SANTA TERESA
(de Col_leccions)
A mí, personalmente, me gusta más llamarla Teresa de Ávila que Teresa de Jesús, con santa o sin santa de precedente… Primero, porque así se llamaba al principio, y segundo, porque de allí era. Si luego ella quiso abjurar de su paisanaje, sus razones tendría… Me ha venido al caletre por la reciente y enésima versión de su vida que ha hecho una de las cineastas emergentes que tenemos, y que, no sé si por necesidad del guión, o por sabiduría propia, o por epatar y “vender”, ahora nos descubre una Santa Teresa que era una gran manipuladora, egocéntrica; de retórica retorcida y falsa humildad; gran estratega y mentirosa; dotada de una estudiada teatralidad (EP,28/11).
Desde luego, le hacen un traje que a Cruella D´Evil se quedaría en Blancanieves. Ignoro si estará documentado, o será un recurso para garantizarse el éxito, aunque sea por llamar la atención. No lo sé. Pero lo cierto es que se han hecho tantas versiones de Teresa, la monja andariega, y desde tantos ángulos y matices (yo cuento haber visto al menos media docena, desde el blanco y negro acá) que imagino que ya era la única faceta que quedaba por explotar, más que explorar… Debo decir que aún no la he visto, pero es el retrato que le hace una de las adaptadoras, o guionista, o no sé qué, de la obra Teresa, basada a su vez en una obra teatral. Pero a mí, cuando leí la reseña, se me apareció Isabel Díaz Ayuso, tal cual y con perdón, en el retrato que se hace de ella.
Que Teresa de Jesús tuviera un genio y unos redaños, y un carácter fuerte, creo que no hay ninguna duda, dado la obra llevada a cabo. No pudo llegar a ser lo que fue siendo una doña blandengues. Pero de eso a ser una elementa del cuidado que la pintan, yo tengo mis muchas dudas. Lo que he visto, estudiado y leído de ella y sobre ella, ha habido de todo un poco, cargando aquí y allí las distintas tintas; pero de embustera, manipuladora, falsa, retorcida y egocéntrica, poco, más bien nada, y no siempre he leído textos alabatorios y elogiosos sobre ella… Que tuvo que ser una mujer extraordinariamente difícil, sin duda. Pero de eso a lo otro…
De lo que sí estoy seguro es que Teresa de Cepeda tuvo que ser una persona tremendamente sola; un ser humano que arrastró, y arrostró, durante toda su vida, una soledad inmensa… incomprendida por su propia familia; evitada por sus propias compañeras; perseguida por su propia Iglesia; tenida por loca por sus prójimos y próximos, es lo que más se aproxima a su dura realidad. Sabiéndose continuamente en la diana del Santo Oficio; siendo vigilada por sus propias superioras de claustro, me explico que pudiera estar amargada, triste, cansada, y hasta los mismísimos ovarios; pero la falsedad, manipulación, el embuste y las trampas siempre estuvieron alrededor de ella, rondándola, a su acecho, pero no dentro de ella. No formaban parte de su ser, sino de su exterior.
Lo que pasa es que la elevación moral, mística y espiritual, e intelectual, de un ser dentro de un cuerpo de mujer, encima, de hace 450 años, era demasiado… Es demasiado incluso hoy (aún teniendo el auxilio – estoy seguro – de la física quántica), así que entonces, ni les cuento. Por lo que no pudo ser de otra forma, piénsenlo detenidamente: Hace cuatro o cinco siglos aparece una mente filosófica extraordinaria dentro de un físico de mujer, ¿qué hacer con ella?.. pues está claro, si la zagala pertenece a una familia de posibles, se le dota y se manda a un convento, a que le saquen los demonios de la mente.
Pero Teresa descubrió en las soledades de los claustros la soledad de su propia alma, en unos éxtasis que pasmaban a propios y extraños; y sus pensamientos y mensajes eran pura amenaza para todo lo establecido; y su conocimiento infuso sobrepasaba la ruindad y la mediocridad que la habían hecho su prisionera. Era una monja peligrosa… Solo encontró un espíritu de talla gemelar en San Juan de la Cruz, e intentaron ensuciar su relación sexualizándolos con rumores y calumnias (este método enfermizo aún sigue vigente, por cierto)… Sus “noches oscuras del alma” tuvieron que ser horrendas.
Lo que pasa es que, una vez fuera de este mundo, la Iglesia, su principal enemiga, obró con la astucia e inteligencia de que ha hecho gala siempre, por su naturaleza: la asimilación. La hizo suya, la nombró Doctora de la Iglesia, y “custodió” toda su obra, todos sus escritos, todo su legado… Y aún y así, y con lo poco que enseña, Teresa de Cepeda y Ahumada asombra y enamora con la profundidad de sus Moradas, o en lo más íntimo de su Castillo Interior, aunque se ha intentado y esforzado por vulgarizar y rebajar al máximo el espesor de su legado, y restar al nivel de su conocimiento… Que si “Dios está hasta en los pucheros de la cocina” está aludiendo a la segunda ley de la termodinámica, aún sin haberse descubierto entonces la tal ley.
Yo sigo viendo a una mujer que bajó a los infiernos más profundos de su alma, y que subió a la gloria más excelsa del alma humana; que lo comentó con el mensaje más puro y directo de Cristo (siendo excluída ”su” Iglesia); y que sufrió extraordinariamente por la marginación, incomprensión, rechazo y soledad en que se vio envuelta hasta el final, en que se liberó, al fin, de sus dos prisiones: de la cárcel de su cuerpo y de la cárcel de su sociedad.
Quizá alguna vez, algún día, algún cineasta hasta decir basta; o algún guionista que aún quede en la pista, se le ocurra pensar en la auténtica, la genuina, tragedia de Santa Teresa: estar en sintonía con las verdades eternas y universales, a la vez que encadenada por las burdas ignorancias terrenas. Su drama fue no pertenecer a ninguna parte; no tener su hogar en ningún lado; sentirse en la más fría soledad de todo y de todos a lo largo de su vida…
De todas las biografías que han caído en mis manos de la monja Teresa, en ninguna, ni en una sola, se recoge a un solo interlocutor en cuyo hombro haber podido descansar su cabeza… Nadie con quién poder hablar, nadie con quién poder compartir… Tremendo.
MIGUEL GALINDO SÁNCHEZ – www.escriburgo.com – miguel@galindofi.com
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