NO QUEREMOS VER...
(de El Mundo)
Me llega una especie de petición para que me sume a otra también especie de movimiento, no sé para qué ni por qué motivo. Se trata solo de completar una única frase: “Me gustaría ser recordado por…” y aquí poner la causa que uno estime justa, atrayente o atractiva, estimulante o estimulativa, no sé… me suena a que he ganado un concurso de grabado para mi lápida. No contesto. Declino la amable invitación porque la veo – a lo mejor me equivoco – como una especie de juego social en el que no me encuentro yo reflejado. ¿A quién le importa?..
Si tuviera que hacerlo, no sería por ningún motivo concreto, pues eso no reside en mí, sino en el resto de los que me conocen, o creen conocerme. Y estoy seguro que habrá más colores que en una paleta de pintor. No… si acaso, ya puestos, tampoco sería un “por qué”, sino un “por quién”. Algo así como: me gustaría ser recordado por aquellos que ni me deben nada ni me conocen de nada. Pues si pongo por aquellos que traté, a lo peor alguno me odia cordialmente, así que no… Es que eso, piénsenlo bien, sería la leche de todas las leches, como lo de las batallas del desierto, y más en alguien que ha escrito al dictado de sí mismo sin esperanzas de recoger nada a cambio, pues ni las loas ni los pescozones recibidos tienen solvencia tampoco como para ello.
No hace mucho, una estimada amiga murcianica de Murcia, ya saben (todos aquí somos murcianos, pero no todos somos de Murcia), me decía en un e-mail que “todos somos especiales en nosotros mismos cuando nos cruzamos en nuestra vida con quiénes está establecido cruzarnos”… Sabias palabras a fe mía de una Fuensanta sabia, o de una sabia fuente. De una profundidad poco común, dada la superficialidad del común. Naturalmente merece la pena darle vuelta y media en la sartén de la mente y compartirlo con las personas que quieran recibirlo, aunque no deje de ser, claro está, una reflexión personal.
Desde luego, todos nos aportamos algo unos a otros. Desde un casi nada a un casi mucho, pasando por cuasinfinitos niveles intermedios; y desde la aversión a la atracción; desde el aprecio al desprecio; de lo negativo a lo positivo. Y en esto, aviso, no media lo físico. No somos seres desprovistos del sentido de la consciencia (bueno, más o menos ) pero bien provistos del sentido de la experiencia. Y eso tiene un motivo, un por qué y un por algo… Lo que está meridianamente claro es que la circunstancia de la proximidad no es directamente proporcional a la circunstancia de la “projimidad”. Puedes verte rodeado de prójimos próximos que te ignoren en muchos sentidos, o incluso, que te rechacen en aquello que tú valoras. Y/o al contrario…
De todo hay en botica. La “vibración”, por llamarlo de alguna manera, no responde a la cercanía ni a la lejanía, una vez establecido el “contacto”, también por llamarlo de alguna manera… Ahí veo yo esa “especialidad” que menciona mi citada interlocutora, y que, por cierto, suele ser motivo de insanas reacciones e ignorantes contradicciones por parte de los miopes andantes y reinantes. Mucho más si ello no va acompañado de beneficios lucrativos y utilitarios. Pero la cosa funciona de esa manera.
Mas hay una especie de fogonazo en su frase que, en apariencia, puede descolocar un tanto, ya que nos lanza a una posibilidad que casi nadie, en modo alguno, queremos meditar, mucho menos reconocer: ¿Con quiénes está establecido cruzarnos?.. ¿Qué o quién establece eso?.. ¿Cuándo se establece?.. ¿Por qué se establece?.. ¿Dónde queda el llamado “libre albedrío” entonces?.. ¿Acaso, después de tanta jeringonza, todo está pre-establecido?.. ¿Luego no tenemos responsabilidad de nuestros actos ni “conocencias”?..
Tanta pregunta enfoca a un solo y único punto: si la muerte no existe como tal; si vivimos… mejor “transcurrimos” en un “tótum contínuum” (en presente contínuum lo trató Einstein); si lo que conocemos por “vida” es sólo una parte de un eslabón de una cadena de lo que llamamos “existencia”, está meridianamente claro que todos y cada uno de nosotros tenemos mucho que ver en eso, y que todos, absolutamente todos, estamos “conectados” en mayor o menor grado y a cercano o lejano nivel… (Recuerden la máxima: la diversidad se encuentra en la unidad)… Lo que ocurre es que tal posibilidad nos resulta muy incómoda de admitir. Nos da miedo… De lavarnos las manos a meternos en faena va mucho trecho y le echamos poco pecho.
Un servidor, y ustedes me sepan disculpar por pensar, mucho más por opinar, pero ya me conocen, a esa cadena que cito, más que laaarga la veo infinita… Si se sienten mejor y más cómodos piensen en indefinida, aunque no sea lo estrictamente correcto, pues sería casi lo contrario a lo que es: no definido es lo opuesto a lo que está muy bien definido como infinito, pero bueno, puede valer para empezar. El plan de la obra está hecho con también infinitas e indefinidas puntadas que forman definitivos dibujos en una especie de tejido establecido… mejor: pre-establecido.
Puede resultar todo lo complicado que usted crea, o quiera, o quiera creer, es lo mismo. Pero los casos y las cosas son lo que son. Es muy curioso que nos resulte tan cuesta arriba creer en estas ideas, y, sin embargo, creamos a pies juntillas, y a mentes igualmente de juntillas, toda la paparrucha que sobre el particular nos endilgan las religiones. Por ejemplo… Para que luego digamos.
MIGUEL GALINDO SÁNCHEZ / miguel@galindofi.com / www.escriburgo.com
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