseñé varias estrategias, adaptadas aquí, que en otras
Españas estaban cosechando óptimos resultados, pero nos faltó fé y confianza en
nosotros mismos. Incluso que casi logré la herramienta para una especie de
“ciudad de compras” – el proyecto se llamó Pachecomercio, que hubiera sido
(permíntanme presumir porque casi que lo tuvimos en la punta de los dedos) casi
que revolucionario. Pero también fracasé en el intento, ¿o acaso fracasamos
todos?.. Cada cual asuma y reconozca su parte, naturalmente…
Pues
habrá que reconocer, ya con la perspectiva de la distancia, que ese fracaso se
está pagando hoy, en esa multitud de comercios y pequeños negocios, que
cierran, abren de nuevo, y vuelven a cerrar, o se instalan en la precariedad. Y
también en esos cierres de negocios pioneros, decanos históricos, que nos dejan
cada vez un mayor hueco, y un no menor sentimiento de horfandad. Y habremos de
reconocer la responsabilidad que todos
tuvimos en su día en el desastre. La Confederación, por no vestir el escenario
y adelantarse a los acontecimientos. Los municipios, por no apostar el todo por
el todo, pues ellos eran los que más ganaban en el envite, ya que hoy son zonas
y pueblos deprimidos donde antes eran florecientes. Los propios empresarios,
por su miopía suicida, su insolidaridad y su rechazo desconfiado. Y yo, porque
no supe vender la idea, ni convencer a nadie…
Ahora, a
las asociaciones y a los pequeños empresarios se les abre un nuevo panorama
tremendamente competitivo, con una réplica de la pasada crisis a las puertas.
Pero las soluciones siguen siendo las mismas, aunque hoy con menos
posibilidades de implantación, y más difícil de lo que pudo ser antes. En la
actual situación, la Confederación debiera afrontar este desafío. Ha de
expandir su oferta a nivel herramental, de formación, de iniciativas punteras
en colaboracionismo empresarial, en talleres, siendo centro referencial de la
Mediación para sus asociados, entre otras cosas, por ejemplo. En fin… En la
última etapa de Manuel Pérez de Lema, se bordeó incluso el ámbito cultural
multidisciplinar, y nos quedamos acariciando la idea de una Fundación de
Cultura Empresarial… Es la dimensión por eclosionar para que Coec pueda alargar
su camino de 40 años al de un siglo. Así lo veo yo. Aunque también puede ser el
sueño de una utopía, el deseo de un pobre visionario…
MIGUEL GALINDO SÁNCHEZ / El Mirador / www.escriburgo.com / viernes 10,30 h.
http://www.radiotorrepacheco.es/radioonline.php
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