PENSAR O NO PENSAR
¿A usted no le ha ocurrido alguna vez, que al despertar una mañana, sin recordar ningún sueño en concreto, se le queda un sonsonete hecho de palabras, con o sin musiquilla, algo suelto que se repite inconscientemente y recurrentemente a lo largo de la mañana o incluso del día?.. Creo que es algo nada infrecuente en las personas, pero que no nos detenemos a examinar, dado lo corriente de tal sucedido. O es posible que no sea así, y entonces ustedes juzgarán si merece la pena comentarlo, o no.
Hace unas pocas fechas, me desperté con uno de esos tole-toles metido en la cabeza. Mientras me vestía, me aseaba, medicinaba o desayunaba, el abejorro de cinco palabras estuvo zumbándome en la mente durante una buena parte de la jornada. Incluso por la tarde, ya iniciada la oscurecida, cuando suelo drogatontarme con el Telediario y lo que completa el rancho del día, me volvió la cantinela, que ya solo me abandonó al coger el nuevo sueño.
“¿Puedo salir de esta película?” era esa especie de jaculatoria de las cinco palabras, a modo semanasantero, así, en plan interrogación (yo diría en interrogante/suplicante), que me rondaron tan insistentemente… Yo sé que no es nada raro; que estas cosas suelen pasar; que más extraño es que le toquen a uno “los iguales”; que anda ya y que tontería de manía. Pero no me digan a mí que esta preguntica – me la hiciera a mí mismo, o algún desconocido otro – no es un pelín extraña. Puedo salir de un cine, sí, pero de una película, ya me contarán qué tarantán…
Pero lo que quiero compartir con ustedes es que, a los pocos días de eso, en un libro que andaba leyendo de Javier Marías, en concreto Berta Isla, leo: “tengo la sensación de que yo no he escogido tanto como se me ha escogido a mí”, y, sin saber porqué regla de tres, tal que en un airbag, se me disparó de nuevo la frasecica peliculera. Varias páginas después, y terminando capítulo, otra: “Cuán fácil es creer que se sabe, y no se sabe nada. Cuán fácil es estar en la oscuridad creyendo que es nuestro estado natural”…
He de aclarar que es del género novela, no del género ensayo, y que las frases las suelta un personaje de la trama, que no son máximas de sesudos análisis. Puntualizo este matiz para que eliminen la posibilidad de que yo estuviera enganchado a un nivel de pensamiento filosófico o extrafilosófico que conectó en el mismo grado vibratorio del… llamémosle “mensaje original”. Nada que ver lo uno con lo otro, con lo esotro, o lo aquellotro…
Bajo mi bajo entender, claro, esto se sale del “guá” de las casualidades, y entra en el de las causalidades… Lo que causó el ping-pong salido del sueño fue la causa, sin duda alguna, de que, días después, y conscientemente fuera del tema, yo me fijara en el efecto eco surgido de lo que quedó en mi subconsciente. Efecto sincronicidad, creo que se le llama a eso, (no sé explicarlo de forma más sencilla, disculpen mis limitaciones). Pero si ese inconsciente que soy yo y todos, llama mi atención y enlaza lo uno con lo otro, digo yo que será por algo, ¿no?..
Bueno, pues aquí estamos, con su permiso, naturalmente… A mí me gustaría reflexionar en compañía de los que me siguen e intercambiar supuestos, pero estamos limitados por una distancia que nos supera, aunque no a la escritura, que tampoco es poco. Y de ella me valgo. Y lo primero que me digo es que el primer “mensaje” larga que aparento estar atrapado en una película de la que quiero salir, eso está medianamente claro. Después se entiende del libro la sensación que yo no he escogido nada, pero que algo, o alguien, ha escogido por mí (por el personaje). Si unimos ambos, se expone el deseo de salir de una situación, o película, para la cual he, o se ha, sido elegido por alguna ignota razón… La última parte, lo de que es más cómodo creer que se sabe que saber lo que se cree, tiene miga, y es como para que nadie se deje dormir en los laureles.
De aquí salen, al menos, un par de preguntas simples: ¿puedo salirme de una película que, se supone, ya ha sido rodada y se está proyectando, para luego volver, o no volver, a entrar en ella?.. y la otra: ¿qué o quién me ha fichado para ese papel?.. ¿acaso pude haber sido yo mismo, sin tener ni puta idea?.. Sí, ya sé, me he sacado de la manga una tercera pregunta, pero es que viene dada, o quizá hasta contestada, y es que mi obligación es “saber el por qué”, y no “creer saber” lo que no quiero saber. Esto sería una impostura para conmigo mismo.
Lo cierto es que no tengo a Freüd, ni a mi amigo Juan Jiménez, aquí y ahora, pero sí que estoy seguro de que esto es un concepto universal que nos afecta a todos y cada uno de los seres humanos… Es por eso que me crea la obligación de compartirlo con todos aquellos que quieran profundizar en el conocimiento de sí mismos. No me considero en posesión de la verdad, ni mucho menos, pero sí que estoy en la búsqueda de la posible verdad, entiéndanme, por favor… ¿Y qué necesidad tengo de esto?, me preguntarán. Y habré de contestarles que la necesidad que me dicta mi necesidad.
Con uno solo, nada más que uno, que se sienta semidentificado con estas cuestiones, habré cumplido conmigo mismo, y lo consideraré una poderosa alianza, aunque jamás se sepa… La satisfacción es una especie de recompensa que casi nunca se da, pero que, a veces, sí que se siente…
Miguel Galindo Sánchez / miguel@galindofi.com / www.escriburgo.com
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