ENERGÍAS
Hace algún
tiempo, cuando escribí mi artículo sobre LA FÉ, que trataba sobre la
autocuración a su través, y sobre el fenómeno placebo, y sobre lo saludable de
la meditación, y todo eso… recibí cantidad de e.mails y comunicados de lectores
y seguidores que describían el diverso mundo de sus experiencias personales.
Desde dirigirse a lo más interior de uno mismo, a lo más exterior (el
universo), pasando por la mediación de algún santo o vírgen especializados en
según qué tipo de sanación, la mayoría – salvo algún negado como yo – me
relataba su mayor o menor grado de alivio, o incluso, total desaparición, de
molestias o enfermedades. Nadie habla de milagros, pero sí de bienestar, de paz
interior, o hasta de ciertas experiencias más o menos místicas, que eran posibles,
según tales testimonios
Por supuesto que sí. Jamás diré
yo lo contrario. Es perfectamente explicable desde la física más pragmática.
Vivimos inmersos en campos de energía. De hecho, todo es pura energía en su más
variada expresión, gradación, condensación y vibración. Incluso nosotros mismos
somos y estamos hechos de energía. Formados de esa misma energía, condensada,
como la leche, y producimos, mejor o peor, bien o mal entonados, nuestra propia
energía, más o menos viciada. Toda enfermedad, molestia o desazón aparece
cuando se produce un desequilibrio vibracional en esos campos energéticos. Y,
al contrario, la curación, el alivio, la paz o el bienestar, vuelven cuando los
niveles de energía se equilibran de nuevo. Es la diferencia entre un estado
armónico y un estado inarmónico. Si es físico, aparecen desarmonías físicas, si
es mental, deesarmonías espirituales, que igual luego también redundan en lo
físico. De ahí las llamadas enfermedades psicosomáticas.
Todo se reduce a saber y/o
aprender a equilibrar y armonizar nuestras propias ondas energéticas. Nada más
que eso… y nada menos, también. Y aquí es, precisamente, donde reside todo el
quid de la cuestión. O lo equilibra uno por sí mismo, a través de la mente, con
técnicas meditativas como yoga, zen, etc., aún apoyándonos en los rudimentos de
la fé en algo externo (efecto placebo), o nos ayudamos con la química: uso de
drogas, medicamentos, farmacopea natural o artificial, etc… O nos buscamos un
aliado “mecánico”, inócuo para el organismo, al no ser invadido por productos
químicos.
Hace casi medio siglo,
recordarán, apareció el famoso Megabrain, conocido popularmente como “el casco
de Dios”, que obraba maravillas psicodélicas. Hoy ya existen mucho más
sofisticados y mucho menos aparatosos, más manejables, económicos y asequibles.
Funcionan en multi-onda theta, alpha y beta, y se utilizan para corregir
trastornos de sueño, de aprendizaje, inducir a la meditación, estimulación,
creatividad, motivación, y variedad de usos terapéuticos y experimentales. La
investigación derivada de ello ha puesto en el mercado doméstico pequeños
aparatos como el Armonizador Exalar, para lograr entornos saludables, o como el
Electropulsátor, para el alivio de los dolores articulares y musculares, sin
necesidad alguna de pastillas ni medicamentos, así como un sinfín de
aplicaciones añadidas.
Me dirán que parece que estoy
muy puesto e impuesto en la materia… Bueno, es que hay truco. Soy amigo del
distribuidor para Europa de algunos de estos milagros domésticos, y, claro, en
conocimientos juego con alguna ventajilla. Así que lo comparto con ustedes… Es
más, si están interesados en alguno de ellos, o desean algún tipo de
información adicional, aprovéchense, es posible que pueda ayudarles a hacerse
con alguno de esos fantásticos chismes.
Alguien dijo que el milagro de
ayer es la técnica de hoy, y no deja de ser muy cierto. Todo, absolutamente
todo, reside en la mente humana, pero ésta es evasiva por naturaleza. Menos mal
que en ella también reside el poder de buscar – yo no lo llamo inventar – y
encontrar, descubrir caminos, atajos y sucedáneos mediante la ciencia, la
técnica, la física, la investigación… No hemos llegado aún a que la montaña se
quite de en medio con nuestra sola palabra, como JC nos informó en su día, pero
eso sí, hemos descubierto la retroexcavadora con que dominarla…
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