FUTBcOLITIS
Por
el de crisis, pan y circo de hace un par de semanas se me tiraron a
la yugular. El más amable me tachó de inoportuno. Pues miren, precisamente, muy
al contrario, busqué la oportunidad de los fastos y las canonizaciones que
sabía se iban a dar por el triunfo de la Roja para hacer mis reflexiones. Y sí…
ya sé que voy contra todo y contra todos – y así me vá por ello – pero alguien tiene
que decir alguna verdad de vez en cuando, aunque sea para variar y por mucho
que escueza a un orgullo rebañado de patrioterismo más que de patriotismo. Así
que, sintiéndolo mucho, si así lo siento así lo cuento.
Y es el caso que, para intentar
disimular la certeza de lo que largaba en mi artículo, aparte la evidencia de
los 300.000 del ala que cada héroe prefabricado como tal se iba a llevar por
“hacer felices a los demás”, según declaración de uno de sus más destacados
misioneros, un bienintencionado justificador me comentaba que, horas antes de
la final, un portavoz había dicho que algunos de ellos se estaban planteando
donar la pastada a ong´s. Pues cojonudo. Pero me gustaría que se hiciese
público quiénes, cuánto, cómo y dónde. No porque me lo crea a medias, si no por
estricta fiabilidad fedataria. Es que una cosa es una vaga declaración de
buenas intenciones, y otra un compromiso formal y concreto. Y si así fuera,
vaya mi reconocimiento por delante… Chapeau
pues.
No obstante, tal que así fueron
los hechos: En semanas anteriores, y promovido por Yago, un joven madrileño, a
través de las redes sociales Facebook y Twiter en una plataforma de “activismo
on-line”, cerca de 80.000 personas habían solicitado a los componentes de la
Roja que destinaran sus primas de no-riesgo
a fines sociales. El joven Yago razonaba que si los futbolistas donaban sus
elevados premios contribuirían a “aliviar un poco, mediante la solidaridad, la
grave situación del país”. Y aludía, con gran conocimiento por su parte, a “las
ventajas fiscales de las que gozaron en el Mundial de Sudáfrica en el 2010”…
Por lo tanto, al capitán Iker Casillas le llovieron las peticiones para que
intercediera ante sus compañeros, además de una carta de petición dirigida a la
Federación Española de Fútbol, “la entidad que genera estas primas”, de forma
que todo el que se sumó produjo automáticamente el envío de un e-mail a su
nombre en tal sentido… Enfín, ya conocen el sistema. También hay que decir que,
anterior a esta movida, los jugadores de Italia anunciaron públicamente que la
totalidad de las primas recibidas o por recibir eran donadas a la región Emilia
Romana, devastada por los terremotos, (por cierto que aquí, en España, igual
tenemos alguna Lorca pendiente, como ejemplo).
Ésta pues, y no otra, es la
cuestión. Y esto mismo es lo que ponía sobre el tapete en mi anterior columna
de referencia. Lo de si los de la Roja se han visto forzados o no,
comprometidos o no, a un acto de generosidad con el que no contaban y que les
sobrevino como aguacero, importa poco si se obra el milagro. Pero lo que yo
decía, e insisto en ello, es que igual demostración solidaria supone pagar
religiosamente los impuestos sociales del país que los mantiene con sueldos
millonarios aunque sus jornales se rebajen por tal causa. Tanto los clubes como
ellos mismos. Como igual de solidario es ponerse el domicilio fiscal en el país
de donde reciben fortuna y adoración. Y sin gratuítas publicidades con la ya
cantarina frase “… su perfil más solidario”. Miren ustedes, todo esto dice muy
poco de un país que se ufana de tener un equipo campeón en fútbol pero pasa muy
mucho de no tener una sola universidad entre las 200 primeras del mundo. Y dice
mucho y mal de un país que paga espléndidamente a cualquier futbolista del
mundo mientras se le están yendo sus investigadores médicos y científicos por
la más elemental falta de medios.
Como también decía,
naturalmente, que el ser objeto de culto viene muy bien a gobernantes que saben
usarlo en gobernados que piden ser utilizados a gritos. Cuando el pueblo exige
circo antes que pan, el César paga exquisitamente a los gladiadores con lo que
le resta a los ciudadanos. Para eso son sus
gladiadores. Y los aman. Y los idolatran. ¿O es que se cree usted que los
anuncios institucionales en la tele de fútbol-gladiators son casuales?... ¡No,
hijo, no..!
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