¡ DIOSES MÍOS !..
En mi programa de radio y/o mi artículo “Génesis o Reality”, me largaron unos cuantos cantazos por insistir en el concepto de Dioses en vez de en el de Dios, a la hora de interpretar ese Génesis o principio… Es más, algunos y algunas me retaron a que aclarase lo que ocurrió antes de la propia religión que vino después y que explica tal comienzo. Todo un dislate, pero, en fin… Yo tan solo puedo recurrir a la Historia, no a la fé. Si eso vale, pues estupendo, y si no sirve, pues lo siento mucho, pero la primera se puede probar aún sin creer en ella, y la segunda se puede creer aún sin poder probarla. No obstante, lo intentaré si así cuento con su benevolencia. Pero tan solo fíjense en la frase “Hagamos al hombre a nuestra imagen y a nuestra semejanza”. (Génesis, 1.26).
Las religiones son hijas unas de otras y madres de las distintas culturas, e incluso civilizaciones, habidas. Antes que Yahvé fuera dado a conocer como Dios único sus mismos ancestros ya reconocían en las Escrituras a Elohim, que es el plural de Dios, precisamente, e igual existían multitud de dioses que han quedado en reliquias culturales: Zeus griego, luego Júpiter romano, Amón, Horus, Isis, Baal, Merckat, Marduck, Ahura-Mazda, Viracocha… y compañía. Un reguero de dioses y diosas mayores y menores, muchos de ellos contemporáneos incluso al humilde hebreo Yahvé, del que nacieron las grandes religiones monoteístas posteriores del Judaísmo, Cristianismo e Islam, si bien mucho antes, y en Egipto, ya Hermes Trimegisto propuso la idea de un solo y único Dios… Así que nosotros, los católicos, somos herederos directo del judaísmo ortodoxo, nos guste o no.
Aquel primitivo rey Josías, primero de los judíos, de la edad del hierro, decidió unir a las dispersas tribus en una (gran) y única nación. Así que juntó a sus más espabilados sacerdotes de diversos credos para construir una sola religión monolítica alrededor y como eje de esa nación judía… Al este de Canaán había unos asentamientos que adoraban a un solo y único dios. Lo llamaban “ÉL”… Estar unidos en una sola creencia en vez de divididos entre muchas es una estrategia poderosa, de ahí que las religiones monoteístas duran mucho, muchísimo más, que las politeístas. Además, existe una razón lógica, simple y elemental: que la pluralidad nace de la unidad, y eso es una ley física que la propia física quántica ha probado. Pura ciencia. Del uno nace todo lo demás, sea energía o materia, potestades o inteligencias, es igual. Del uno salen todos los números. De Dios nacen todos los dioses… Así que no es tan raro que aquellos primitivos hebreos que fundaron el antiguo Isra-EL llamaran EL-ohim a lo plural de Dios… Esto es, los que me lapidan entienden las cosas justo al revés: si existieron, o aún existen, los dioses, es precisamente porque existe un Dios primero y principal, primordial y original. No solo lo uno no niega a la otro, si no que hasta lo justifica.
Luego, andando sus pasos la Historia, a esa religión le llegó un profeta que la revolucionó y la volvió del revés: se cargó a un Yahvé celoso, despótico, cruel, borde y vengativo, e instauró un Dios bondadoso, justo, perdonador y misericordioso. Esto es: quitó a un general y puso a un padre en su lugar… Y encima dijo que no estaba sobre las nubes y las montañas frente a un ejército vengador y castigador de ofensas, si no que habita dentro de todos y cada uno de nosotros, amorosamente… Naturalmente, se lo cepillaron antes de decir amén, porque aquello era demasiado peligroso para ellos, e iba contra su seguridad de sacerdotes-intérpretes. Lo que pasó tras su ejecución – pues eso mismo fue, y no otra cosa – ya lo saben ustedes, y cada cual lo interprete según ese mismo Dios, y no otro, (el del cambiazo), le dé a entender, pues ÉL, precisamente, nos dio ese mismo entendimiento y raciocinio para eso, para que entendamos… Luego vino un espabilado judío romanizado, constructor de tiendas, Pablo, que también construyó las bases de una multinacional llamada Catolicismo, montando alrededor de Cristo la misma jerarquía que el propio Cristo había desmontado… Pero esa es otra historia.
Toda nuestra angeología, como su propio nombre ostenta: ang-EL, lleva la marca primaria y última (ocultados pero reconocidos y consentidos) de esos mismos dioses… Fíjense que incluso los del Islam, también hijos del judaísmo y hermanos nuestros, usan su raíz AL-á de la raíz EL. No solo arrancan del que consideran un padre común: Abraham, que expulsó a Ismael y su madre, Agar, por una cuestión de celos con Sara, y de ahí los llamados ismaelitas y agarenos (árabes), sino que, ya muy posteriormente, su propio Mahoma, el paralelo a nuestro Jesús, sin sacrificio pero con ascensión a los cielos, le fue entregado el Corán por San Miguel, (por cierto: Migu-EL)) bajado de ese mismo cielo y basado en la misma Biblia… Luego viene lo que viene, que son las interpolaciones, los retoques, los ocultamientos y los falseamientos, un antiguo PhotoShop que lo deja todo a merced de los intereses y de los fundamentalistas de turno, y que ya no lo conoce ni el dios que lo fundó…
La propia Iglesia como institución ha “rellenado” ese espacio dedicado a los dioses con multitud de santos, vírgenes y cristos con cientos de advocaciones distintas y advenimientos diferentes; y hasta ha hecho imágenes de ellos, aún sabiendo como sabe que eso horrorizaría al primitivo y genuino cristianismo con el propio Jesucristo al frente del más decidido iconoclasismo, y contra tamaña barbaridad asimilativa y manipulativa.
Así que sí, vale, de acuerdo, pero… por favor, no me vengan con castañas pilongas que no tengo muelas. Me las he dejado por el camino royendo huesos intratables que no pasaban por las tragaderas del raciocinio… Que a estas alturas me vengan con que, por Dios bendito cuidado con los dioses, me parece una puerilidad. Pero bueno, mientras no resuciten a ningún Torquemada y me echen encima una renacida Santa Inquisición, iré andando los roales del sentido común y la razón.. Con su permiso, claro.
MIGUEL GALINDO SÁNCHEZ www.escriburgo.com miguel@galindofi.com
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