¿Y USTEDES QUÉ PIENSAN?
(de Grupo Literario)
Entre mis lectores (me cuesta llamarlos seguidores) tengo a los que yo llamo “los guadianas”, porque aparecen, desaparecen, y vuelven a aparecer de tarde en tarde, comentando alguno de mis artículos o programas radiofónicos… Entre tales hay una tal Mickhaela que lidera una especie de grupo lectorescritor centroeuropeo – creo que polaco -y que en una de sus apariciones, a través de un E.mail, me pide permiso para usarlos en su colectivo… Por supuesto, un día le dije que no tenía que hacerlo, solo entrar en mi web y bajárselo sin más historias ni mayores problemas.
Pero no hace mucho, me manda uno en el que me cuenta, que, en el tiempo, su grupo se reúne para exponer todos los trabajados considerados “trascendentes”, aquellos que les aportan un “conocimiento que nos ayuda a evolucionar”, así mismo lo pinta, y me cuenta que han formado una especie de Club, donde los miembros aportan 10 euros al mes para gastos de materiales y mantenimiento, y donde incluso dice que han formado un Taller de Escritura para jóvenes con inquietudes literarias, entre otras iniciativas… ¡cuánto se puede hacer por tan poco!..
Le contesto expresándole un par de cosas, que, sinceramente, siento: Dándole las gracias por utilizar mis escritos, a los que califica de “fuente inagotable de importante información para sus objetivos” (ahí es nada, camarada); y comunicándole mi sana y sincera envidia por haber obtenido tal respuesta, y resultados tan ilusionantes… “Son proyectos que deberían abundar”, le hago saber con admiración y respeto, y les felicito por haberlo conseguido, reiterándoles, por supuesto, que usen mi material a discreción en la medida que les pueda interesar.
Al cabo de unas semanas después de esto, me corresponde dándome las gracias por mi aportación, y añadiendo una especie de reto, un tanto extrañada ella, que sacude mi cómoda conformidad, o eso pienso yo, aunque, por otro lado, creo que no… “Lo que no entiendo es cómo tú no has fundado en tu lugar un Club Escriburgo, cuando parece que tienes todos los medios a tu alcance”. Y me suelta, así, de sopetón, y con toda (o no) la intención, que provocó una tecleada y apresurada contestación por mi parte que, enseguida, me apresuré a borrar, y que fue la de “es que aquí nadie es profeta en su tierra”, seguida de unas más o menos torpes justificaciones en especie, de las que me di cuenta que eran inapropiadas, o quizás erróneas. Así que mejor este meditado artículo, si es que llega a sus manos.
Esa tan lapidaria frase bíblica suena a una especie de soberbia por mi parte, como si no se me valorara lo suficiente, y eso no es tampoco la verdad. No está en mí juzgar al medio en el que me muevo, sino mejorarlo en lo posible, si así lo creo en conciencia. Es lo que he estado intentando hacer durante toda mi puñetera vida, y si no he conseguido nada, no es por no haberlo deseado, sino porque no he podido, o sabido, o sido capaz, de lograrlo. Y eso crea la pátina de una experiencia negativa… Y es posible, no lo sé, que antes de realizar la pregunta me salga escopeteada la respuesta. Y esto, que no es excusa, sí que puede ser la explicación.
Sin embargo, eso me creó cierta inquietud (si bien que relativa, claro) hasta llegar a preguntarme a mí mismo: ¿pero acaso, en serio, lo has intentado?.. respondiéndome también a mí mismo: no, tan solo lo he insinuado; y quizá no muy convencido por si eso altera mi más o menos sosegada existencia jubilar, o dicho en román paladino: la paz de mi convento. Lo cierto y verdad es que no lo sé; confieso que no lo tengo nada claro.
…Pero el caso es que, el otro día también lo hablaba con María José, una muy estimada amiga, de las pocas personas que cultivan la cultura con mimo (vean la redundancia: cultura viene de cultivo), y que me decía que le daba vergüenza recomendar nuestro bancal para presentar un libro de alguien, porque no iba nadie. Y todo eso cuenta, ¿no?. Yo mismo he renunciado a presentar mi último libro, y me han dejado más de una vez con un proyecto en puertas… Ya, ya lo sé que puede sonar a justificación, pero el temor al fracaso también cuenta en tales humanos casos y circunstancias, creo yo. Si ya sabes que no vas a obtener respuesta… ¿ánde vas, peazo tonto?..
Así que en tal dilema me debato… En el lugar en el que vivo es más erial que vergel, y no es una apreciación exclusivamente mía, así que, ¿entonces..?. La prudencia – llámelo cobardía, si quieren – me aconseja un ni sí ni no sino todo lo contrario, una actitud centrada, salomónica: muestra tu disponibilidad, y que los demás te lo demanden si quieren… Vale, puede funcionar, me digo comiéndome el higo, pero el temor al fracaso también cuenta en tales humanos casos: si ya sabes que no vas a obtener respuesta, ¿para qué molestarte, tío, acho?.. Es que, coñe, no me veo como un profeta loco clamando sobre una piedra “apúntate a mi club, joío”. Pues como que no…
Pero bueno, vale, a ver… El banderín de enganche está en el sancta sanctórum de las redes: www.escriburgo.com colgao como un bacalao. Luego tenemos una emisora, en Radio Torre-Pacheco, que me hace el favor de tomar nota a los interesados que se interesen, valga la redundancia; y un Círculo Instructivo, más conocido por Casino, que ni lo uno ni lo otro, pero dispuesto a darnos cobijo y cuartelillo. O sea, que me sobran puntos de oferta y me falta uno solo: el de la demanda… “Estoy disponible”, como colgaba aquel cartel del cuello de aquel limpiabotas…
Lo demás, creo yo, ya no sería cosa mía… Pero para quedarme tranquilo conmigo mismo, y en paz con mi conciencia sobrevenida de esos “guadianas” que me dicen y me cuentan, y me demandan, escribo este artículo de general difusión, porrom-pon-pon… Igual, al preguntarles, ¿y ustedes qué me dicen?, como lo hago desde el mismísimo título, iluminan mi pesimismo con una luz de esperanza. Por mí que no quede, y por pedir pareceres y opiniones, tampoco. Lo que me pasa es que me ando como gato escaldado, compréndanme… Cuando era supertonto útil en mil iniciativas me han quitado muchas, quizá demasiadas, veces, la escalera bajo los pies dejándome colgado de la brocha.
A lo peor es un puñetero trauma lo que tengo y me frena como mala brida. O a lo mejor un bien psicoterapeuta me afina la escopeta…aunque solo sea para pegarme otro tiro en el pie… ¿Ustedes qué opinan?..
MIGUEL GALINDO SÁNCHEZ / info@escriburgo.com / www.escriburgo.com
Comentarios
Publicar un comentario