PENSIONES: LAS CUENTAS DEL CUENTO




Nunca los números han sido tan ingratos. Jamás tan injustos. Ni tan frívolos. Pero son claros y diáfanos, porque cantan y cuentan la falsedad de los que los tejen, y ponen al descubierto la fragilidad de las mentiras. Me refiero a las cuentas del cuento de las pensiones, naturalmente… A esos mismos cuentos que cuentan. A esas mismas cuentas de abalorios con los que intentan hipnotizarnos y regatearnos toda una vida de trabajo para que acabe en nada. Miren… fíjense bien… ojo, que la mano es más rápida que el ídem… plis, plas, ¿dónde está la bolita?.. ¿ánde andará..?.

De momento, ponen a un grupo que, para despistar, llaman expertos, a que estudien la forma de presentar el encantamiento, esto es, lo que los políticos ya han decidido que sea: cómo dar un tijeretazo a las pensiones disfrazando el saqueo de honorabilidad, y con un lenguaje técnico donde el personal se quede más tonto de lo que es. No se trata de que esta comisión vea lo que es mejor, si no que maquine cómo es mejor decirlo para que cuele el sapo. Así que van y se inventan una cosa muy lograda como lo de la esperanza de vida. Entonces, dicen, como de aquí al 2.050 se cree que la longevidad se alargue 5 años, o sea, pase de 20 a 25 años, vamos, que vivamos 90 en vez de 85 años en ese promedio de 35 años, pues ya está: 5 años dividido por 35, igual a 0,7. Así que se deduce un 0´7% a la base de cada año, y listo el bote, pegote… ¡Sesudos son, coñe..!. Tanto estudiar p´a esto.

Pero eso tiene una trampa, y es que, normalmente, y con las estadísticas en la mano, se mueren más, muchos más, antes de llegar a los previstos que pasando los previstos. E, incluso aunque así no fuera, serían “las mansas por las que topan” en todo caso, lo que hace de esta norma una fantasmada, una excusa muy bien traída para quitar más de donde no se debe quitar, aplicando una matemática, además de supuesta, falsa. Aparte de que la base del jubilado ya se ha ido recortando a lo largo de toda su vida laboral cambiándole las reglas del juego varias veces a medio partido y sin concederle posibilidad alguna de compensar las pérdidas por lo ya cotizado. Otro robo programado.

Por otro lado también, le desquitan un IRPF que le suben más que el IPC, con lo que le bajan la paga en vez de subírsela. Además, cobran un Impuesto sobre Rendimiento a personas que ya no rinden porque son clases pasivas, pero que lo han pagado durante toda su vida de rendimiento para cuando llegara la vejez y no pudieran rendir… Y, encima, ese IPC, ese incremento de precios al consumo, se lo cargan de un plumazo y lo trastocan por una compleja fórmula que no la entiende ni la madre que la parió, para así subir (si suben) lo que a ellos les salga del perifollo. Así que se puede incrementar el costo de la vida cuanto quiera, y el jubilata de lata se vaya a la m… en plata. No sé lo que es más indecente, si condenarnos a la escasez de por vida, o darnos la opción de vivir lo que cada cual elija, repartiendo y/o estirando con dignidad lo que nos corresponda a cada uno, y luego, cuando se nos acabe, presentarnos a la despedida y cierre de la emisión. Y que no nos paguen pero que nos apaguen.
                                                                                     
Entérense ustedes. Si sacamos cuentas, con lo que cada jubilado hemos soltado para nuestra mísera pensión, nos hubiésemos pagado un muy digno seguro médico, y aún nos hubiera quedado para vivir cien años sin apreturas. Vean, vean los números y verán la estafa, el timo del tocomucho. Pero se nos ha obligado a pasar por el degolladero con cánticos de sirena y las cuentas de las mil y un noches. Y ahora nos viene el recorte de un pienso muy mal pensado… No hay dinero, dicen. Y dicen bien, pero callan el resto: no hay dinero para todos, así que os quitaremos a vosotros para llevárnoslo nosotros. Que esa es la verdadera verdad, y no otra… Pues la cuestión no está en lo que han dejado, si no en el reparto de lo que queda.

Miren, si no, un solo e ilustrado ejemplo: El último banquero, ladrón y sinvergüenza, condenado por los juzgados e indultado por los políticos, se ha jubilado – aparte su desmedido e inmerecido sueldo – con una indemnización cercana a los 90 millones de euros. Saquen cuentas y verán como con eso se pagan a 300 jubilados durante toda esa esperanza de vida de 25 años que dicen. Luego multipliquen este caso real por cientos de congéneres y de altos y medianos cargos políticos, y hagan números a ver si no sale lo que falta en la caja de pensiones para que todos los que nos hemos pasado la p… vida currando y cotizando como gilipollas rampantes no tengamos que contar los céntimos del día a día cada día… Por eso, las cuentas del cuento cantan. Y cantan que cuentan y no acaban. Ni acabarán, me temo.

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