TORQUEMADAS
No hace mucho, escribí sobre el sacerdote y teólogo José A. Pagola, sobre su libro “Jesús, una aproximación histórica”, y sobre el proceso inquisitorial abierto por el contenido del mismo a instancias de la Conferencia Episcopal Española. Libros que fueron retirados de los canales de distribución para satisfacción del beaterio de ayatolahs católicos que hay en este país, y para enorme tristeza de los cristianos librepensadores que también los hay, y muchísimos gracias a Dios, y entre los que muy humildemente me gustaría contarme. La cosa es que este ataque y secuestro al derecho al conocimiento, a la autoformación e información, a la libertad de elección, ya duraba cinco años…
Ahora, no sabemos si por el cambio papal o por maquillaje de imagen – o como cuando en los nombramientos de los antiguos tiranos, que liberaban un reo – el caso es que la Congregación Romana para la Doctrina de la Fé (antes Santo Oficio), reconoce que el libro no contiene ninguna posición contraria a la fe, ni herejía alguna. Hablar de herejías a estas alturas me produce náuseas, pero enfín… Bueno, prosigo… que si bien con matices ya que, aún permitiendo la publicación, ya veremos lo del nihil obstat, se hace especial constancia en que su lectura deja de estar recomendada por la Iglesia. Bien, a pesar del anacronismo censurial, el fallo deja a los epíscopos acusicas españoles como auténticos cavernícolas. Pero cada uno cosecha lo que siembra, y tiene lo que se merece, y eso deberían de saberlo muy bien los que se atribuyen exclusividad de interpretación evangélica. Pero es que, aquí, en España, la clerecía aún es más papista que el propio papa. Absolutamente.
Fue el eminente obispo D. González quién dejó escrito “si de un libro bueno se tratara, su difusión me alegraría, mas leyendo detenidamente su contenido me preocupa profundamente que este libro se lea tanto”. Ya iba por la novena edición con casi 150.000 ejs. vendidos solo en España. Su objeto de preocupación es una figura de Jesús muy humana y con demasiadas mujeres a su alrededor. Y eso, la misoginia eclesial no lo soporta. Dicen que el presidente de la Conferencia, Rouco Varela… ¡señor… sí señor!.. ni siquiera se molestó en leerlo, pese a perseguir su desaparición de las librerías. Cuestiones personales, por lo que se ve. El prelado cordobés D. Fernández, señaló en una carta pastoral, “me llegan noticias de que el libro de Pagola se está vendiendo como rosquillas. Incluso en alguna hoja diocesana viene recomendado como libro de formación. Y hasta en alguna visita parroquial han querido regalármelo, pese a sembrar tanta confusión en los fieles”…
Es el caso que, al final, la obra del buen teólogo, aún sin merecer el imprimátur bendicionil, y aunque la Conferencia Episcopal Española aún sigue insistiendo, ¡hay que ser torquemadas!, en perseguirlo y condenarlo, al menos podrá circular con todas las bendiciones de la libertad de expresión, faltaría más… Yo me alegro mucho de que la libertad venza al oscurantismo. Me alegro por este honesto cura, por esta persona recta que ha soportado con elegante silencio esta incuria de bajuna condición por parte de los que deberían demostrar lo contrario. Y me alegro por mí, porque al fín podré leerlo. Y me alegro por los demás, porque podré recomendarlo, y decirles: léanlo con el respeto que no le han tenido los suyos, y rompan con él las cadenas de la esclavitud de pensamiento. Y me alegro, enfín, porque supone una pequeña batalla, ínfima quizá, pero importante, ganada al inmovilismo, a la esclerosis, y al tenebroso dogmatismo de los que deberían ser la luz del mundo.
Escribo esto tras el capítulo del papa interruptus. Cuando sea publicado, ya tendremos nuevo papa y dos santidades en la tierra. Confío y espero que no tengamos que soportar también dos infalibilidades en vez de una. Sería demasiado. Como también podría ser el principio del fin del catolicismo tal y como lo conocemos. Vivimos tiempos de cambio, de confusión, de traslado, de caos y desorientación. Tiempos de mudanza. Tiempos en lo que todo parece derrumbarse a nuestro alrededor. Quizá sea para construir un nuevo órden, la parousía de un mundo nuevo, no sé… Pero lo que sí sé es que esta Iglesia no vale para ese nuevo, y se supone que mejor y más elevado, estado que ella misma se encarga de proclamar a los cuatro vientos. Ni de coña, vamos, ni de coña…
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