PERMÍTANME DECIRLO, AL MENOS.
(de OkDiario)
Escribo éste de hoy en plena Semana Santa última, y esperaré a publicarlo a que se pasen los ecos, si fuera eso posible… Ahora estoy inmerso en plena vorágine. Si abro cualquier periódico, van rebozados por fuera y petados por dentro de pasos, procesiones, cofrades y hermandades a cientos; si veo la televisión, durante mañana tarde y noche en todos los canales solo es procesionaria continua, y no la del pino precisamente; cualquier radio o emisora que se precie ha de colmar su programación de más de lo mismo; vayas donde vayas y mires hacia donde mires, solo me asalta el ambiente socieconómicofestivo de un origen adulterado con pura iconografía idolátrica hasta el hartazgo… Hasta el escarabajo del Sudario me ha venido este año al campo.
Sin embargo, hete aquí que no tengo derecho alguno a sentirme abducido por lo que veo como iconolatría abusiva y enfermiza… No puedo, ni debo, ni se me permite, expresar ese pensamiento mío iconoclasta (como, por cierto, eran los primitivos cristianos). Si me siento agobiado, atacado e invadido por ese pensamiento único impuesto, unidireccional y establecido, debo de permanecer mudo y silenciar mi propia fe, creencia, pensamiento y sentimiento. Si digo o expreso algo en ese tiempo se me califica de ofensor, enemigo, y, lo más amable: cansino en mis manifestaciones – lo otro se ve que no es cansino – soy un ente molesto como mosca cojonera.
“He decidido dejar de seguirte, pues eres obsesivo y radical en tus planteamientos”, me dice uno; “ofendes mis creencias” me dice otra… ¿Y las mías no están siendo ofendidas y acosadas?, pregunto al vacío más nada de la nada, sin obtener respuesta alguna fuera de un virulento rechazo… “Es que no respetas”, se me dice desde los que tampoco respetan a los que sueltan un jodido y puñetero “pero”. Todo lo que esté fuera de su adoración generalizada y totemizada en el becerro de oro que cada año inunda las calles es reo de anatema.
Investigo en la propia Biblia, y a los tales que suelen basar sus ricos y opulentos festejos “biblicopasionales”, les muestro las propias citas de sus profetas, y la Historia misma que les ilustra de sus propias idolatrías, pero no se ve lo que no se quiere ver, ni se lee lo que no se quiere leer, ni se piensa lo que no se quiere pensar… “Es la Tradición”, me contestan rabiosos como dogma infalible… ¿y es que Isaías, el Levítico, Jeremías, el Eclesiastés, o el propio Concilio de Elvira, o docenas de orígenes más, no es Tradición?.. me atrevo a contestarles; pero siguen escupiéndome lo que ellos califican como agravios, insultos y ofensas… Incluso cito las palabras del verdadero Cristo sobre sus cien falsos cristos mil veces crucificados de que la ofensa no está en el ofensor, sino en el ofendido; pero es igual, es lo mismo… “No hay peor ciego…” me resuenan las palabras del Nazareno aquél.
Pero me encuentro tan en solitario, que debo estar equivocado, me digo a mí mismo. Tantos no pueden estar errados, que decía aquél y me repito en voz alta, y alguien me contesta: “pero sí herrados, con hache delante del hocico”… como me quedo un tanto perplejo, prosigue: “No se equivoca el ganado, sino el pastor. Y si el pastor anda errado y herrado, el ganado que lo sigue, también”, añade a la primera reflexión. Y es muy cierto, inapelablemente cierto. El ganado solo sigue al pastor; el ganado no piensa por sí mismo, si acaso, lo piensan, piensan por él, deciden por él, actúan por él… Y se me remacha: “sé oveja, pero no seas ganado”… En Murcia mismo, cambian nazarenismo por huertanismo en un plis plas.
Y eso me confirma y me confunde a la vez y al mismo tiempo… Yo siempre he creído, y lo que es imperdonable por los demás, he manifestado, que hay que ser personas pero no ser gente, que es la similitud entre oveja y ganado, pero, sin embargo, eso me hace vulnerable porque se me tiene por soberbio, y se me achaca querer erigirme en el pastor que jamás quise ser… Pero, al menos, da para echar una pensada, aunque sea descalabrada…
Vamos a despojarnos de “la pasión” y del apasionamiento con que solemos revestirnos en mayor o menor medida… Echemos una mirada fría y cabal a la sociedad que formamos y al mundo de hoy, sin prejuicios ni perjuicios en lo posible: ¿qué vemos y cómo lo vemos?.. Vale. Ahora yo me pregunto y pregunto a todos ustedes: ¿qué pastor/pastores guían al rebaño que todos formamos?.. y vuelvo a buscar respuesta en el Galileo cientos de miles de veces crucificado por los denarios de plata del comercio y el negocio: “Por sus frutos los conoceréis”…
Cuando las personas nos volvemos personal, gente; cuando el paisano se hace paisaje y paisanaje, el pensamiento individual se convierte en colectivo; no pensamos por nosotros mismos, sino por el común; el librepensamiento propio se diluye en el pensamiento único; no es ya que deje de ser analítico, es que hasta se rechaza el análisis como perverso y torcido. A la humanidad siempre se nos ha colocado delante a un “buen pastor que nos lleva al redil”; pero… cuando es un mal pastor, ¿a qué rediles nos lleva?..
En las Democracias se supone que elegimos a nuestros pastores. ¿Sabemos elegir bien?.. porque la escala de populismos, extremismos y panycirquismos nos está diciendo todo lo contrario: ¿Qué quiere un pastor, un ganado sumiso o un ganado libre?.. ¿qué es mejor, una democracia representativa o una democracia participativa?.. ¿por qué nos hemos dejado deseducar y engatusar para no responsabilizarnos de la segunda?.. Demasiadas preguntas certeras para tan pocas certezas como respuestas.
Lo único cierto y verdad es que nos encanta ser ganado. Que nos piensen otros; que nos marquen nuestros apriscos y abrevaderos a través de nuestras “sacrosantas” tradiciones; que nos alimenten con el pienso de no pensar, de no querer saber, de no preguntar… No permitir a ninguna oveja un “béee” fuera del yugo y del brazal.
MIGUEL GALINDO SÁNCHEZ / info@escriburgo.com / www.escriburgo.com
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