MI PADRE ESTUVO ALLÍ
De los fastos del día D, el ya
famosísimo Desembarco de Normandía, aún quedan algunos ecos, que van llegando
amortiguados por el paso de la efemérides, que marchan unas sobre otras
implacablemente. Nos hemos convertido en consumidores de efemérides, y somos
una sopa genética de efemérides, con la que empastamos nuestro hipotálamo,
haciéndolas desfilar cada año, cada cinco, cada diez… como debe ser una
perfecta sucesión de hechos y deshechos… Ese día, el 6 de Junio del 44, abrió
el principio del final de una abominable guerra que segó millones de vidas y
dejó un holocausto para vergüenza de la humanidad, de racismo, prepotencia y
violencia, y rabiosa xenofobia sobre el resto de los pueblos europeos.
Muchos
de los anteriores luchadores del bando republicano de nuestra Guerra Civil, se
habían enrolado en la resistencia francesa contra el nazismo invasor, y otros
trabajaron para el Ejército Expedicionario Británico en el continente por lo
mismo, como mi padre, antes del desastre de Dunkerke, tan tocado de perfil en
lo de su efemérides pre-normándica, por cierto. Todos lo hicieron luchando por
la libertad, naturalmente, pero también pensando que aquella era todavía su
guerra contra la tiranía en su patria, contra el golpista Franco, que había
perpetrado un sangriento levantamiento militar con la ayuda de las fuerzas
fascistas europeas, Italia y Alemania. Y pensaron que su participación activa
iba a permitirles volver a sus casas, sus familias, sus trabajos y sus tierras,
porque creyeron a pies juntillas que la derrota del fascismo en Europa suponía
la derrota del fascismo en España. España también es Europa, se dijeron a sí
mismos. Craso error.
Tras
Normandía y la retirada germana de Francia, una parte de las fuerzas españolas
en el exilio, que lucharon codo con codo con ellos contra el nazismo, creyeron
que el fin del franquismo estaba cerca, y lo mismo que ayudaron a liberar
Europa, decidieron no quedarse quietos en cuanto a su patria, España. La UNE
(Unión Nacional Española) planteó una invasión a través de los Pirineos en una
acción sorpresiva a través del Valle de Arán, como punta de lanza y para
establecer una cabeza de puente que le sirviera a las tropas aliadas para dar
la batalla al resto de fascismo europeo en el golpista Franco. En Octubre de
1.944, 4.000 españoles volvieron a plantar cara a la dictadura de su patria.
Pero fueron traicionados por las propias fuerzas democráticas a las que ayudaron
contra Hitler. Los abandonaron a su suerte, incluso ni siquiera les cubrieron
su retirada. La repercusión en la España sometida fue nula por silenciada. La
penuria, el hambre y el miedo, los fusilamientos masivos y las persecuciones,
el racionamiento y la escasez, no dejaban lugar más que para sobrevivir en
silencio y sin abrir la boca. Ni para hablar, ni para comer…
Tampoco
en Europa tuvo eco alguno. Se sentían demasiado avergonzados y con sentimiento
de culpa como para airearlo. A partir de ahí, el fascismo español sobrevivió en
la Europa democrática presentando a su Generalísimo como un político neutral e
imparcial que había librado a España de la locura de la II Guerra Mundial
(chitón con la Guerra Civil, claro). Había que desprenderse de las apariencias
fascistas y resaltar la base católica y de tradición – faro espiritual de
occidente -, incluso haciendo declarar al mismísimo Franco que “el régimen que había salido de la guerra
nada tenía que ver con el fascismo”, desfachatez pura. Incluso que “España era una democracia orgánica y
católica”, (United Press, 07/11/44)…
Por
eso digo que el Día D aquel no llegó a España. Fue abandonada a su suerte. Y si
no llegó, tampoco tenía que haber llegado ahora. Que lo celebren los que
tuvieron motivos para ello. Normandía fue un momento crucial para Europa, pero
no lo fue para España… Y pienso que estos fastos recientes se los tenían que
haber guardado para ellos, y nuestros políticos, por puta coherencia, deberían
de haber declinado diplomáticamente la invitación de asistencia. Con una simple
nota, "los nuestros dieron la cara
en su momento, pero ustedes nos dejaron fuera, esperando, así que nada tenemos
que celebrar salvo los 40 año de dictadura a la que ustedes nos condenaron”,
hubiera bastado. Ya saben lo de “A buen entendedor…”
Y
se lo dice – a ellos y a ustedes – un hijo de un aviador que luchó por la
República y por ellos. Y que estuvo allí. Derrotado y exiliado. Que, tras haber
hecho noche sobre la tumba de Antonio Machado, en el hoy tan conocido, y
celebrado, cementerio de Colliure, pasó por el no menos reconocido y festejado
campo de refugiados (mejor concentración) de Argeles sur Mer, antes de
enrolarse como colaborador para el Cuerpo Expedicionario Británico en Francia,
y ser abandonado en las playas de Dunkerke, donde, apresado por los nazis, fue
recluído en Saint Nazaire para, en su envío al campo de exterminio de
Matthausen, fuera desviado para ser exterminado por los suyos propios en el los
campos de trabajos forzados franquistas. Una gentileza de Hitler al Caudillo.
Así que a mí no me vengan con cuentos, celebraciones ni efemérides. Que se los
metan por donde amargan los pepinos… Por favor.
MIGUEL GALINDO SÁNCHEZ / El Mirador / www.escriburgo.com / viernes 10,30 h.
http://www.radiotorrepacheco.es/radioonline.php
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