DE LOS ITALIANOS UNOS
El de los unos – sin hache – y de los otros, les sentó como una coz en los cogolondrios a los primeros. Es perfectamente natural, aunque se ajuste a la realidad como un guante. Quizá precisamente por eso mismo. Porque es verdad. Y la verdad siempre escuece. Inevitablemente. Miren lo que ha sucedido en nuestra próxima, prójima, vecina y hermana Italia. El tecnócrata Mario Monti éste, como no debe nada a voto alguno, y no está en la chepa por trepa, y se ve que le dá igual lo que la costumbre haga de las malas costumbres, esto es, carta de naturaleza, pues ha empezado a tirar de la manta y de los números, y a levantar las alfombras, y a airear la basura, y han empezado a aflorar casos como éstos:
Un político de izquierdas, Antonio Anglione, que solo ha asistido a un 0´3% de las sesiones del parlamento, si bien ha cobrado religiosamente doce mil euros mensuales por no ir. Pese a la protesta de los sindis, ha comenzado a poner cámaras en los lugares públicos de trabajo sin avisar, y he aquí lo que comienza a salir también de investigaciones anteriores: en la Oficina de Gobierno del Lazio, un tercio de la plantilla de unos fichaba y se largaba. En el Ministerio de Infraestructuras han caído cien unos en una semana, que salían en horario laboral a sus cosicas y a sus casicas sin pudor alguno. Una exploración obligada al Ayuntamiento di Roma reveló que el 25% de la plantilla de unos faltaba normalmente cada día al trabajo, siendo la media anual de novillos de 39 días per cápita y uno.
Nada menos que una jueza, una superuna, que estuvo seis meses de baja por dolor de espalda, participó durante ese mismo tiempo asiduamente en competiciones de regatas a vela. Una una de la administración de Treviso siempre estaba de bajas (falsas) por gripes, mientras ejercía su segundo oficio de prostituta, que de ahí, digo yo, lo de los resfriados. Otra una de Correos, que estuvo seis meses de baja por dolor de muñeca, se descubrió que en ese tiempo quedó tercera en el campeonato italiano de culturismo en la modalidad de levantamiento de pesas. El récord absentista lo ostenta una trabajadora(¿?) social del Hospital de Santa Úrsula, en Bolonia, que en nueve años solo ha trabajado seis días, dos en 2002 y cuatro en 2004, y todo empezó con una baja por maternidad legítima, unas presuntas dermatitis, dos falsos embarazos con gestación de riesgo, incluso desgravando en la renta por dos hijos inexistentes. Se está investigando a los médicos que firmaron tales complicidades y se están encontrando que casi todos los galenos, en mayor o menor medida, hacen estas clases de favores. Ya saben, hoy por ti… Y más, mucho más
Ahora, claro, vienen y me cuentan que todo eso aquí es imposible. Que nuestro sistema de control no permite tales barbaridades. Que cualquier parecido con la realidad es pura coincidencia. Vale, bueno… Lo malo es que yo conozco muchos casos parecidos, cercanos y lejanos, algunos con nombre y apellidos, otros, además, sacando pecho de ello, e incluso, doy fé, con total conocimiento de la superior gerencia, y por supuesto con la más absoluta impunidad. Y es cierto. En el último outlett capitalino, los profesionales de los medios informativos se extrañaban de que demasiadas personas se tapaban la cara y se ocultaban cuando éstos echaban fotos del evento. Y que otras muchas se negaban a contestar a las preguntas, y que hasta alguna que otra se disculpaba con un huidizo “es que yo no estoy aquí” más que sospechoso. Alguien dijo “hay más (unos) aquí y ahora que en las oficinas de la Comunidad”, y el periodista cayó en la cuenta…
Por supuesto que no creo que el Sr. Mariano meta mano. Nadie ha tenido el valor de hacerlo hasta ahora. Ni droites ni gauches. Y no me voy a creer a estas altura el milagro de los panes y los pescaos coloraos. Pero sí que puede pasar que nos lleguen unos administradores puros no electos, o unos supervisores de la Bruselas de fuera, por efecto de la escasez ésta que nos corre las patrañas y nos corroe las entrañas, y que se pongan manos a la obra a ver lo que no conviene ver y a mirar lo que no nos conviene mirar… hasta ahora al menos, como les ha pasado a los colegas transalpinos.
Pues todas estas cosas de los unos y los otros dejarían de pasar cuando existiese una normativa laboral única y una sola legislación al efecto tanto para los unos como para los otros en toda Europa. En los países donde así funciona no pasa nada, o, al menos, no pasan estas cosas. Aquí, como en Italia, pasa lo que pasa porque puede pasar y dejamos que pase… ¿O acaso no..?.
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