ASÍ HABLABA...
“¿Quieres
marchar, hermano mío, a la soledad?.. ¿Quieres buscar el camino que te lleva a
ti mismo?. Detente un poco y escúchame. El que busca, fácilmente se pierde a sí
mismo. “Todo irse a la soledad es culpa”, así habla el rebaño. Y tú has formado parte del rebaño durante mucho
tiempo. Yo te digo: La voz del rebaño continuará resonando en ti. Y cuando
pienses de ti que ya no tienes la misma conciencia que los otros, eso te será
causa de lamento y dolor”…
Perdonadme el aparente misticismo del de esta semana
– tampoco es tan malo salirnos de lo superficial de vez en cuando – pero a los
que no hayan dejado de leer tras la cita del primer párrafo, hoy les propongo
un ejercicio: Amosaver, achos y achas, ese texto, ¿de quién es?.. ¿acaso de
Buda?, ¿puede que de Lao Tsé, ¿es de Jesucristo?, ¿no estará sacado, por sus
connotaciones, de La Caverna, de Platón?.. Tomadse vuestro tiempo, que no hay
prisas, pues este artículo de este día no es para consumo, si no para meditarlo
una “miaja”…
Posno… no es de ninguno de ellos. En realidad es de
Nietzsche. Es que es muy fácil equivocar al autor, una vez pensado el contenido
del jodido párrafo éste… Y eso pasa, porque, al menos a los de mi generación, y
aún algunas posteriores (a las actuales no sé ni siquiera si lo recomiendan)
nos lo metieron en la genética del coco como un autor maldito y prohibido,
retorcido y peligroso, casi que diabólico, considerado uno de los principales
enemigos del catolicismo, cuando no es así en modo alguno, más bien al revés,
que la Iglesia es una de sus más encarnizados enemigos, y es que no hay caso
peor que verse retratado sin ser nombrado, ya me entienden… Hay temas que a las
religiones no les conviene que se traten, se sepan o se divulguen, pues atentan
contra el poder que ellas detentan. Por ejemplo, cuando Friedrich Nietzsche
habla de su famoso por conocido “Superhombre”, y aún más discutida “Muerte de
Dios”, no existe tal sentido literal en su exposición, sino más bien todo lo
contrario.
Lo que expone es que, cuando el hombre se trascienda
a sí mismo y se transforme en superhombre, encontrará a Dios consigo y en sí
mismo, sentirá que forma parte de Él como una sola cosa, y entonces
comprenderá, y entonces morirá la idea, la imagen, el concepto, la concepción
que ahora tiene de Dios: un dios ajeno, externo, representado, interpretado y
dirigido por la religión de turno. Naturalmente, a ninguna Iglesia le conviene
perder ese poder, esa situación de privilegio sobre los creyentes. Cuando el
hombre descubra a Dios dentro de Sí, ya no necesitará ninguna organización que
lo secuestre para suplantarlo, pues Él será su propio viático… Y el caso es que
esto ya fue revelado por el propio Jesucristo: “no busques a Dios fuera de tí, ni en ninguna otra parte, búscalo solo
dentro de Tí”. El manipular tales sencillas palabras en su interpretación
es para justificar una religión que actúe como cuartel y una iglesia que actúe
como lazarillo…
En mi último ingreso hospitalario, rebusqué entre mis
viejos libros uno que llevarme a las meninges para rellenar mis días de
convalecencia. Y no hablo de un libro viejo, si no que su vejez reside en mi
propia vejez, en el tiempo que hace que lo leí por primera vez, y luego volví a
leer y a releer en otra ocasión… Y aún y así, me lo volví a llevar conmigo una
vez más, porque es cómodo de leer, aunque laborioso de entender, como cientos
de píldoras breves, cada una de clase distinta a las otras, en dosis
diferentes. Una buena medicina, en suma. Y para un hospital, donde la
incomodidad es manifiesta pero la reflexión está más dispuesta, parece que es
lo más adecuado. O así lo entendí yo, claro…
El caso es que una de las enfermeras que me
trajinaban, no pudiéndose sustraer a la innata curiosidad femenina (nada se les
escapa a las mujeres) con una rápida ojeada captó el libro que tenía sobre
algún sitio… “Nada menos que Nietzsche”,
me soltó “hay que tener la cabeza muy
despejada para entender a alguien tan enrevesado y difícil”, sazonó su comentario.
No cabe duda que sabía de qué iba. Era una enfermera
ilustrada, seguro. Pero a su razonamiento, si acaso, habría que darle la
vuelta: hay que leer las “píldoras” de su Zaratustra para tener la cabeza
despejada. La conclusión es sencilla… bueno, lo correcto es decir que debería ser sencilla. Si no lo es, se
debe precisamente a que mantenemos nuestra mente en un continuo enredo de
superficialidades que nos sitúa fuera de la posibilidad de captar algo trascendente de verdad. No es cuestión de aptitud,
si no de actitud… No es cuestión de capacidad, si no de hábitos… No es que haya
que valer, ni siquiera saber, sino que hay que querer, tan solo querer…
Y eso es lo que nos
transmite, en definitiva, un Jesús, un Buda, un Lao Tsé, un Chrisna, un Platón,
un Zoroastro (Zaratustra) a través de un Nietzsche, y tantos
otros profetas, mesías, filósofos o pensadores. Y no otra cosa. Todos nos dicen
lo mismo, pero el negocio del poder está en vendernos la interpretación
ocultando el meollo de la verdad entera, que es la auténtica en definitiva… Tú
cree en Fulano, pero como yo te lo diga, no como tú lo descubras… A eso lo
llaman dogma, y con el dogma se amasa la fé… (Ahora vuelve, si te place, a leer
el primer párrafo. Escúchalo a ver qué te dice”.
MIGUEL GALINDO SÁNCHEZ / El Mirador / www.escriburgo.com / viernes 10,30 h.
http://www.radiotorrepacheco.es/radioonline.php
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