YA ES HORA DE QUE TOQUE...
Me van a perdonar que esta semana
toque un tema ciertamente incómodo. De esos de los que nadie quiere saber nada,
porque es mejor ignorarlos que tomar conciencia de ello. Pero creo que saber la
verdad, aún como ejercicio de dignidad, aunque sea de vez en cuando, es un
derecho de las personas. Que luego esa persona prescinda de tal derecho o no,
también es su derecho. Su derecho a NO saber. Tan respetable como el derecho a
saber. Por eso mismo que me permito excusarme por anticipado antes de contar
esta historia. Quizá solo sea un tonto concepto romántico de la conciencia.
Y
es la historia de un producto químico de nombre muy poco conocido, pero muy
activo en la existencia humana: el glisofato. Es un producto comercializado desde
hace 50 años por el poderoso gigante de la agroquímica Monsanto, hoy fundido
con otro gigante de la misma industria, Bayer, y que nació como componente de
un viejo y conocido herbicida de nuestros agricultores, el Roundup. Bien…
hechas las presentaciones, algunos del sector me dirán, “pero, bueno, ese
producto fue prohibido o algo así, y ya no se fabrica…”. Y sí, teóricamente así
es. En la historia de los defoliadores y herbicidas existen episodios
auténticamente criminales. El más dramático de todos, por conocido, claro,
quizá sea el uso del llamado “agente naranja”, en la guerra de Vietnam, por el
que se envenenaron masivamente bosques, cultivos, tierras, e incluso personas.
Aún quedan terribles consecuencias en humanos y naturaleza desde entonces. Fue
fabricado por Monsalvo, según se justificaron entonces “por órden gubernativa”, caso que no cuela en una sociedad
democrática, por asesino que sea su gobierno. Otra cosa es que fuese la
solicitud de un favor muy bien pagado…
Pero
el glifosato no se queda solo en la triste historia de la guerra química sobre
este pobre mundo. Todo lo contrario. El tal producto se ha ido extendiendo e
inundando ese mismo mundo, venerado con la corona de laurel de un logro
científico muy poderoso: la de la agricultura intensiva. Ahora es como esas
“bombas inteligentes” de las que se hablan, que solo matan selectivamente. Hoy
es un herbicida selectivo e inteligente que mata solo hierba y maleza menos el
tal cultivo intensivo. Las cifras de venta son brutales. Se han esparcido por
todo el planeta más de 10.000 millones de kilos de glifosato. Aquí, en nuestro
país, el último dato rastreado es de 3.000 toneladas, y viene de 2.013. A
partir de ahí, un fantasmal velo cubre los datos.
Y
debe ser porque hace cuatro años, la OMS – Organización Mundial de la Salud –
lo clasificó como “posiblemente
cancerígeno para los seres humanos”. Hace un par de años, el Parlamento
Europeo aconsejó paralizar su uso totalmente para el 2.011, sin embargo, muy
sorprendentemente, un comité de apelación tumbó tal acuerdo anulando las
restricciones al uso. Es el poder de los lobby´s. De cualquier lobby. El último
pulso viene de un humilde jardinero, Edwin Hardeman, que pudo demostrar la
causalidad entre su gravísimo cáncer y el uso de Laudrup en su trabajo habitual.
La indemnización se ha fijado en 71 millones de euros. Calderilla para los de
Monsanto, pero este fallo abre la puerta a una cascada posible de demandas
millonarias que pueda quebrantar su poderío económico. A veces, el aleteo de
una mariposa puede levantar un huracán, ¿no dicen eso?.. Pues ojalá y sea
verdad más pronto que tarde.
Si
a esto le añadimos otra realidad como es el uso del DDT modificado en el
semillaje de los alimentos conocidos por transgénicos, ya que impiden que se
ceben las plagas en sus cosechas de gran rendimiento, no resulta exagerado lo
que algunos autores y expertos ya denominan un “régimen agrototalitario”, o como dice el eminente columnista Manuel
Rivas, la “bioperversidad” en esos
grandes y gigantescos monocultivos basados en la transgenia. Yo no sé si
debemos empezar ya a levantar las alfombras que ocultan esta mierda, o no.
Hicimos lo mismo con lo del cambio climático, tapando, disimulando, no
creyéndolo, mirando para otro lado, tachando de catastrofistas a los que escribíamos
sobre ello y matando a los mensajeros. Hoy, desgraciadamente ya no hay la más
mínima duda. Con esto pasará igual No tendremos más remedio que abrir los ojos
y ver lo que está pasando. A pesar de los negadores de siempre… En un poema de
C. Enríquez, se dice Dios a Sí mismo: “si
este mundo es el que Yo hice, que el demonio se lo lleve”… Puede parecer
irrespetuoso, pero no me digan que no tiene su gracia… o su desgracia.
MIGUEL GALINDO SÁNCHEZ / El Mirador / www.escriburgo.com / viernes 10,30 h.
http://www.radiotorrepacheco.es/radioonline.php
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