ME VALE, SÍ, PERO NO...

 


(de Mundiario)

El pasado Mayo, en Argelés-Sur-Mer y en Colliure, Francia, se celebró por primera vez el Día de Recuerdo y Homenaje que establece oficialmente la Ley de Memoria Democrática, donde se desarrollan diferentes actos en recuerdo de quiénes, en 1.939, se vieron empujados a abandonar su patria por las tropas franquistas, vencedoras pero no perdonadoras, de su golpe de estado, y que desató una sangrienta persecución y represión en España contra los vencidos, antes de fijar una dictadura que duró 40 años… Para mí, este Homenaje a las víctimas del exilio se reviste de humanidad y dignidad, por cuestiones personales que muchos de los que me siguen ya conocen, aunque algunos aún no comprendan…

Al fin y al cabo me afecta objetivamente (es algo que no puedo obviar), y que me sitúa, lo reconozco, al lado de las víctimas: mi padre estuvo en esos mismos escenarios, tras atravesar los Pirineos en la masa de los indigentes y los derrotados. Durmió donde cayó agotado, y sin saberlo: sobre esa hoy emblemática tumba de Antonio Machado, fallecido unos días antes… Luego fue llevado al campo de refugiados francés (refugiados es un eufemismo de concentración) de Argelés-sur-mer, dónde se llegó a hacinar hasta 80.000 exiliados españoles, incluso familias enteras. Allí, en el conocido por “Cimetier D´Espagnols”, descansan cientos de muertos, incluidos setenta niños.

En esa brutal humillación, muchos fueron llevados al campo de exterminio de Mauthaussen por el ejército de ocupación nazi; otros colaboraron con la resistencia francesa, o con el ejército expedicionario inglés; hubo quiénes se unieron en un “maquis” que inició una tímida, audaz y fugaz, y luego traicionada, “reconquista” a través de Cataluña… Los hubo que se quedaron definitivamente en Francia a vivir, o a morir, como los hubo que regresaron a España… O que “los regresaron”, como a mi padre, para aquí volver a pasar por otros campos de concentración, algunos eran de aniquilación, por otras cárceles… Pero, en fin, todo esto lo tienen ustedes en el libro El Teniente Galindo, escrito por mi hermano y por este servidor de ustedes.

Pero no he venido en este artículo a hacer umbralesca presentación de nuestro libro, precisamente, aunque lo cite porque viene al caso y al paso. Lo que intento desde aquí es respetar la Historia, si me lo permiten todos aquellos que opinan (y tienen tanto derecho como yo mismo en lo contrario) que hay que enterrar la memoria y la historia para que no molesten, ni desenterrar resentimientos para no generar odios. Es todo lo contrario. Lo que hay que enterrar es el odio y el resentimiento, conociendo y honrando a las víctimas de una Historia que no tiene que volver a repetirse. Y para eso, hay que conocerla y asumirla. Precisamente aquellos también fueron traicionados en su origen por las propias democracias europeas, que luego, por intereses y estrategias políticas, militares y económicas, se aliaron con el fascismo residual de nuestra dictadura, porque convenía a las primeras potencias “democráticas” del autollamado “mundo libre”… Así que no me digan que crea en Calleja, que ni hablar del peluquín…

Bueno, a lo que vamos… el caso que me ocupa hoy es lo que hoy importa: que autoridades francesas y españolas, sin distinción, junto a descendientes directos de aquellos represaliados por todos, se unan en un acto que visibilice y conceda oportuno homenaje a cuántos lucharon, sacrificaron su juventud y vertieron su sangre por su ideal contra el fascismo, lo veo justo pero tarde… Pero yo no lo llamaría, permítanmelo, “Memoria Democrática”, sino “Reparación Democrática”, “Reconocimiento Democrático”, “Justicia Democrática”, como más adecuado a lo que estamos tratando. Pues no fue ya una guerra Civil, fue también el comportamiento de unas naciones autodefinidas democráticas que dejaron mucho que desear, y de lo que hoy deberían avergonzarse, pedir perdón, y reconocerlo.

Por eso no vale solo que a ese acto institucional acudieran dos prefectos franceses, sindicatos españoles, un secretario de estado, y algunos hijos, casi ya octogenarios que somos, de aquellos héroes románticos que se dejaron el alma por un mundo mejor, y que, tras el acto, volvieron a sus casas con un Diploma acreditativo bajo el brazo, el espíritu encogido y semiagradecido, y el bálsamo de lágrimas vertidas… Todo eso está muy bien, pero me queda la duda, y quiero decirlo aquí, que, en algunos casos – si no en todos – no sean más que poses políticas de determinados partidos que se quieren apoderar de su exclusiva representación (tampoco hace tanto que el propio Pablo Iglesias los insultó y ofendió ninguneándolos), por ejemplo…

…Porque yo no veo que sea una cuestión de Estado democrático por ningún lado. Si así lo fuera, si hubiera auténtico y genuino interés en reparar esa Memoria Histórica que dicen, en todos los colegios e institutos, incluso en las universidades, de España, se daría cumplida información no tendenciosa de ello… Y digo “no tendenciosa”, porque no debería de ser política, precisamente, sino estrictamente educativa de un hecho histórico que define al mundo y la sociedad actual. Es lugar para historiadores, autores, sociólogos, estudiosos, pero no para políticos, que cada cual retuerce la Historia para llevar el agua a su molino.

No hace mucho, un zagal joven me dijo haber leído “el libro del Teniente”, así me lo definió… que lo había comprado su padre, lo tenía por allí, y se lo leyó en cuatro sentadas. Y me acojonaron un par de cosas: primero, que le había gustado “porque le resultó muy interesante”; y segundo, que una gran parte de ese verdadero entorno histórico, por no decir ninguna, “no viene en mis libros de Sociales”… No está, “missing”, desaparecido, es un “off-side” como una casa. Se les ha “capado” de hasta la capacidad y la posibilidad de comparar su hoy con un ayer que lo ha hecho posible con el sacrificio de mucha gente. Y de valorarlo. Y de entenderlo.

Por eso no llego a creerme del todo que eso se haga por justicia histórica. Eso hay que demostrarlo enseñándolo sin estridencias y sin tendencias. Tal como fué. Sacando conclusiones sin rencores. Asumiéndolo pero no olvidándolo… Y no montándose un “selfie” para que salga en una esquina de cuatro periódicos y un “flash” en los telediarios del día siguiente.

Miguel Galindo Sánchez / www.escriburgo.com / miguel@galindofi.com

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