TAN SOLO X ACLARARLO
(de El País)
No hace mucho me hicieron una entrevista para un programa. Una de las preguntas fué cual era la máxima de mi vida… Recordaba que era una que le leí a Anthony Hopkins, pero no las palabras exactas que la definían, así que improvisé el mismo pensamiento, el mismo mensaje y fondo, construido con otra frase más o menos parecida… Debo aclarar que esas reglas de vida suelen cambiar algo a lo largo de esa misma vida, según transcurren las experiencias que procuran el propio conocimiento. Mi máxima a los 77 no puede ser la misma que a los 17, como ustedes comprenderán. Al final de todo, acontece lo que prevalece.
Y, por si quieren saberla tal cual, era (es) la siguiente: “Esta es mi filosofía de vida: lo que la gente diga de mí no es asunto mío. Soy quién soy y hago lo que hago. No espero nada y lo acepto todo. Eso hace la vida más fácil”. (A. Hopkins).
Entenderán ustedes que al final de mi vida (como en la del gran actor británico) apenas ya queda margen para que nos afecte la opinión ajena, y es una atadura de la que nos es relativamente fácil librarnos… A estas alturas ya no vivimos para el mundo, sino que vivimos en el mundo. Y el concepto que ese mundo tenga de nosotros no nos condiciona la suficiente como para obligarnos a cambiar la línea de pensamiento y acción que creamos correcta. Lo que se diga o se piense de nosotros no es asunto nuestro; nos podemos permitir el lujo de aceptarlo todo sin esperar nada.
En mi caso personal me identifico absolutamente con tal máxima. No me siento condicionado (lo procuro, y creo que lo logro) por ninguna postura política, social o mediática, y me esfuerzo por mantener la independencia de mi librepensamiento… Esto que, dicho así, parece fácil, no lo es en absoluto. Ni muchísimo menos. Va en contra de los habitantes de la caverna platónica, que supongo conocerán ustedes.
El primer rechazo viene de los más cercanos, que te acusan de no respetar el parecer de la mayoría. Una mayoría que te achaca lo mismo llegado el caso de, por una opinión lanzada en ellas, caer en las redes de las Redes, ya me entienden… Un ejemplo concreto: si te permites manifestarte en contra del seguimiento de las masas a eventos como los JJ.OO., los panycircos programados, o el hedonismo consagrado, ya eres, automáticamente, alguien que no respeta. Existe un sofisma lapidario que actúa contra los que nos desmarcamos : “tanta gente (por la masa) no puede estar equivocada, ergo el equivocado eres tú”.
Y esta losa actúa como una enorme prensa que intenta homologarte (yo lo califico como homogeneizarte) hasta que te integres en el común, o calles para siempre. “…y tú, por qué no te callas?”, ya saben. Por eso mismo que el mejor antídoto es el no esperar nada aceptándolo todo. Admitiendo que las cosas son así, como las agentadas personas quieren, y convenciéndote de que, si bien tú no puedes cambiar a los demás, esos demás tampoco te pueden cambiar a ti… si tú no quieres, y por mucho que se empeñen en intentarlo. La mejor forma y manera es reconocerte a ti mismo como tú mismo, al margen de los que no te reconocen a ti como de los suyos.
Vivimos una sociedad víctima de FaceNews, mentiras inventadas y embustes prefabricados; y la gente las cree por la simple razón de que quiere creerlas. Nos hemos convertido en lo que quieren los demás que seamos, no en lo que queremos ser nosotros… En los conocidos crímenes de tres niñas que un joven inglés de 17 años de ascendencia hindú cometió en Cardiff, y al que la policía capturó e identificó, en las redes salió con un nombre árabe que no era el suyo, como de los últimos inmigrantes llegados al Reino Unido, y difundiendo una foto de su supuesta detención en que se veía a un par de policías cacheando a un chico negro, que, según los mismos archivos policiales, correspondía a unos hechos distintos ocurrido año y medio antes en otro lugar.
La verdad no consiguió anular a la mentira. Ni logró frenar las oleadas de disturbios y manifestaciones violentas que arremetieron contra todo emigrante encontrado en su camino, contra toda propiedad e incluso contra las propias fuerzas de seguridad del estado… Sin embargo, el embuste sí que lo consiguió. Aquí, en España, como en otros muchos lugares, está ocurriendo lo mismo, orquestado todo por formaciones políticas que emplean los mismos métodos de falseamiento propagandístico que Göebbels empleaba en el régimen nazi.
Y eso es porque las personas no pensamos por nosotros mismos, que supone un esfuerzo personal; sino que “somos pensadas” por otros intereses ajenos, que es más cómodo. Y eso ocurre en el campo político, social, económico o religioso. En todos… Imagínense, abundando en el ejemplo anterior – que es de libro – que un conocedor de la verdad, un sabedor de la auténtica realidad, se hubiera puesto frente a la turba de esos mismos manifestantes enardecidos, hablándoles del burdo engaño; simplemente, lo hubieran agredido y pasado por encima de su cadáver. Piénselo: ¿dónde se sitúa usted?..
Es el peligro que corren los que intentan ver sin gafas ajenas. Por eso que la última frase de Hópkins: “eso hace la vida más fácil”, es en lo único que no estoy totalmente de acuerdo. Será más fácil en cuanto a vivir con nuestra propia conciencia, sí, eso es muy cierto, pero se pone uno fuera de la general complacencia… Y si encima se ejerce, eso conlleva un riesgo. El estar en contra de lo que los demás están a favor tiene eso, que eres vencido aunque no convencido. Sin embargo, un viejo proverbio hebreo dice que “los peces que van en dirección de la corriente, son peces muertos; los peces que nadan contra corriente, son peces vivos”. Que cada cual sea lo que `prefiera ser si puede serlo. Al fin y al cabo habrá que dejar que esos peces muertos entierren a los suyos… ¿O no?.
Miguel Galindo Sánchez / info@escriburgo.com / www.escriburgo.com
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