DESPEDIDA y BIENVENIDA

Uno, con la edad, piensa que lo sabe todo – o casi todo – y cree que ya pocas cosas lo pueden sorprender… que las creencias y las fes (las pocas que puedan quedar en pie) ya son firmes y están bien asentadas, y fijadas por los años de experiencia. Craso error. La vida, por muy en postrimerías que ya transcurra, nunca deja de enseñar y sorprender, tanto para bien como para mal… que incluso en ambos casos, a estas alturas, deja de ser positivo o negativo, pues ya nunca sabremos si se gana o se pierde en la mudanza. Léase desengaño, o enseñanza… Cuando a uno “le cagan los cuatro reales” que aún le quedan en la faltriquera, lo único que pierde es parte de un orgullo propio mal concebido y peor entendido, y aún peor valorado. Y eso no es perder nada, si no ganar en el conocimiento de las cosas, de los casos, e incluso de las personas. Pero no hay más daño, en el fondo, que el del propio ego, y eso hasta es cosa buena… 

 ¿Qué pensarían ustedes de una entidad que, tras más de 35 años de relación entregada y desinteresada, enviándoles cada semana, como un sagrado, mi colaboración, generosamente y sin contraprestación alguna, un día recibiera tan solo que el desprecio del rechazo y del silencio?.. Pues eso mismo, y no otra cosa, sentí al principio de lo que, siendo evidente, no quería – más que podía – creer. Los intermedios de esta comedia en tres actos, así como los detalles, no vienen a cuento, ni es materia de estudio. Tan solo el desenlace. Y es porque sorprende; porque no es lo que uno considera normal; porque es un comportamiento que no se espera en ningún caso… porque hace que te sientas defraudado de personas que te niegan hasta la más elemental explicación; que huyen de dar la cara, y que hieren tu propia egolatría, que no otra cosa, pero que no sabes bien si es por una mala praxis, por una pésima educación, o por simple desprecio. La forma más innoble y desleal de prescindir de la colaboración de una persona…

 Sin embargo, esa especie de puñalada trapera (que en el fondo no lo es tampoco, dado que están en su derecho de hacer lo que consideren), tras los primeros momentos de desagradable sorpresa y por el puñetazo recibido, lo único que te deja, tras el estado de estupor, es una especie de sensación de alivio, de liberación, de tranquilidad de ánimo, de íntimo sosiego… No hay nada que afecte a mi compromiso y comportamiento para con los que me leen y me siguen, mucho menos, a mi conciencia. Eso está, y sigue, intacto. Lo único, y eso es altamente circunstancial, es saber los motivos, las causas y los porquéses, de lo que, ante una actitud artera y esquiva, no podré enterarme, aún con la legitimidad que cada reo tiene de ser informado de su falta, o supuesto, o inventado, delito. (En este caso, los jueces se esconden entre ellos mismos)… Si bien tampoco me quita el sueño, porque puedo adivinarlo con una alta posibilidad de acierto, y no vienen al caso exponerlos aquí. Tan solo hablo de hechos concretos y demostrados, no de probabilidades que pueden ser desmentidas.

 En fin… Eso ya no importa nada, ya que de nadie ni de ninguno me despido, al menos de los que para mí son importantes: todos y cada uno de ustedes, los que me siguen y me leen regularmente, porque van a poder seguir haciéndolo, a su entera comodidad, corregido y aumentado, en mi nuevo foro, en mi Blog que está madurando en Web, para que se sientan realmente en SU casa: www.escriburgo.com (aún un poco en construcción), y desde donde pueden participar, y conectar, e interactuar conmigo infinitamente mejor que desde la página de papel del periódico... Clausuraré todo compromiso ajeno y me centraré y centralizaré mi actividad desde esa cabecera, donde me encontraré y donde me encontrarán… Allí colgaré también mis programas radiofónicos participados, cada semana, y allí podrán optar por recibir mi “plato de Migas” diario, en su ordenador, o en su móvil , si así lo prefieren. Así que seguiremos juntos sin necesidad de pasar por el quiosco ni por suscripción alguna, si ustedes así lo quieren…

 Nada garantiza lo que aparentemente pierdo, porque, en realidad, nada pierde nadie, ni el que escribe, ni quién lo lee… Tan solo cambiamos el lugar de encuentro a un sitio más cómodo, más fácil, más útil y práctico; sin regalías ni contraprestaciones, donde la cita sea más personal y más efectiva… Y como recitaba aquel juglar: “YO NO CANTO MI CANCIÓN SI NO A QUIÉN CONMIGO VÁ…”. 

MIGUEL GALINDO SÁNCHEZ / El Mirador / https://miguel2448.wixsite.com/escriburgo / viernes 10,30 http://www.radiotorrepacheco.es/radioonline.php

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