EL EFECTO DE MI DEFECTO
Tras la lata que he dado con el
sacerdote José A. Pagola y su cuestionado, prohibido y secuestrado libro, Jesús, una aproximación histórica, por
parte de la jerarquía católica, creo que merece un tercer y definitivo artículo
como cumplido broche a lo que bien acaba. La historia ha tenido un final feliz,
o si no, al menos, civilizado, y, a la postre, he podido leerlo y recrearme en
su sobradamente documentado contenido, sin tener que aprender catalán, que era
la única edición en España que tenía bula, dicho sea de paso y sin ánimo de
joder… Pero, a las pruebas me remito, para algunas cosas como ésta, Catalunya
ya es independiente.
Y, por supuesto… Claro que el puñetero libro del buen
cura se atragantó a la oscurantista Conferencia Episcopal Española.
Naturalmente que chillaron los callos del fundamentalismo más fanático y
dogmático de la caverna, que es lo que en mayoría habemus. No podía ser de otra
manera. Una de las primeras frases del libro es toda una declaración de
intenciones: “hay que volver a las raíces, a la primera experiencia que lo
desencadenó todo…”, “Porqué ibas a ser Tú propiedad privada de predicadores,
doctores y eclesiásticos…”, cita a Jean Onimus…
La clave reside en que Pagola no diviniza la
humanidad de Joshua Ben Yousef, si no que humaniza su divinidad. Y comienza por
demostrar Nazaret como legítimo y Belén como altamente dudoso, y a sacar a la
luz sus cuatro hermanos: Santiago, José, Judas y Simón, y alguna que otra
hermana… Y cómo, al principio de su vida pública, fue frontalmente rechazado
por su propia familia al enfrentarse al judaísmo ortodoxo y sus costumbres… Y
cómo su celibato fue libremente escogido por motivos prácticos y no por motivos
de sexo… Y cómo mostró su radical diferencia con el Bautista pasando de la
doctrina del castigo a la doctrina del perdón… Y afirma taxativamente que Jesús
siempre habló del Reino de Dios, pero jamás, nunca, de ninguna Iglesia… Y que
Él afirmó que Dios no viene a defender los derechos de nadie ni a imponer fé
religiosa alguna, pues Dios es padre, y no juez… Y afirma que asumir el mal es
debilitarlo, como combatirlo es alimentarlo, y de ahí lo del “yo no te condeno,
pero anda vé y no peques más”…
Y saca a relucir la justicia social de los
pobres afirmando que Jesús la defendió siempre como consecuencia de la divina.
Y que la Iglesia que se alía con los poderes políticos y financieros, como la
judía de su época, es la satánica (dios Mammón) y no la del Reino… Y que no
existe más “segunda venida” que asumir el verdadero contenido y significado de
la “primera”, que aún está pendiente… Y trata de los discípulos y discípulas,
de los seguidores y seguidoras, de los apóstoles y las apóstolas… Y afirma que
le costó la vida el hecho de oponer su fé a la de cualquier iglesia... Y escribe
frases como “no es la propia religión, ni el propio grupo, los que nos tienen
que indicar a quién amar, a quién odiar, a quién ayudar o a quién rechazar o
ignorar, a quién defender y a quién combatir. Si no que, la pregunta correcta
es: ¿quién me necesita?, y la respuesta correcta es: pues ese es mi prójimo”...
Y escribe sobre la fé auténtica y la fé placebo, sobre la fé personal y la fé
social. Y sobre muchas otras y tantas cosas.
Así que, una vez
leído el puñetero libro, me explico muy bien explicado el porqué se lo han
cepillado… Si bien, luego después, lo han soportado… aunque guardándose bien
guardado antes el haberlo desacreditado. Pero, lo cierto, es que he leído muy
pocas obras, y conste que he leído muchas, con tanta riqueza documental como
ésta. Las fuentes históricas y sociales en que bebe no desdicen un ápice de las
fuentes teológicas consultadas, y la honestidad y probidad de este cura en
cuanto expone es honrada y admirable, tanto en lo que dice como en lo que cree
y en lo que descansa su razonada fé… Y eso, claro, es un manifiesto contraste
con la atrofiada atmósfera de sus enemigos de curia. Su libro, pues, es un
manantial de aguas cristalinas, una ráfaga de aire fresco, un alimento del alma
y del conocimiento puro y sin prejuicios…
Este humilde
columnista no puede por menos que recomendarlo a quienes tengan estas
inquietudes. No tengo más interés que el compartir con los que están en el
camino de la búsqueda. No con los del cumplimiento. Abstenerse los del dogma,
por favor… Ni quiero herirlos ni que se sientan heridos. Cada cual viva la fé
que su espíritu necesita vivir, y allá cada cual con sus propias limitaciones,
como yo con las mías… que no puedo soportar a los que su única religión se basa
en lanzar anatemas. Ese es mi gran defecto… Pero me hace efecto.
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