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TORRE-PACHECO, MURCIA, Spain
Escribidor, más que escritor, empresario, Juez de Paz de mi pueblo, colaborador de la fundación Entorno Slow, certificado por Global Reporting Initiative como técnico para sellos RSC - Responsabilidad Social Corporativa -, vicepresidente de COEC (Confederación Comarcal de Organizaciones Empresariales) y presidente local, tonto útil, etc...

viernes, 26 de septiembre de 2014

EDILES (Carta abierta)

No estoy en contra de los cargos de asesores. Ni mucho menos. Estoy en contra de una fórmula onerosa para el gasto público y que, generalmente, tan solo sirve para colocar paniaguados. La herramienta de asesoría es buena, muy buena, mientras no se utilice como “colocadero”. Asesorarse es incluso necesario, pero sin aprovechar esa necesidad para emplear el dinero público en cargos de favor. Existe una fórmula de muy bajo costo y muy buenos resultados, quizá menos elaborados pero sí que más efectivos. La condición primera es que un asesor debe estar motivado, pero no pagado. Debe compensarse con un mínimum por ello, pero sin que se sienta dependiente de ello. Ha de conservar un carácter independiente y honesto. Un asesor que come del político de turno solo dice lo que el político quiere oír. Defiende el puesto del que paga manda. Un asesor modestamente compensado trabaja por auténtico compromiso ciudadano, no por interés. Y el ahorro a las arcas públicas es considerable. Hay un dicho en Alemania para esto que, traducido viene a ser algo así: Cuanto más independiente sea el asesor, más sincero es y más auténtica su asesoría.
 
                Se me dirá que explique el funcionamiento. Permítanme guardármelo. Alguna vez he facilitado estrategias que luego han utilizado personajes de cargo para su bien y el de su propia y santa iglesia, a la vez que para joderme a mí… Hay ediles fiables y otros que no lo son. Igual existe una manera asamblearia y participativa de la ciudadanía en la gestión de los asuntos que les afecta (casi todos) que dignificaría la labor de sus administradores políticos y compartirían responsabilidad en las decisiones. Es lo que nos viene, más tarde o más temprano, por muchos palos que se le pongan a la rueda del carro. Es relativamente fácil, sin ningún costo, y darían excelentes resultados, pero un político debe valorar más el interés general que el del partido. Tampoco voy a decir más…

                Verbigracia: una persona en quien confían las personas, suele ser confiable y tener amigos de confianza. Yo tengo uno – es rigurosamente cierto – que podría tener en sus manos el resucitar una escuela de capataces cuyas instalaciones están en práctico desuso y cuasi abandono, con un sistema mixto público/privado, al estilo y modelo de los colegios concertados. Una acción que podría devolver la importancia perdida, salvarla de la decadencia, y activar el desarrollo y economía del lugar… Stop. Hasta aquí llego. Es tan solo un ejemplo, un solo ejemplo ilustrativo, de los frutos que se pueden recoger en un régimen de confianza y lealtad y rectores que miren por el bien común por encima de su propio bien, su partido y del puesto que tengo allí, como cantaba el caralsol…

                Voy a poner un último ejemplo a esto último dicho. Y va a ser muy atrevido, advierto. Pero lo voy a hacer, y pido perdón anticipado por ello. Me he enterado (es público) de la nómina anual media de lo que ganan los políticos locales de un pueblo medio. Pues bien, con lo que cuesta su paga, casi que bastaría para poner a todos los habitantes de ese pueblo mediano en un régimen de medicina privada que complementase notablemente el cada vez más deteriorado sistema público… Y existen muchas variantes intermedias. Es tan solo que un dato comparativo, nada más. Pero esas son las cuentas. Y a eso mismo me refería al principio, cuando decía que el interés por el servicio a los demás no reside en los emolumentos recibidos a cambio… Ya sé… es una nueva forma de mirar las cosas, pero hay que ir corrigiendo puntos de mira que una práctica viciada ha desviado del objetivo final: el servicio público.

                Este artículo de hoy no pretende molestar a nadie, si bien asumo que a unos pocos no les vá a sentar muy bien que digamos, pero si, a cambio, el riesgo es beneficiar a unos muchos, pues lo corro y ya está. Por eso debe ser leído sin prejuicios políticos ni personales, con claridad de conciencia y meridianidad de ideas. Con apertura mental. No se trata de quitar el pan a nadie, sino de repartirlo más y mejor… Ya saben, se trata de hacer más con menos, de la optimización de recursos esa que no se cae de la boca de nadie pero que nadie pone en práctica. De eso mismo.


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